jueves, 31 de enero de 2013

La biografía de Bonhoeffer en español

El Dios de segundas oportunidades

En la lectura de hoy de la revista Tabletalk apareció la siguiente nota:
“Afortunadamente, tanto para Jonás como para nosotros, el Señor ciertamente es el Dios de las segundas oportunidades. A menudo desobedecemos a nuestro Creador cuando nos llama a algo por primera vez, pero en Su gracia no se rinde. David obtuvo una segunda oportunidad luego de su pecado con Betsabé (2 Samuel 11:1–12:15a). Pedro obtuvo una segunda oportunidad después de negar a Cristo (Juan 18:15-27; 21:15-19). Jonás obtuvo una segunda oportunidad para predicar a Nínive después de primero huir del llamado de Dios (Jonás 3:1-3a). Podríamos incluir a muchos más (incluyéndonos a nosotros mismos) que han recibido segundas oportunidades inmerecidas para servir al Señor. Por supuesto, cada segunda oportunidad que conseguimos es algo que no merecemos. Dios nunca nos debe una segunda oportunidad, ni tenemos el derecho a presumir con la gracia de Dios. Sin embargo, en muchas ocasiones Dios nos da más oportunidades para seguirle cuando caemos” (Tabletalk, Enero 2013, p. 62).

viernes, 25 de enero de 2013

Perseverando en la Oración — el sermón del pasado domingo

¿Cuánto le darías al Señor?

“Cierto campesino, además de no asistir regularmente a la iglesia, era más agarrado que un pulpo roquero perseguido. Un día fue a visitarle el pastor y como el que no quiere la cosa le preguntó:
—“Vamos a ver, Ciriaco. Si el Señor te proporcionara 20 vacas, ¿tú le darías 10 al Señor?”
—“Pastor, si el Señor en su infinita misericordia me diera 20 vacas, no 10, sino 15 o más serían para el Señor de la Vida y del Amor.”
—“Y si te diera 15 ovejas, ¿le darías alguna al Señor?”
—“¿Alguna, pastor? Yo le daría 10 ovejas o más, al Señor de la Gloria, mi Salvador...”
—“Y si tuvieras dos cerdos, ¿le darías uno al Señor?”
—“¿Por qué me pregunta usted eso? Usted sabe muy bien que yo tengo dos cerdos.”
—“Pues por eso, hermano, por eso.”

*Ilustración citada en el Diccionario de Anécdotas, Dichos, Ilustraciones, Locuciones y Refranes de Rubén Gil, p. 527.

lunes, 21 de enero de 2013

El significado de “¿Hallará fe en la tierra?”


   “... Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Luke 18:8).

Esta declaración aparece al final de la parábola de la viuda y el juez injusto que pronunció nuestro Señor en Lucas 18:1-8. El propósito de esta parábola, en palabras del evangelista Lucas, era enseñar a sus discípulos la necesidad de la oración perseverante, y por esto se nos presenta el ejemplo de la persistencia de esta viuda, la cual pudo lograr que un juez tan malo como el descrito allí le hiciera justicia.

La injusticia es una de las características de nuestro mundo, y por eso la esperanza del creyente no está en esperar que este mundo se tornará mejor, sino en el retorno glorioso de Jesucristo al final de la historia. Mientras tanto, es el deber de los cristianos mantenerse suplicando en oración que Dios haga justicia.

Es por esto que esta sección termina con un pregunta retórica. Es una especie de llamado a que continuemos orando y esperando nuestra vindicación. El ejercicio de la oración persistente que se nos recomienda aquí solamente puede ser practicada por medio de un ejercicio vigoroso de la fe. Cuando Cristo vuelva, ¿seremos de aquellos que Él encontrará perseverando en oración? Guillermo Hendriksen lo plantea con las siguientes palabras:
“La pregunta se hace no con el propósito de especulación, sino del autoexamen. Que cada uno responda personalmente” (Comentario de Lucas).

Sólo la fe nos inspirará a persistir a pesar de las dificultades, los obstáculos y la oposición. Es una fe que debemos pedir a Dios que nos dé, y una que también debemos ejercitar cada día, de modo que no vivamos tanto por la vista, sino en la práctica continua de la confianza en el Señor y sus promesas.

La incredulidad es otra de las notas que describe nuestro mundo. Pero cuando Cristo vuelva, es posible que la fe esté en su nivel más bajo. Ése es uno de los posibles significados de esta frase. Dice Kent Hughes: “La pregunta de Jesús implica que tal fe no será hallada en la tierra a menos que sus discípulos aprendan a orar siempre y no desmayar.” Propongámonos, en dependencia de Dios, que con nosotros será diferente, porque “nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Heb. 10:39).

jueves, 17 de enero de 2013

LA ORACIÓN: Privada y Pública


Por Curtis C. Thomas*  

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos... Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 6:6-7; 7:11)  


La Biblia está repleta de ejemplos, mandamientos y exhortaciones para que nos involucremos en la oración. De hecho, el tema es planteado tan frecuentemente en las Escrituras que no podríamos ni comenzar a cubrirlo en un espacio tan corto. Por tanto, lo que haremos tendrá que limitarse drásticamente y de manera arbitraria mencionaremos sólo unos cuantos de los muchos aspectos de la oración. En lo que quiero que pensemos es en algunas de las actitudes apropiadas a la hora de orar. Lo que haré es dar una lista de los malos entendidos más comunes con respecto a la oración:


  • La oración debe reconocer que Dios es omnipotente. Todo lo puede. Cuando oramos a Dios es con la asunción de que Dios tiene la capacidad de hacer lo que le plazca, cuando le plazca, como le plazca. Creer de otra forma es deshonrar la Persona a la que nos dirigimos y hace que nuestras oraciones tengan cierta oquedad. No creer en un Dios totalmente soberano es orar de manera insincera, o al menos, de manera inconsistente. ¿Cómo podemos pedirle que haga cosas comunes y sorprendentes en respuesta a nuestras oraciones cuando no creemos que tiene la capacidad de hacerlo?
  • La oración debe incluir alabanza, no sólo peticiones a Dios. A menudo nuestras oraciones son egocéntricas. La mayor parte del tiempo que pasamos en oración es pidiendo y hay poca adoración. En el Padrenuestro (que por su naturaleza es la oración de los discípulos, puesto que Cristo estaba enseñando a sus discípulos a orar—Mateo 6:5-15), la primera mitad está dedicada a alabar y adorar a Dios. Sólo la última porción trata con las necesidades personales.
  • Orar es reconocer que Dios tiene más conocimiento que nosotros. Cuando traemos nuestras necesidades ante nuestro Padre, debemos dejar el asunto a su omnisciencia. Sólo Él sabe si la respuesta debe ser “sí,” “no,” “ahora no” o “no de la manera en que deseas.” Aunque debemos mencionar necesidades específicas, debemos dejar las respuestas a la sabiduría de Dios, no a la nuestra.
  • Orar es pedir, no instruir ni demandar. Cuando escuchamos a algunas personas orar, casi suena como si Dios estuviera en su nómina o en deuda con ellos, como si tuviera necesariamente que ponerse en acción cuando oran. Con regularidad le dan a Dios los pasos específicos que debe tomar y el horario en que debe responder sus oraciones. En otras ocasiones parece como si la persona que ora tratara de dar directrices a un niño sobre la manera en que la oración debe ser respondida.
  • Orar no es un ejercicio de “menciónalo y reclámalo”. Dios nunca ha prometido complacer todos nuestros deseos. Muchos de ellos son deseos pecaminosos. Ha prometido suplir todas nuestras necesidades espirituales en Cristo Jesús, pero no todas nuestras codicias. Es un insulto a Dios que oremos de tal manera que pensemos que Él está obligado a darnos lo que queremos, cuando lo queremos, simplemente porque lo hemos mencionado y reclamado. Eso no es orar; eso es esperar que Dios siga nuestras órdenes.
  • La oración debe estar interesada primariamente en los asuntos espirituales. Será probablemente muy revelador si enumeráramos todas las cosas que pedimos y luego elimináramos todas aquellas peticiones que no eran para nuestro bienestar espiritual. Nuestro diagnóstico revelaría que estamos mucho más interesados en la comodidad presente que en aquellas cosas que más nos conformarán a Jesucristo.
  • La oración debe ser primariamente secreta. Definitivamente hay un lugar para la oración pública. Cuando Dios responde una oración pública, puede ser alabado públicamente. Pero en el texto que encabeza este artículo, la enseñanza clara es que en su mayoría, nuestras oraciones deben ser privadas. Para expresar los motivos reales de nuestros corazones es mejor hacerlo en privado. Con frecuencia, las palabras que usamos en público y la forma en que declaramos las cosas, tienen la intención de impresionar a los que escuchan. Pero en privado sólo tenemos una audiencia—Dios. En esos tiempos eliminamos toda fachada y no hay nada entre Dios y nosotros.
  • Encontramos ejemplos e instrucción acerca de la oración pública en la Biblia, pero ésta debe ser practicada apropiadamente. No se debe hacer simplemente para ser escuchados por los hombres, tal como lo indica nuestra pasaje; tampoco debe ser larga, ni inconexa, ni hacerse para llamar la atención sobre nosotros mismos. Cuando la oración se hace de esa manera, definitivamente Dios no es complacido ni glorificado.
  • La oración no se debe convertir en una sesión de chismes públicos. Algunas veces se mencionan asuntos confidenciales en las oraciones públicas. Se invoca a Dios para que trate con los pecados de ciertos individuos. Estas cosas no deben ser mencionadas públicamente. No obstante, de alguna manera el hecho de que estamos hablando a Dios parece hacer permisible el mencionarlas. A Dios le desagrada que esto ocurra. El chisme es chisme, ya sea en nuestras conversaciones o en nuestras oraciones.
  • Las respuestas a las oraciones pueden sorprendernos. Por ejemplo, en Romanos 5, Pablo expresa claramente que el carácter cristiano se desarrolla por medio del sufrimiento. Si oramos por carácter, Dios va a responder de manera consecuente con su Palabra revelada—y será por medio del sufrimiento. Si oramos por paciencia, Dios puede responder esa oración colocándonos en situaciones difíciles que requieran que aprendamos a ejercitar la paciencia.
  • Las promesas que hacemos de orar por ciertas cosas deben tomarse muy en serio. Con frecuencia se nos pide que oremos por algunos asuntos y aseguramos a la persona que lo haremos. Pero pronto se nos olvida. Esto no debe suceder. Cuando sea posible, quizás la mejor forma sea hacer un alto en el instante y allí orar por ello. O quizás debamos anotarlo en una libreta para recordarnos que hemos hecho ese compromiso.
  • Nunca debemos exagerar ninguna petición de oración, ninguna oración contestada. Dios siempre conoce la verdad y debemos declararle las cosas según la verdad. Cuando Dios responde una oración, siempre debemos decir la verdad acerca de cómo Él respondió nuestra oración. En este sentido, el nombre de Dios es con frecuencia blasfemado por evangelistas y predicadores de TV que claman cosas milagrosas en respuesta a la oración, cuando en muchos casos no hay nada de cierto en el asunto. Tenemos que reconocer que Dios no siempre nos da lo que queremos. No sería un buen padre si siempre satisface las peticiones de sus hijos.
  • Cuando es obvio que Dios ha respondido una oración, debemos alabarle por ello. Esto se puede hacer de forma privada y pública. Pero debe hacerse de tal forma que demos toda la gloria a Dios, en lugar de tratar de robar parte de la alabanza. Nunca debemos dejar la impresión de que somos tan importantes que Dios tuvo que responder nuestra oración en la manera específica en que hicimos nuestra petición.
Hay muchas otras cosas que se pudieran decir con respecto a la necesidad de la oración, la forma de nuestras oraciones, las cosas por las cuales debemos orar, los muchos ejemplos y principios sobre la oración, pero el espacio no lo permite. Nuestro propósito aquí ha sido tratar de corregir algunos de los errores y excesos que cometen cristianos bien intencionados al orar. Es cierto que “no tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Sant. 4:2) y que debemos orar con fervor y sin cesar (Sant. 5:16; Lucas 18:1-8). No podemos orar demasiado. Tenemos grandes necesidades espirituales. Si el Señor Jesucristo tuvo que mostrar su dependencia del Padre en oración, cuánto más no necesitamos tú y yo tener comunión diaria con nuestro Padre celestial con respecto a un montón de cosas. Dios quiere tener una comunicación regular con nosotros. Él nos habla a través de la Biblia y nosotros le hablamos por medio de la oración. Cuán triste es cuando los hijos raras veces hablan con su Padre.

Para meditación: Piensa en oración con respecto al significado y las implicaciones de Filipenses 4:6-7.

*Este material fue tomado del libro “Life in the Body of Christ” del autor Curtis C. Thomas, y  ha sido traducido y reproducido aquí con permiso de la casa publicadora. ©Salvador Gómez Dickson, por la traducción al español.

38 palabras que no llevan tilde

Este es un artículo útil para evitar el error de poner tilde a palabras que no la llevan.

http://www.manualdeestilo.com/ortografia/38-palabras-que-solemos-escribir-con-tilde-y-no-la-llevan/

miércoles, 16 de enero de 2013

Si los ángeles se casaran...

En Lucas 20 nuestro Señor dijo: “Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección” (vv. 34-36).

El interés de Jesús está en la doctrina de la resurrección, y al hablar de ella hace una declaración importante acerca del matrimonio. En el cielo no estaremos clasificados por nuestro estatus civil. No habrá cédula de identidad que afirme si somos solteros o casados. Seremos como los ángeles. La información importante sobre el matrimonio es que es una institución para esta vida, para este “siglo”.


Cuando los hijos de Dios lleguen al cielo, lo harán con cuerpos glorificados y libres de pecado. Nuestro trato hacia los demás será, en resumidas cuentas, perfecto. Queda, pues, una pregunta interesante. ¿Por qué no dejó el Señor la institución del matrimonio para el cielo? O al menos, ¿por qué no hay continuidad de los matrimonios que se originaron en la tierra para que luego disfruten de la bendición de estar unidos y sin pecado? Serían matrimonios perfectos.


¿Cómo sería el matrimonio entre dos ángeles? Nunca serían impacientes el uno con el otro. Nunca dirían nada de lo que tuvieran luego que arrepentirse. El egoísmo no sería un obstáculo. En fin... sería perfecto. Pero Dios no diseñó a los ángeles para que se casaran, ni diseñó la vida celestial de sus hijos para que se casaran. El matrimonio es un asunto terrenal. En el cielo, como dice Hendriksen, “el matrimonio será asunto del pasado.”


Eso significa que todo matrimonio se origina y funciona en un contexto de imperfecciones y pecado. Sólo hubo un matrimonio que funcionó durante algún tiempo sin pecado, el de Adán y Eva. Luego de la caída todo cambió. Podemos encontrar matrimonios ejemplares, como el de Zacarías y Elisabet, padres de Juan el Bautista. Pero nunca perfectos. Esto tiene implicaciones sobre la concepción que debemos tener acerca del matrimonio. Todo matrimonio, aun el de los creyentes, es el matrimonio de dos pecadores.


Las expectativas con que las personas van al matrimonio muchas veces no son las correctas. Idealizamos una institución que no es para el cielo, sino para este mundo de pecado. Por eso es necesaria la paciencia, la comprensión, el amor, la misericordia y la bondad. Cuando hay un problema, normalmente la causa no es únicamente de uno de los cónyuges. Los dos contribuimos con nuestros pecados. Los dos tienen que practicar el arrepentimiento y perdonar. Los dos deben de amarse con el tipo de amor con que fuimos amados por el Señor.


Deja de suspirar: “Si tan sólo estuviera casado con un ángel...” Eso nunca sucederá. Aprende a ser el esposo y la esposa que Dios desea que seas y glorifica a Dios con tu matrimonio imperfecto.¶


Libro recomendado, publicación normal (11.16) y para kindle (4.99):



Otros libros recomendados:

Sexo, Romance y la Gloria de Dios (C. J. & Carolyn Mahaney)
Friends and Lovers (Joel Beeke)
Sweethearts for a Lifetime (Wayne Mack)
What did you Expect? (Paul David Tripp)
The Meaning of Marriage (Tim Keller)

martes, 15 de enero de 2013