Lo que sigue a continuación es resultado de una discusión que sostuvo nuestro equipo pastoral con respecto a cómo librarnos de la codicia. Fred Johnson había llamado nuestra atención al robo y mentira de Acán en Josué 7:11. Jericó había caído ante Israel. No se debían tomar las riquezas de la ciudad. Pero Acán tomó vestimentas, plata y oro. Los escondió y trató de engañar a los líderes.
¿Por qué hizo esto? Al momento de ser atrapado Acán dio la respuesta: “codicié y tomé” (Josué 7:21). Codicia. Deseó la plata, el oro y las vestimentas más de lo que deseó la comunión con Dios.
No hay diferencia entre la palabra hebrea para deseo y la palabra hebrea para codicia. Codiciar significa desear algo demasiado. Y demasiado se mide por cómo ese deseo se compara con desear a Dios. Si el deseo te aleja de Dios antes que acercarte a Él, es codicia. Es pecado.
Sospecho que la razón por la cual los Diez Mandamientos empiezan con el mandamiento “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Ex. 20:3) y termina con el mandamiento “No codiciarás” (Exodo 20:17) es porque esencialmente son el mismo mandamiento. Incluyen los otros ocho y revelan su fuente.
No codiciar significa no desear nada de un modo que disminuya a Dios como el tesoro supremo. No tener otros dioses delante de Dios significa lo mismo: “No atesorar nada ni nadie de un modo que compita con el lugar supremo de Dios en tu vida. La idolatría es lo que llamamos desobediencia al primer mandamiento. Y la idolatría es que lo Pablo llama desobediencia al décimo mandamiento (Col. 3:5).
Así que la razón por la cual Acán robó y mintió es porque Dios no era su tesoro supremo. No estaba satisfecho con todo lo que Dios le había prometido. Probablemente esa es la razón por la que, al ser descubierto, Josué dijo a Acán: “Hijo mío, te ruego, da gloria al SEÑOR, Dios de Israel” (Josué 7:19). Preferir cualquier cosa por encima de Dios es rebajar su gloria. Ése fue el principal pecado de Acán. Desear oro más que a Dios es igual a codicia—lo cual es igual a idolatría.
Fue, pues, por esta razón que el equipo pastoral insistió en esto y discutimos cómo podemos mantenernos libres de esta terrible condición: aquella que nos hace andar deseando otras cosas más que a Dios, codiciando y siendo idólatras. Hablamos de la importancia de la Palabra de Dios. “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmos 119:11). Sí. Amén. Todos estuvimos de acuerdo con eso.
Otra sugerencia principal surgió de Filipenses. Pablo describe la condición en la que todos queremos estar. Él dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Fil. 3: 7-8). Eso es exactamente lo opuesto a la codicia. Es lo opuesto a la idolatría. Es la suprema satisfacción en Cristo. Eso es libertad.
Pero, ¿y cómo, Pablo? ¿Tienes una sugerencia práctica que podamos usar para luchar por esta satisfacción en Cristo? Esto fue lo que vimos en Filipenses 3:17 y es chocante: “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.”
Esta es una ayuda práctica maravillosa para nosotros: Escoge algunas personas cuyas vidas demuestran que atesoran a Cristo sobre todas las cosas. Luego, obsérvalos. Mantén la atención en ellos. Eso, según Pablo, es una buena manera de conquistar la codicia.
Hay algunos hermanos en la Bethlehem Baptist Church (Iglesia Bautista Belén) cuya madurez, sabiduría y fructificación espiritual en sus matrimonios, por ejemplo, es tan admirable que los observo y pienso en ellos a menudo. Cuando estoy luchando con lo que debo sentir y hacer en mi matrimonio, pienso en lo que ellos hacen. Creo que Pablo se refería a algo así.
Solo añadiría que es bueno también poner nuestros ojos sobre algunos santos muertos. Para eso son las biografías.
Así que, como pastores, te exhortamos a que huyas de la codicia. Derriba tus ídolos. “Considera todo como pérdida por el fin de conocer a Cristo.” Mantente en la Palabra cada día. Pero también encuentra a aquellos que viven de este modo y “obsérvalos”. Lo que verás, si miras cuidadosamente, es el poder y la belleza de Cristo. Esa escena satisfará tu alma. Y tu alma satisfecha te guardará de robar y mentir. Tu vida, entonces, hará que Dios luzca supremamente valioso.
Mirándolos a ustedes, a Pablo y a Cristo con gozo,
El Pastor John
Por John Piper. © Desiring God. Sitio en la red: desiringGod.org