miércoles, 15 de octubre de 2008

Proverbios 1:2

“Para entender sabiduría y doctrina, para conocer razones prudentes…” (Prov. 1:2).

En los primeros capítulos de Proverbios somos exhortados con numerosas motivaciones para conocer a Dios y vivir según la sabiduría de lo alto. En estos primeros versículos, se establecen los propósitos del libro de manera resumida y persuasiva. Está escrito para los que quieren aprender a vivir—a vivir la vida tal como Dios diseñó que fuese.

El que se acerca a Proverbios lo hace para aprender. Leerlo es reconocer que no hemos llegado, que necesitamos guía y dirección. El libro parte de una presuposición: hay una ignorancia en nosotros que sólo Dios puede eliminar. Aun los más sabios tienen mucho que aprender (1:5). Las páginas inspiradas de este libro nos proveen lo que necesitamos. Disiparán la neblina de la ignorancia que nos impide tomar decisiones sabias, sea al hablar o al criar a nuestros hijos, al trabajar o al planificar el futuro. La sabiduría no es innata al hombre, por lo que debe buscarla en los lugares designados por Dios.

Sabiduría”—es la palabra clave de todo el libro. Sus autores amontonan los sinónimos del concepto en todas sus páginas para impresionar al lector de su necesidad. Ser sabios es más que tener sentido común; es tener un sentido para nada común en la sociedad. Es vivir en base al temor de Dios (1:7) y para su agrado. “La sabiduría refleja la intención y la disciplina de tomar decisiones piadosas en un mundo lleno de distracciones y atajos pecaminosos.”[1]

El término “doctrina” es traducido como ‘disciplina’ o ‘entrenamiento disciplinado’ en otras versiones. Esto así porque la idea está contenida en la palabra hebrea que se utiliza aquí; y comunica la idea del proceso que a veces exige el aprendizaje de la sabiduría. “Leer este libro es beneficioso, pero no cómodo.”[2] Enderezar lo torcido puede resultar muy doloroso. No es un aprendizaje automático ni admite atajos. Involucra la corrección de nuestras faltas morales y el moldear nuestro carácter.

Las piedras preciosas y las perlas no se consiguen fácilmente. Se obtienen con esfuerzo. No es diferente con la prudencia, y por ello es comparada al oro y la plata en los capítulos posteriores (2:4; 3:14).

“Razones prudentes” o “palabras de inteligencia” (NVI). Esta expresión habla de alguien que adquiere discernimiento. Puede distinguir entre lo importante y lo vano, entre lo beneficioso y lo dañino, entre lo apropiado y lo inconveniente (Heb. 5:14). “El libro de Proverbios puede sernos de gran ayuda en el proceso hacia la madurez.”[3] A la larga, no queremos que nuestros hijos sean sólo obedientes; queremos verles discernir por sí mismos el camino más excelente.

Leer Proverbios nos entrena para la vida. ¿No te animas a hurgar en su contenido?


[1] Richard Mayhue, Practicing Proverbs, p.42.

[2] John Kitchen, Proverbs; A Mentor Commentary, p.38.

[3] Gary Brady, Heavenly Wisdom, p.32.

jueves, 9 de octubre de 2008

Vitalidad eterna

Normalmente hablamos de ‘vida eterna’. Leyendo una de las oraciones recopiladas en el libro El Valle de la Visión (The Valley of Vision) me topé con la frase ‘vitalidad eterna’. En nuestra manera de hablar, alguien puede sencillamente estar sobreviviendo y hallarse en muy precarias condiciones de salud, o por otro lado, alguien puede estar vibrante de salud. Asociamos la vitalidad con esto último.

A veces pienso que espiritualmente hablando nos conformamos con meramente estar vivos en Cristo (“ser salvos”), cuando nuestro anhelo debe ser experimentar la vida en abundancia de la que habló nuestro Señor Jesús (Juan 10:10).

No sobrevivas... ¡vive la plenitud del Espíritu!