martes, 5 de enero de 2016

Indignos de la vida eterna — 3


Este artículo es continuación de estos dos primeros:

Hasta ahora en nuestra consideración de Hechos 13:46 hemos visto los siguientes encabezados:
  • Frente a una gran oportunidad de salvación. 
  • De espaldas a una gran oportunidad de salvación. 
Veamos ahora los últimos dos encabezados de este estudio…

Cuando la oportunidad de salvación se va

Hechos de los Apóstoles 13.46 (LBLA) — 46 Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a vosotros; mas ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
Vean la consecuencia de su rechazo. “Ya que la rechazáis… nos volvemos a los gentiles” —nos vamos a los no judíos. ἐπειδὴ - ya que, dado que. El rechazo de los judíos fue una causa detrás del movimiento de Pablo de ir hacia los no judíos. Pero Pablo les dice que su misión es conforme a las Escrituras.
Hechos de los Apóstoles 13.47 (LBLA) — 47 Porque así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto como luz para los gentiles, a fin de que lleves la salvacion hasta los confines de la tierra.
Este pasaje de Isaías que Pablo cita aquí ha sido llamado “la gran comisión del AT”.

Ante esta cita de las Escrituras los judíos no tienen nada que argumentar. Lo que hizo Pablo al moverse hacia los gentiles no fue falta de amor hacia su pueblo. Una misión le había sido encomendada (ver Gál. 2:7-9).

Romanos 9.3 (LBLA) — 3 Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne.
Hechos de los Apóstoles 18.6 (LBLA) — 6 Pero cuando ellos se le opusieron y blasfemaron, él sacudió sus ropas y les dijo: Vuestra sangre sea sobre vuestras cabezas; yo soy limpio; desde ahora me iré a los gentiles.
El libro de Hechos termina con una nota similar. Pablo les cita nuevamente al profeta Isaías y les dice: “El corazón de este pueblo se ha vuelto insensible…” (Hch. 28:27a), y ese contexto reitera lo mismo a un grupo diferente de judíos.
Hechos de los Apóstoles 28.28 (LBLA) — 28 Sabed, por tanto, que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles. Ellos sí oirán.
La base de operaciones de Pablo ya no sería la sinagoga judía.

He aquí una lección muy importante: La gran disponibilidad de la oferta del evangelio no significa ni garantiza la permanencia de esa oferta. Hay urgencia en la oferta porque precisamente es temporal.

A veces Dios se lleva al instrumento que hace la oferta. En otras ocasiones se lleva a los receptores de la misma. Pero también viene el día cuando ya no habrá oferta.

La Biblia plantea eventos en que la oportunidad de salvación queda dramáticamente ilustrada.

Dos casos son los del diluvio en los días de Noé y de Sodoma y Gomorra en días de Lot. De hecho, el mismo Jesús expresó que lo que ocurrirá con la segunda venida de Cristo será similar a lo que sucedió en ambos casos.

Lucas 17.26–33 (LBLA) — 26 Tal como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre. 27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. 28 Fue lo mismo que ocurrió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; 29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los destruyó a todos. 30 Lo mismo acontecerá el día en que el Hijo del Hombre sea revelado. 31 En ese día, el que esté en la azotea y tenga sus bienes en casa, no descienda a llevárselos; y de igual modo, el que esté en el campo no vuelva atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 Todo el que procure preservar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la conservará.
En el caso de Noé, anunció lo que vendría, pero nadie le prestó atención. Cuando la puerta del arca fue cerrada, no volvió a abrirse jamás. El tiempo de la oportunidad había pasado. Todos, absolutamente todos se perdieron, excepto Noé y su familia.
Mateo 24.39 (LBLA) — 39 y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre.
Jesús dice que cuando Él venga será similar. La puerta de la salvación habrá sido cerrada para siempre. Podemos imaginarnos la intensidad de las súplicas de las personas alrededor del arca pidiendo que les abrieran. Pero fue Dios quien cerró la puerta, y no la volvió a abrir más sino hasta meses después cuando las aguas de la tierra cedieron.

En el caso de Sodoma y Gomorra el juicio sorprendió a todos en la ciudad. Sólo Lot y su familia pudieron escapar. Los yernos de Lot incluso tuvieron la oportunidad de escapar cuando se les advirtió lo que sucedería, pero lo que hicieron fue tomarlo en broma.

Génesis 19.14 (LBLA) — 14 Y salió Lot y habló a sus yernos que iban a casarse con sus hijas, y dijo: Levantaos, salid de este lugar porque el Señor destruirá la ciudad. Pero a sus yernos les pareció que bromeaba.
Cuando volvieron a abrir los ojos fue que se dieron cuenta de que se trataba de la realidad más importante de sus vidas… pero desperdiciaron la oportunidad.

Como pasó con ellos, así sucederá con todos los que hayan desperdiciado la oportunidad de salvación en esta vida. Cristo es ofrecido gratuitamente hoy. En la hora de la verdad, ¿te encontrarás dentro o fuera?

Lucas 13.24–28 (LBLA) — 24 Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25 Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, y vosotros, estando fuera, comencéis a llamar a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”, El respondiendo, os dirá: “No sé de dónde sois.” 26 Entonces comenzaréis a decir: “Comimos y bebimos en tu presencia, y enseñaste en nuestras calles;” 27 y El dirá: “Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mi, todos los que haceis iniquidad.” 28 Allí será el llanto y el crujir de dientes cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros echados fuera.
Hasta ahora hemos visto
  • Frente a una gran oportunidad de salvación. 
  • De espaldas a una gran oportunidad de salvación. 
  • Cuando la oportunidad de salvación se va. 
Vemos ahora…

Cómo aprovechar nuestra gran oportunidad de salvación

Isaías 55.6–7 (LBLA) — 6 Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cerca. 7 Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar.
El texto tiene una exhortación a buscar al Señor. Hay una actitud del corazón que corresponde con la salvación. Observa los cuatro verbos principales: dos en el v. 6 y dos en el v. 7:
  • v. 6: buscad al Señor / llamadle 
  • v. 7: abandone el impío su camino / vuélvase al Señor 
“Buscad al Señor y viviréis” (Amós 5:6).

Sí, conozco el pasaje de Romanos 3 cuando Pablo afirma que por causa del pecado no hay quien busque a Dios. Pero también conozco estos pasajes que les he citado. ¿Cuál es la lección? Que Dios invita de corazón a los pecadores a buscarle y a encontrar la salvación en Él, porque sólo en Él se puede encontrar la vida eterna.

Hay una actitud que corresponde con las personas que de veras están buscando a Dios y su salvación.

Cuando una persona pierde algo, normalmente nos damos cuenta. Le preguntamos: ¿se te perdió algo? Lo vemos en sus ojos, porque está mirando por todos lado a ver si halla lo que se le ha perdido. Lo vemos en su esfuerzo, pues mueve y levanta cosas para ver dónde está; no se sienta a que el objeto venga a él. Pregunta a otros para ver si lo han visto.

Dios te invita que le busques, pero, ¿qué ve en Él en ti? ¿Ve a alguien que realmente le busca?

Romanos 11.17–22 (LBLA) — 17 Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo, 18 no seas arrogante para con las ramas; pero si eres arrogante, recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino la raíz la que te sustenta a ti. 19 Dirás entonces: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado. 20 Muy cierto; fueron desgajadas por su incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme; 21 porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. 22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado.
Pero observa que hay un tiempo de oportunidad: “mientras puede ser hallado”. Eso significa que esa oportunidad se acaba. El arrepentimiento y la conversión deben ocurrir antes que se acabe la oportunidad, o de lo contrario no hallarán la salvación o la vida eterna.

Las palabras que David le dirigió a su hijo Salomón son dignas de ser repetidas aquí.

1 Crónicas 28.9 (LBLA) — 9 En cuanto a ti, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con ánimo dispuesto; porque el Señor escudriña todos los corazones, y entiende todo intento de los pensamientos. Si le buscas, El te dejará encontrarle; pero si le abandonas, El te rechazará para siempre.
Jeremías 29.13–14 (LBLA) — 13 “Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón. 14 “Me dejaré hallar de vosotros”—declara el Señor—“y restauraré vuestro bienestar y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os expulsé”—declara el Señor—“y os traeré de nuevo al lugar de donde os envié al destierro.”
Cuando se nos pierde algo, sabemos que hay una ventana de oportunidad en la que el objeto debe ser hallado, porque de lo contrario, otros lo encontrarán y lo perderemos para siempre.

Con la salvación sucede algo similar.

¿Recuerdan lo que dijo Pablo a los judíos de Antioquía? Que ellos es estaban considerando a sí mismos indignos de la vida eterna. En un sentido lo que una persona debe ver para realmente alcanzar la vida eterna es eso mismo: que es indigno de la vida eterna, que no merece la salvación… pero sin la ironía con que Pablo se los dijo.

Lo que hace a alguien digno de la vida eterna es reconocerse indigno para la vida eterna.

Mateo 3.11 (LBLA) — 11 Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
Mateo 8.8 (LBLA) — 8 Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano.
Lucas 15.19 (LBLA) — 19 ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores.’ ”
1 Corintios 15.9 (LBLA) — 9 Porque yo soy el más insignificante de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la iglesia de Dios.
Lucas 5.8 (LBLA) — 8 Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!
El Señor ha prometido recibir, perdonar y salvar a los de espíritu contrito y humillado. Se declara enemigo de los soberbios y orgullosos que rechazan su oferta de salvación. Pero su corazón se inclina a los que de corazón reconocen su indignidad.

No te hagas indigno de la vida eterna como los judíos de Antioquía, para quizás perder tu última oportunidad de salvación. Muchos de esos judíos quizás no volvieron a escuchar una explicación del evangelio como la que recibieron ese día. No fue que necesariamente murieron, sino que Dios retiró la luz que les podía iluminar el alma con salvación.

No te hagas indigno de la vida eterna; pero reconócete indigno de la vida eterna, en el sentido de admitir que no mereces ser salvado por Dios; en el sentido de admitir que has pecado contra Dios, y clama a Cristo que te perdone de todos tus pecados.

Juan 6.27 (LBLA) — 27 Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.
Esfuérzate y entra por la puerta estrecha, porque muchos tratarán de entrar y no podrán. Ojalá que eso no te ocurra a ti.

Para una gran parte de los que estamos aquí la oportunidad de ser médicos, músicos, empresarios y deportistas ya pasó. La guagua se nos fue. No dejes que te pase lo mismo con respecto a la salvación, porque no ser aquellas cosas lo podrás lamentar en esta vida, pero perder la salvación será algo que lamentarás por toda la eternidad.

Pero esta historia también nos deja una importante lección a los que ya hemos abrazado por la fe el evangelio. El Señor ha querido unir indisolublemente la salvación de los pecadores con la proclamación de su evangelio por medio de su pueblo.

Se nos ha encomendado pregonar el mensaje “reconciliaos con Dios”.
“Debemos hacer una distinción entre aquella compasión que hace que los hombres realicen actos de filantropía y benevolencia, y aquella otra forma más alta de compasión que impulsa a los cristianos a llevar el evangelio. Aunque los actos de filantropía son nobles, no se comparan en valor con aquella forma más alta de filantropía que mueve a los hijos de Dios a llevar la luz del evangelio a los hombres. Afirmar esto no es menospreciar lo que el mundo llama ‘caridad’. Pero sí es afirmar que hay una caridad en dar el evangelio a los pecadores que excede a todas las demás formas de caridad” (Maurice Roberts, The Christian’s High Calling, pp. 20-21).
El evangelio es lo único que puede realmente sanar el alma humana. Y en ese sentido es la bondad más grande cuando lo compartimos con los hombres.

Jesús tuvo compasión a causa de las consecuencias que el pecado y la maldad del hombre traen sobre la humanidad: pobreza, enfermedad, ignorancia. Pero nada le causaba más tristeza que ver a las personas como ovejas que no tienen pastor (Mt. 9:36).

Nosotros podemos confundir nuestra misión aquí en la tierra y sucedernos lo mismo que a los judíos. Cuando Jesús como el Mesías enviado del cielo nació en Belén, pocos comprendieron su misión. Pero cuando Simeón le tuvo en sus brazos expresó que Él sería “luz de revelación a los gentiles” (Luc. 2:32). Los demás judíos se quedaron con una perspectiva meramente nacionalista del Mesías.

El profeta Jonás se ofendió y se molestó cuando Dios mostró compasión hacia los ninivitas. No podía comprender que Dios perdonara a otro pueblo que no fueran judío.

Nosotros también podemos caer en una actitud semejante y no hacer partícipes a los demás de las buenas nuevas de salvación. No lo expresamos igual que los judíos, pero asumimos actitudes de desinterés e indiferencia similares.

Para algunos que están a tu alrededor, la oportunidad de escuchar el evangelio eres tú.

viernes, 1 de enero de 2016

Indignos de la vida eterna — Parte 2


De espaldas a una gran oportunidad de salvación
Juan 1.11 (LBLA) — 11 A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron.
Hechos de los Apóstoles 13.46 (LBLA) — 46 Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a vosotros; mas ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
Pablo les dice de una forma irónica que son ellos los que se están condenando a sí mismos. Les está haciendo responsables de las consecuencias de su rechazo al evangelio. Al rechazar la Palabra de Dios se estaban haciendo indignos de la vida eterna.

Las personas no verbalizan esa expresión. Nunca dicen “me considero indigno de la vida eterna”, sino que lo que hacen es rechazar el mensaje, debatir y argumentar en contra del evangelio. Con su actitud alejan el beneficio de las promesas del evangelio.

Observen cómo en este caso se habla de la salvación con la frase “la vida eterna”. Esa frase nos destaca un aspecto de la salvación. La salvación de Dios implica muchas cosas, y una de ellas es librarnos de la condenación eterna de la que nos advierte tanto la Palabra de Dios.

Dios les estaba dando al oportunidad de sus vidas. Sin embargo, la actitud de los judíos era equivalente a darle la espalda a Dios. Leamos sobre las ilustraciones de rechazo que Jesús nos dejó en Lucas 14. Cada uno de estos hombres pensó que tenía una excusa válida para desoír la invitación del Señor. Quizás pensaban que gozarían de una nueva oportunidad en el futuro. Lo que no sabían era que estaban frente a la última oportunidad de participar de esa cena.
Lucas 14.16–24 (LBLA) — 16 Pero El le dijo: Cierto hombre dio una gran cena, e invitó a muchos; 17 y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: “Venid, porque ya todo está preparado.” 18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses.” 19 Y otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses.” 20 También otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo ir.” 21 Cuando el siervo regresó, informó de todo esto a su señor. Entonces, enojado el dueño de la casa, dijo a su siervo: “Sal enseguida por las calles y callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos.” 22 Y el siervo dijo: “Señor, se ha hecho lo que ordenaste, y todavía hay lugar.” 23 Entonces el señor dijo al siervo: “Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24 “Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena.”
Jesús dio esta parábola para ilustrar cómo los judíos tuvieron la misma actitud hacia Él. Lo que hicieron con Pablo fue lo mismo que ya habían hecho con Él. Menosprecian y desperdician la oportunidad de salvarse por un sin número de excusas baratas y tonterías comparativamente superfluas.

Si el hombre de la parábola se molesta porque los hombres menospreciaron su invitación a una cena, ¿se pueden imaginar la reacción de Dios hacia aquellos que menosprecian la invitación que hace a que participemos de la vida eterna?

Vean cómo termina esta parábola. Hay una sentencia determinante: los que habían sido inicialmente invitados y que menospreciaron la invitación habían perdido para siempre la oportunidad de participar de la cena. “…Os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena”.

Los judíos de Antioquía de Pisidia estuvieron frente a LA oportunidad de sus vidas... pero le dieron la espalda; algo que lamentarán por toda la eternidad.

[continuará...]