Con el paso del tiempo comprendo cada vez más por qué los grandes hombres de Dios del pasado y del presente leían o leen EL PROGRESO DEL PEREGRINO de Bunyan tan frecuentemente. Algunos incluso trataban de leerlo una vez al año. Entre los amantes de la famosa alegoría de Bunyan podemos mencionar a Charles Spurgeon, J. I. Packer, entre muchos otros.
¿Te has sentido en el pantano del desaliento o en el castillo de la duda? ¿Te has visto herido luchando contra Apolión? ¿Has conversado con Locuacidad y te has encontrado con Pronto-a-cojear? Bunyan fue sencillamente genial.
De seguro que en tu paso por el mundo, como buen peregrino, te has sentido atravesando la Feria de la Vanidad. Bunyan presentaba a los peregrinos como extranjeros a los habitantes de la feria. Hablaban de manera distinta, se vestían diferentes, en fin, mostraban que su ciudadanía estaba en los cielos. Definitivamente debemos cuidarnos de la mercancía de este mundo. Los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida nos exponen a un gran peligro; un peligro del que no están apercibidos los habitantes de esta feria.
Si nunca has leído EL PROGRESO DEL PEREGRINO, o si hace mucho que no lo haces, anímate. Te esperan grandes aventuras.
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