jueves, 16 de febrero de 2012

Principios para entender las aparentes discrepancias de la Biblia — 1

[El siguiente material ha sido publicado con permiso del libro SÍNTESIS DEL NUEVO TESTAMENTO de Arturo Pérez—más abajo información acerca de cómo obtener un ejemplar del libro]

1. Lo que no está explicado no es necesariamente inexplicable. 

Por más preparados que estemos, ninguno de nosotros posee todo el conocimiento y todas las respuestas a todas las dificultades que la Biblia tenga. El problema con los críticos incrédulos es que ellos asumen que todo aquello que no tenga una explicación se constituye en un error porque no lo podemos explicar. Pero esto no es un razonamiento correcto porque aún en una investigación científica cuando no se tiene explicación de un fenómeno no se asume que hay una “contradicción” en la naturaleza, sino que se continúa investigando hasta llegar a la verdad. Por ejemplo en otras épocas no había una explicación para los meteoros, los eclipses, los tornados, los huracanes y los terremotos. Pero con paciencia, la ciencia fue aprendiendo a discernir estos fenómenos y explicarlos. Asimismo el erudito bíblico llega a la Biblia con esa misma disposición y encuentra algunas dificultades para las cuales puede que no haya una respuesta, pero se puede iniciar una búsqueda a través de la historia, la arqueología, la lingüística, y otras disciplinas. Por ejemplo, los críticos decían que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco porque supuestamente la escritura no existía en ese momento. Ahora sabemos que la escritura ya había existido por lo menos unos 2,000 años antes de Moisés. Otro caso es el de los heteos, un pueblo totalmente desconocido para los historiadores del pasado. Ahora se sabe de la existencia de los heteos a través de una biblioteca encontrada en Turquía. Esto nos da la confianza de que si hay algo que no tiene una explicación en este momento, no debemos asumir de entrada que hay un error en la Biblia.

2. Las interpretaciones erróneas no significan una revelación errónea.

No confundamos una interpretación falible con la infalible revelación de Dios. Los seres humanos son finitos, y los seres finitos tienen un conocimiento limitado. No debemos asumir que un concepto en la ciencia que es dominante en la actualidad es la palabra final sobre algún tema. Los conceptos prevalecientes en la ciencia en el pasado son considerados como errores por los científicos del día de hoy. Pero no significa que la realidad era contradictoria, sino que la interpretación científica del pasado ignoraba ciertos hechos a la luz de nuevos descubrimientos que han ayudado a descubrir una explicación verdadera sobre la realidad. Algo similar ocurre con la Biblia, donde hay temas en los cuales Dios no ha dado una revelación abundante, y algunos estudiosos se aventuran a dar una “explicación bíblica”, que resulta ser incorrecta cuando se compara con la realidad, pero que no significa que la Biblia estaba en lo incorrecto, sino que el intérprete erró en su explicación. Un ejemplo que podemos dar como referencia es el caso de la inquisición católico-romana en que se consideraba “hereje” al que negara que el sol supuestamente se movía alrededor de la tierra, como lo hizo Galileo, quien dijo que en efecto es la tierra la que gira alrededor del sol. La Biblia nunca ha afirmado esto, sino que una mala interpretación de un lenguaje humano y no técnico (ver principio # 10) hizo pensar a la religión estatal que la Biblia enseñaba que el sol sale y el sol se pone, cuando el sol realmente está quieto y es la tierra la que se mueve. El punto aquí es que el hecho de que la iglesia de Roma quisiera explicar la realidad conforme a sus propios dogmas e interpretaciones particulares no afecta en lo más mínimo la Palabra de Dios ni la infalible revelación de Dios. Los críticos comúnmente critican a los creyentes en general por el mal ejemplo de la inquisición católica que pretendía gobernar la mente del pueblo a través de sus dogmas, torciendo el significado real de la Escritura.

3. Comprenda el contexto del pasaje.

Ya habíamos mencionado este dicho evangélico: “un texto fuera de contexto se convierte en un pretexto…” La Biblia dice “No hay Dios” (Sal.14:1) pero el contexto aclara “Dice el necio en su corazón: no hay Dios”. O en Mateo 5:42 dice “al que te pida dale”. ¿Debemos darle un arma a un niño que la pida, o debemos darle dinero a un adicto a las drogas para que vaya a comprar más droga? O aquel texto donde Cristo exhorta que al que te pida ir una milla llévalo dos millas; si lo cumplimos literalmente y nuestro prójimo solo quiere que lo llevemos a media milla, dejarlo dos millas literales sería hacerle un mal.
Así como estos hay muchos otros ejemplos, como el caso del libro de Eclesiastés donde dice:
  • “No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios” (Ec.2:24)
  • El contexto de este pasaje es que el autor testifica que buscó el significado de la vida en el placer, en las riquezas, en el conocimiento, pero finalmente concluye que el fin de la vida es temer a Dios (Ec.12:13-14). Así que se ha señalado que Ec.2:24 debe leerse como una pregunta que espera una respuesta negativa: “¿Acaso no hay nada mejor para el hombre que comer y beber y trabajar, lo cual viene de Dios?” “¿Es acaso este el fin principal del hombre sobre la tierra, eso es todo…?” La respuesta es “no, el fin principal es temer a Dios y gozarse en El."
[Continuará...]
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