“En el fin de la vida de Judas vemos una prueba clara de la inocencia de nuestro Señor. Si había un testigo viviente que podía ofrecer evidencia en contra de nuestro Señor Jesucristo, ése era Judas. Un apóstol escogido, compañero constante en todos sus viajes, oidor de toda su enseñanza, tanto pública como privada. De nuestro Señor haber hecho algo malo en palabra o en hecho, Judas tenía que haberlo sabido… Judas no se ofreció como testigo porque su conciencia no se lo permitiría. Tan malo como era, él sabía que no podía probar nada en contra de Cristo” (J. C. Ryle).
De esta manera concluyó un artículo escrito por John van Eyk y que apareció en el número de julio de 2015 de la revista The Banner of Truth: “¿Sería alguien que te conozca y observe tu manera de vivir atraído a servir al Dios que te redimió? ¿Sería atraído a servir al Dios que nos redimió alguien que conozca nuestra comunidad cristiana y observe nuestro modo de vida? Oh que Dios nos conceda la gracia de examinarnos a nosotros mismos, arrepentirnos en lo que nos hemos quedado cortos y, descansando en la ayuda del Espíritu de Jesucristo, vivir nuestras vidas para la gloria y alabanza de Dios, de modo que las naciones puedan participar de la bendición de Cristo y unirse a nosotros en la alabanza de Dios.”