martes, 29 de marzo de 2016

Seminario sobre discipulado – por Jay Wegter

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Lunes 28
Sesión #1 – ¿Qué ha venido a ser el creyente por su relación con Cristo?
Presentación #1
Sesión #2 - ¿Qué significa ser un verdadero discípulo de Cristo?
Presentación #2

Martes 29
Sesión #3 – ¿Cuáles son los recursos espirituales del discípulo?
Presentación #3
Sesión #4 – ¿Cuál es el lugar del evangelio en el discipulado?
Presentación #4

Miércoles 30
Sesión #5 – ¿Qué significa vivir controlados por el Espíritu Santo?
Presentación #5
Sesión #6– ¿Qué significa cumplir la gran comisión? (1ra parte)
Sesión #6b – ¿Qué significa cumplir la gran comisión? (2da parte)
Presentación #6

Jueves 31
Sesiones #7 y #8 – ¿Cómo un discípulo hace otro discípulo de Cristo?
Presentación sesiones #7 y #8

martes, 15 de marzo de 2016

Cuidémonos de la insensibilización

En el ambiente moral en el que nos encontramos, es muy fácil para los cristianos sentirse bien porque no están tan mal. Recordemos que el estándar de la justicia y de la santidad no son los demás, sino el carácter de Jesús y de su santa Palabra.

La insensibilización ha surtido su efecto cuando no vemos pornografía triple X, pero sí del tipo de pornografía “suave” que aparece en las películas clasificadas R. Si justificas con tranquilidad el ser testigo de tales imágenes bajo el argumento de que “esa es la realidad que se vive en el mundo”, significa que el agua ya comenzó a hervir y ni siquiera te habías dado cuenta.

¡Qué diferente es la reacción de Lot! Este hombre vio esas cosas en otra pantalla a su alrededor. Como si hubiera podido entrar en su corazón, el apóstol Pedro nos describe lo que Lot sentía al ser testigo de las obras abominables a su alrededor. Se sentía “abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos” (2 Pedro 2:7), y “sentía su alma justa atormentada por sus hechos inicuos” (v. 8).

¿Has sentido tú algo de eso en estos días de tanta corrupción? Pero Pedro nos dice que eso no es lo único que perturba al cristiano. Conocer el destino de los injustos no es una carga menos pesada en el alma del creyente. El apóstol nos dice que están reservados bajo castigo para el día del juicio (v. 9).

Lo que es abominación para Dios debe también ser abominación para nosotros. Con razón Pablo exhortó a los efesios “que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos; ni obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas” (Ef. 5:3-4). Esas cosas no se corresponden con la obra de gracia que Dios ha llevado a cabo en su pueblo al darles una vida nueva en Cristo y al santificarles cada día para hacerles más semejantes a Él. Sencillamente hay cosas que no son apropiadas. Debería entristecernos sobremanera ver el lenguaje de los impíos en los labios de los que profesan ser hijos de Dios. A veces utilizan un lenguaje corrompido como para congraciarse con los que están a su alrededor, en lugar de buscar hacer la diferencia.

Cuidémonos de la insensibilización, porque siempre será bienaventurado “el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores” (Sal. 1:1).

domingo, 13 de marzo de 2016

¿Puede un creyente aspirar a y aceptar un cargo público?

Al ver el triste ejemplo de muchos políticos que se sirven del estado y de los pueblos para su beneficio personal, muchos no dudan en expresar que los cristianos no deberían de participar de la política ni aceptar ciertos puestos públicos.

Los redactores de la Confesión Bautista de Fe de 1689 no titubearon en expresar su punto de vista al respecto en el capítulo 24, párrafo 2:
“Es lícito para los cristianos aceptar cargos dentro de la autoridad civil cuando sean llamados para ello; en el desempeño de dichos cargos deben mantener especialmente la justicia y la paz, según las buenas leyes de cada reino y Estado”.
La Biblia no sólo incluye el ejemplo de importantes hombres de Dios que participaron de cargos públicos muy elevados (como es el caso de José, Nehemías y Daniel —algunos de ellos en naciones paganas), sino que también plantea la manera en que aquellos que logren puestos eminentes deben conducirse.

Ojalá surjan muchos creyentes capaces y llenos del Espíritu de Dios que, con vocación de servicio, ministren a su generación con temor de Dios y pulcritud. Necesitamos políticos que estén más interesados en hacer las cosas a la manera de Dios que en lograr cifras favorables en las encuestas. La opinión de ese Dios vale infinitamente más que la de todos los votantes juntos.

viernes, 11 de marzo de 2016

Defendiendo lo indefendible

Los primores de Susan Rice (asesora de seguridad nacional de la casa blanca), defendiendo lo indefendible con respecto al activista LGBT que nos enviaron disfrazado de embajador:

“Es la política del Gobierno de Estados Unidos representar a todos los estadounidenses sin tener en cuenta su raza, etnia, religión, origen nacional, edad, género y orientación sexual”. Pero una cosa es “representar a todos los estadounidenses” y otra muy diferente hacer activismo a favor de la agenda LGBT.

Ella también habla de:

“La intolerancia en cualquier forma está en contra de los valores universales que promovemos”. ¿Incluye eso la intolerancia contra los valores cristianos? ¿Quién establece esos supuestos valores universales? ¿Quién los hace determinantes y correctos? ¿el que los disemine el gobierno de Obama? Además, ¿quién ha dicho que es la función de un embajador menoscabar los valores de la nación a la que es enviado y presionar para implantar los valores novedosos de la inmoralidad?

También añade que la “intolerancia... no apoya la inclusión social que creemos que es importante para que una sociedad libre tenga éxito”. ¿Podemos llamar éxito al deterioro moral en que se encuentran las naciones de occidente? ¿Podemos llamar éxito a la desorientación en que se vive en los EEUU donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo se le llama bueno? No saben qué letrero colocar frente a los baños ni quiénes pueden entrar dónde. No saben cuál es la identidad sexual de los individuos; ahora hay que preguntarles para ver qué se consideran y cómo quieren ser llamados. ¿Eso es lo que llaman éxito?

Sólo veo testarudez cuando al final de la nota añade: “Vamos a seguir apoyando al embajador Brewster a medida que él avanza en los derechos humanos universales”. Si eso no es obstinación con el mal, no sé dónde más identificarla.

“¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él” (Prov. 26:12), y realmente los necios no tienen mucha esperanza. Deduzcan ustedes.