En ocasiones, aunque el precio en el enlace del libro que aparece debajo muestra un precio aparentemente alto, al hacer clic en el mismo reflejará el precio rebajado, por lo que recomendamos siempre probar haciendo clic en el libro que le interesa.
domingo, 31 de diciembre de 2017
martes, 26 de diciembre de 2017
La oración del Salmo 26:2
Vivimos en una generación que ama asumir que las cosas están bien, que Dios está muy satisfecho con nosotros. Ciertamente es correcto recordar siempre la bendita realidad de nuestro nuevo estatus en Cristo. Sin embargo, creo que también haríamos bien en orar más la oración del Salmo 26:2: “Examíname, oh Señor, y pruébame; escudriña mi mente y mi corazón”. No debemos tener temor de hacer una oración así ante un Dios tan misericordioso.
viernes, 22 de diciembre de 2017
No permitas que el pesebre te impida ver al Soberano que se hizo hombre
En los días de Navidad hay muchas cosas que compiten para llamar
nuestra atención. Están los días festivos y las fiestas, el doble sueldo y las
ventas especiales, los regalos hacemos y que recibimos, las comidas
tradicionales y las nuevas resoluciones para bajar de peso, etc., etc. Y si no
llegamos a olvidar el motivo de la celebración —el nacimiento del Hijo de Dios—
entonces nos olvidamos de la verdadera identidad de quien nació en un pesebre.
¿De quién estamos hablando? Aquel que nació en tal humilde condición
no es otro que Dios el Hijo, el eterno, el inmutable, el creador y sustentador
del universo. No permitas que el pesebre te impida considerar su grandeza y
majestad. Jesucristo es Dios.
Apocalipsis
1.4–5 (LBLA) — 4 Juan, a las siete iglesias que
están en Asia: Gracia a vosotros y paz, de aquel que es y que era y que ha de
venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono, 5 y de
Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los
reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su
sangre.
¿Puedes ver la Trinidad aquí? El Padre es descrito como “aquel que es
y que era y que ha de venir”. El Espíritu como “los siete Espíritus que están
delante de su trono. Y el Hijo como “el testigo fiel, el primogénito de los muertos y
el soberano de los reyes de la tierra”.
Los lectores de Apocalipsis se encontraban bajo enorme presión debido
a la persecución que padecían los cristianos en los primeros siglos de la
iglesia. Escuchar que podían depender de alguien que estaría allí siempre para
ellos, de un Espíritu Santo que tiene todos los recursos y gracias necesarias
para perseverar, y de un testigo fiel como Jesucristo, era algo muy consolador
para ellos… como lo debe ser para nosotros hoy. Estamos llamados a ser testigos
fieles de alguien que es el Testigo Fiel. Esto nos fortalece para hablar del
evangelio a otros cuando el temor nos cierra los labios.
Este Dios está haciendo su perfecta voluntad en nuestras vidas y en el
mundo entero. Lo que nos haya pasado, lo que nos pasa y lo que nos sucederá
está completamente bajo el control de nuestro soberano y glorioso Señor
Jesucristo. Tenemos bendiciones invencibles que vienen del trono mismo de Dios.
Las cartas a las siete iglesias servían de adrenalina a los hermanos
del primer siglo… y también deben serlo para nosotros, pues la misma fuente
está ahí para las iglesias de Cristo del siglo XXI.
Apocalipsis
1.8
(LBLA) — Yo soy
el Alfa y la Omega—dice el Señor Dios—el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso.
Jesucristo es EL SHADDAI, para quien todas las cosas son posibles.
Imagínense lo que esto provocaba en los lectores originales de Apocalipsis.
Estaban llenos de cicatrices por las heridas de la vida, y otros aun con
heridas recientes. No estaban seguros de cómo podían seguir adelante. Algunos ya
estaban perdiendo las esperanzas. Y entonces escuchan estas palabras tan consoladoras
del Señor: En Cristo pueden encontrar el apoyo y la fuerza para vivir para
Dios. Él es el Todopoderoso.
Ningún evangelio nos provee una descripción de cómo era Jesús. Pero
aquí en Apocalipsis aparece ésta. Es como un cuadro impresionista. La imagen de
Cristo en el pesebre es muy diferente a la que encontramos aquí.
Apocalipsis
1.12–18 (LBLA) — 12 Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo. Y al
volverme, vi siete candeleros de oro; 13 y en medio de los candeleros,
vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica que le llegaba
hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro. 14 Su cabeza y
sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos eran como
llama de fuego; 15 sus pies semejantes al bronce bruñido cuando se le ha
hecho refulgir en el horno, y su voz como el ruido de muchas aguas. 16
En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada
de dos filos; su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza. 17
Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Y El puso su mano derecha sobre mí,
diciendo: No temas, yo soy el primero y el último, 18 y el que vive, y
estuve muerto; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las
llaves de la muerte y del Hades.
¿Y qué te parece esta otra descripción?
Apocalipsis
5.5–8 (LBLA) — 5 Entonces uno de los ancianos me dijo: No llores; mira, el León de la tribu
de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos. 6
Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un
Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son
los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. 7 Y vino, y
tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. 8
Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se
postraron delante del Cordero; cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de
incienso, que son las oraciones de los santos.
Apocalipsis
5.11–14 (LBLA) — 11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres
vivientes y de los ancianos; y el número de ellos era miríadas de miríadas, y
millares de millares, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue
inmolado digno es de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la
fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza. 13 Y a toda cosa creada
que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a
todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y
al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de
los siglos. 14 Y los cuatro seres vivientes decían: Amén. Y los ancianos
se postraron y adoraron.
Los 24 ancianos adoraron al Padre y al Cordero. Se postraron y
adoraron (sólo Dios debe ser adorado—ver Apoc. 22:9). Lo que se dice del
Cordero, se dice del que está sentado en el trono.
Apocalipsis
4.10–11 (LBLA) — 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el
trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas
delante del trono, diciendo: 11 Digno eres, Señor y Dios nuestro, de
recibir la gloria y el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y
por tu voluntad existen y fueron creadas.
Siegbert Becker comenta sobre esto:
“Los
cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos reconocen esta verdad al
postrarse en adoración ante el Cordero y ofrecerle la misma devoción que habían
ofrecido a Dios (vea Ap. 4:10). El Cordero que fue inmolado recibe la misma
honra que Dios Padre. De un modo simbólico el apóstol expresa aquí la verdad
que Jesús proclamó en el cuarto Evangelio: ‘Para que todos honren al Hijo como
lo honran a él (al Padre)’ (Juan 5:23)” (Apocalipsis: un Cántico Triunfal, p.
115).
¿Quieres tener un vistazo adicional sobre quién era el que estaba en
el pesebre?
Apocalipsis
15.2–4 (LBLA) — 2 Vi también como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los que habían
salido victoriosos sobre la bestia, sobre su imagen y sobre el número de su
nombre, en pie sobre el mar de cristal, con arpas de Dios. 3 Y cantaban*
el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
¡Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios, Todopoderoso! ¡Justos y
verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones! 4 ¡Oh Señor! ¿Quién
no temerá y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo; porque todas las naciones vendran y adoraran en tu presencia, pues tus
justos juicios han sido revelados.
El profeta Jeremías expresó palabras similares:
Jeremías 10:7 (LBLA) — 7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque esto se te debe.
Porque entre todos los sabios de las naciones, y en todos sus reinos, no hay
nadie como tú.
Jeremías contrasta al Dios incomparable con los hombres y los ídolos
(Jer. 10:1-16). Sólo Dios debe recibir esa honra. En Apocalipsis los santos rinden
al Cordero la adoración que sólo se debe brindar a Dios… porque Jesucristo es
Dios.
Recuerda esta verdad durante los días festivos de Navidad: no permitas
que el pesebre te impida ver al Soberano que se hizo hombre, al que se hizo
hombre para salvarnos del pecado y de la condenación.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)