Los primores de Susan Rice (asesora de seguridad nacional de la casa blanca), defendiendo lo indefendible con respecto al activista LGBT que nos enviaron disfrazado de embajador:
“Es la política del Gobierno de Estados Unidos representar a todos los estadounidenses sin tener en cuenta su raza, etnia, religión, origen nacional, edad, género y orientación sexual”. Pero una cosa es “representar a todos los estadounidenses” y otra muy diferente hacer activismo a favor de la agenda LGBT.
Ella también habla de:
“La intolerancia en cualquier forma está en contra de los valores universales que promovemos”. ¿Incluye eso la intolerancia contra los valores cristianos? ¿Quién establece esos supuestos valores universales? ¿Quién los hace determinantes y correctos? ¿el que los disemine el gobierno de Obama? Además, ¿quién ha dicho que es la función de un embajador menoscabar los valores de la nación a la que es enviado y presionar para implantar los valores novedosos de la inmoralidad?
También añade que la “intolerancia... no apoya la inclusión social que creemos que es importante para que una sociedad libre tenga éxito”. ¿Podemos llamar éxito al deterioro moral en que se encuentran las naciones de occidente? ¿Podemos llamar éxito a la desorientación en que se vive en los EEUU donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo se le llama bueno? No saben qué letrero colocar frente a los baños ni quiénes pueden entrar dónde. No saben cuál es la identidad sexual de los individuos; ahora hay que preguntarles para ver qué se consideran y cómo quieren ser llamados. ¿Eso es lo que llaman éxito?
Sólo veo testarudez cuando al final de la nota añade: “Vamos a seguir apoyando al embajador Brewster a medida que él avanza en los derechos humanos universales”. Si eso no es obstinación con el mal, no sé dónde más identificarla.
“¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él” (Prov. 26:12), y realmente los necios no tienen mucha esperanza. Deduzcan ustedes.
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