Lo que aparece a continuación fue la respuesta del pastor Joel Beeke a la pregunta “¿Qué consejo le daría a aquellas personas que sienten que están demasiado ocupadas para orar?”
Tal como cualquier otro cristiano, supongo que mi experiencia ha sido que mientras más entrego a la verdadera oración más consciente me hago de lo poco que realmente oro.
Mi madre es el guerrero de oración más grande que conozco; por décadas ella ha dedicado regularmente dos o más horas a la oración ferviente por día. Cuando cumplió 85, le pregunté: “Mamá, si pudieras vivir otras vez toda tu vida, ¿qué harías de manera diferente?” “Oh mi querido”, me expresó, “desde luego que oraría más.”
Para aquellos con vidas muy ocupadas aconsejaría lo siguiente:
- Mantén la oración como la prioridad de tu vida. No hagas nada sin orar por ello antes. Bunyan nos recuerda que podemos hacer más que orar después de haber orado, pero que no podemos hacer más que orar sin antes haber orado.
- Cultiva un espíritu de oración. Ora por aquello que vas experimentando en el transcurso del día. “Orar sin cesar” ciertamente significa al menos esto: ora al trabajar, al conducir, al pensar—en todo lo que hagas. Mientras más cerca vivas de Dios, más fructífiero y rico vendrá a ser esto para ti.
- Enfócate en la oración intercesora—tanto en privado como en público. Ora mucho con tu familia; nunca obvíes la adoración familiar. Mira la oración como lo más importante que puedes hacer por los demás.
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