miércoles, 14 de enero de 2009

Traicionando a Cristo con un Beso — 5

Por Maurice Roberts

[The Banner of Truth Magazine, Dic 1993]

Ha habido cristianos que han desestimado esta descripción del pecado remanente en el creyente. Sienten que no hace justicia a la “victoria” y al “poder para vencer” que se supone el pueblo de Dios tiene. Hasta cierto punto ellos tienen la verdad de su lado. Es posible y alcanzable para el creyente cristiano vencer el pecado en su vida externa. No nos cabe en nuestras mentes que un hijo de Dios se permita pecados externos como la borrachera o la inmoralidad, el hablar corrompido o la idolatría flagrante.

La crítica que hacemos a esas teorías de la santificación que esperan que nos deshagamos de todo pecado remanente es que no toman en cuenta la pecaminosidad de los pecados que no se ven. El cristiano consciente difícilmente caiga presa de la pasión en sus formas corporales de expresión. No esperamos que se revuelque en la carnalidad ni que la vea en la pantalla. Pero el problema de sus tendencias depravadas todavía permanece. El pensamiento lujurioso no es tan pecaminoso como el acto lujurioso. Pero con todo sigue siendo pecado. Y el corazón de un hijo de Dios siente que es así y debería sentir que es así.

CONT.

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