Jeremías 31:34 contiene una de las mejores noticias que el hombre puede escuchar: Dios perdona. “Y no me acordaré más de su pecado.” ¿Puede acaso Dios olvidar? Obviamente no. Es una forma de decirnos que ya no tomará en cuenta el pecado para juicio y condenación. En el momento en que depositamos nuestra fe en su Hijo Jesucristo, el valor y la eficacia de su muerte es aplicada a nuestras almas. Nuestra deuda con el Altísimo es cancelada para siempre.
“Es algo maravilloso cuando la omnipotencia vence a la omnisciencia, cuando el amor omnipotente no permite que la omnisciencia recuerde” (Charles Spurgeon).
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