“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida (pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo.” (1 Juan 1.1–4, LBLA)
Uno de los propósitos de Juan al escribir su primera epístola fue demostrar la historicidad y verdadera humanidad de Jesucristo. Él no simplemente aparentó ser hombre, ni sencillamente trató de identificarse con el hombre; Jesús es, hasta el día de hoy, un verdadero hombre. Nació y vivió entre nosotros.
Pero Juan también nos demuestra, como hace también en su Evangelio, que Jesús es Dios. Es por todo esto que el tema de la predicación apostólica es “lo que era desde el principio”, la vida que “fue manifestada”, la vida eterna que “estaba con el Padre”.
Quisiera mostrarles que en estos cuatro versículos con que Juan inicia su carta, hay cinco tiempos o momentos históricos distintos a los que hace referencia.
1. Antes de la creación. Juan establece claramente la doctrina de la preexistencia de Cristo. Él era la vida que “estaba con el Padre” (v. 2). El Evangelio de Juan comienza con “En el principio… el Verbo estaba con Dios” y “Él estaba en el principio con Dios” (Juan 1:1, 2). Por esto habló de que salió del Padre y vino al mundo (Juan 16:28) y de la gloria que tuvo antes con el Padre (Juan 17:5).
2. La encarnación. El apóstol nos enseña que ese Cristo preexistente se hizo carne y estuvo de manera palpable entre ellos (1 Juan 1:1); “la vida fue manifestada… se nos manifestó” (1:2). El Verbo se hizo carne (Juan 1:14; 1 Tim. 3:16). El mensaje del evangelio que hemos recibido de Dios incluye el hito redentor de la encarnación —la Segunda Persona de la Trinidad se hizo hombre. La Navidad no se trata de hacer actos de bondad en nombre del “niño” Jesús; se trata del más grande acto de bondad de la historia, pues el Hijo de Dios se hizo como nosotros para pagar la culpa y el castigo eterno que merecen los pecadores y así llevarles a Dios.
3. Pentecostés y la era apostólica. Cuando Jesús nació, todavía no había venido el Espíritu Santo; todavía los apóstoles no habían sido comisionados a predicar el evangelio. Pero Juan nos habla aquí de un mensaje que anunciaron y proclamaron (vv. 2, 3). A través de la iglesia Cristo haría obras mayores (Juan 14:12) que las realizadas en sus días sobre la tierra. El Espíritu diseminaría el mensaje hasta el fin del mundo.
4. Los escritos del NT y los lectores originales. “Os escribimos estas cosas…” Nuestro pasaje también hace referencia al tiempo en que Juan escribió esta epístola. Posiblemente lo hizo unos 60 años después de la muerte del Señor. Juan tenía destinatarios particulares en mente, hermanos que necesitaban las doctrinas, correcciones y advertencias que contiene la carta. Este es otro tiempo. Y finalmente...
5. Los días de los lectores secundarios. Finalmente estamos nosotros y todos aquellos que han leído 1 Juan a lo largo de la historia de la iglesia. También a nosotros nos son dadas estas enseñanzas “para que nuestro gozo sea completo” (v. 4). Tenemos una responsabilidad asignada por Dios a la luz de este mensaje: debemos proclamarlo e interiorizarlo. No tenemos el más mínimo derecho a cambiar el mensaje que Dios ha puesto en nuestras manos, sino que debemos traspasarlo íntegro a los pecadores con el fin de que, como nosotros, conozcan la gracia perdonadora de Dios. Pero nuestro mensaje no es uno que se limita a estar en nuestros labios; también está en nuestros corazones, y por eso el apóstol habla del gozo completo que empezamos a degustar aquí en la tierra. ¿No es este gozo la reacción más lógica y adecuada al contenido de semejante mensaje? El Señor nos conceda ser fiel al evangelio por dentro y por fuera.
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