Un pero que buscaba un lugar quieto y cómodo en el cual tomar un siesta entró en el establo de un buey se echó sobre el heno.
Poco después el buey llegó hambriento tras un arduo día de trabajo, entró a su compartimiento y encontró al perro en su establo. El perro, encolerizado por haber sido despertado de su siesta, se levantó, ladró y amenazó al buey cada vez que éste se acercaba a su heno.
El buey es una bestia paciente, pero finalmente protestó: “Perro, si quisieras comerte mi comida no tendría objeción. Pero ni te la comes ni me dejas disfrutarla, lo cual considero un acto muy grosero de tu parte.”
Moraleja: Algunos envidian de otros lo que ellos mismos no pueden disfrutar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario