sábado, 10 de junio de 2017

¿Qué cosa extravagante has hecho por Jesús?


Mateo 26.6–13 (LBLA) — 6 Y hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 se le acercó una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso, y lo derramó sobre su cabeza cuando estaba sentado a la mesa. 8 Pero al ver esto, los discípulos se indignaron, y decían: ¿Para qué este desperdicio? 9 Porque este perfume podía haberse vendido a gran precio, y el dinero habérselo dado a los pobres. 10 Pero Jesús, dándose cuenta, les dijo: ¿Por qué molestáis a la mujer? Pues buena obra ha hecho conmigo. 11 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12 Pues al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13 En verdad os digo: Dondequiera que este evangelio se predique, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho, en memoria suya.
El título de esta nota tiene una pregunta para reflexión a la luz de este evento que se relata en los Evangelios. Esta mujer hace algo por Jesús que fue objeto de crítica de parte de los discípulos, pero al mismo tiempo objeto de alabanza de parte del mismo Jesús. Es posible que tú y yo nos abstengamos de hacer ciertas cosas por lo que piensan los demás; cosas que realmente no deberíamos dejar de hacer. En este caso se trataba de algo realmente llamativo y extravagante. El perfume que esta mujer dedicó a Cristo debía costar mucho dinero; tanto como para llamar la atención de los discípulos. Para ellos, la acción era inverosímil y una contradicción al espíritu caritativo que deben tener los creyentes. Para Cristo, sin embargo, era lo más lógico que una persona verdaderamente agradecida del Señor podía hacer.

¿Qué cosa extravagante has hecho por Jesús? ¿Qué cosa que agradaría a tu Señor has dejado de hacer para simplemente evitar las críticas? Nuevas oportunidades se presentarán cada día, nuevas decisiones que tomar entre dos o más opciones. Cuando estés frente a ellas, tu principal preocupación debe ser si con ello agradas a Jesús tu Salvador; la opinión de los demás puede ser importante, pero realmente ocupa un lugar muy secundario a la opinión del Soberano del universo.

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