“Os escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo” (1 Juan 1:4).
Lo que Juan nos compartió en los versículos anteriores trata sobre el contenido esencial del evangelio. El mensaje de nuestra salvación está fundamentado en una historia crucial y concreta. Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre y murió en la cruz para garantizar la vida eterna de su pueblo. Ése es el mensaje apostólico que la iglesia está llamada a proclamar y a vivir.
Lo que el v. 4 ahora nos enseña es la consecuencia lógica que ese mensaje está supuesto a producir. En ese sentido, a lo que Juan exhorta al cristiano es similar a lo que leemos en Romanos 12:1-2. El contenido de Romanos 1-11 debe producir el resultado lógico de presentarnos a nosotros mismos en sacrificio vivo a Dios. En el caso de Juan, la gloriosa noticia del evangelio no puede dejar la cristiano en el mismo estado miserable en que se encontraba antes de la salvación. El gozo debe ser la respuesta. Y esta no es la primera vez que nos habla del tema. Ya nos había referido en su Evangelio las palabras del mismo Jesús. “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto” (Juan 15:11).
Lamentablemente, los cristianos muchas veces sucumbimos ante las circunstancias y quitamos nuestros ojos del Señor. Cuando eso sucede empezamos a ver el vaso medio vacío (¡y a veces completamente vacío!), dejamos de ver a Cristo en su trono, se nos olvida el amor que nos manifestó en la cruz y las promesas que están garantizadas como nuestras por el Espíritu. Nos hacemos a nosotros mismos en objetos de gran conmiseración. Los que deberían estar completamente gozosos, ahora están sumidos en la desesperanza y la tristeza. Esto es así porque nuestra satisfacción está depositada en las criaturas y no en el Creador, en nuestros logros y experiencias, y no en lo que Jesús compró para nosotros en el Gólgota.
Martyn Lloyd-Jones nos dice lo siguiente al respecto:
“Lo que se nos ofrece en la Biblia es muy concreto y definido. Los cristianos de este mundo están destinados a vivir plenamente gozosos. Estamos llamados a eso, y nuestro testimonio cristiano será defectuoso a menos que lo experimentemos y lo manifestemos. Los cristianos no se narcotizan. No son como esas personas del mundo que piensan que las cosas son mejores que lo que son. El gozo se caracteriza por lo siguiente. Ante todo es un estado de satisfacción absoluta. No hay gozo a menos que estés satisfecho. Si estoy descontento por alguna cosa, no estoy gozoso. Pero no se queda en esto. La siguiente característica del gozo es un estado de júbilo. Pero deseo hacer hincapié en el tercer elemento, que a mi modo de ver es vital en el verdadero concepto del gozo. Señalaría que en el gozo hay siempre un sentimiento de poder y de fortaleza. En un sentido, el que se encuentra en un estado de gozo, no tiene miedo de nada. Cuando de verdad estamos gozosos, nos impulsa una energía dinámica. Nos sentimos fuertes. Estamos exultantes, preparados para enfrentarnos con cualquier enemigo, venga de donde venga” (Martyn Lloyd-Jones).
El Señor nos ayude a vivir cada día en la plenitud del gozo que el apóstol Juan nos habla aquí.
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