“En el fin de la vida de Judas vemos una prueba clara de la inocencia de nuestro Señor. Si había un testigo viviente que podía ofrecer evidencia en contra de nuestro Señor Jesucristo, ése era Judas. Un apóstol escogido, compañero constante en todos sus viajes, oidor de toda su enseñanza, tanto pública como privada. De nuestro Señor haber hecho algo malo en palabra o en hecho, Judas tenía que haberlo sabido… Judas no se ofreció como testigo porque su conciencia no se lo permitiría. Tan malo como era, él sabía que no podía probar nada en contra de Cristo” (J. C. Ryle).
jueves, 30 de julio de 2015
Ni Judas le acusó...
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