miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cuidado con los pecados “pequeños”

Alguien contó la historia de un joven que fue tentado a cometer tres pecados: matar a su padre, cometer incesto y embriagarse. Él no cometería ninguno de los dos primeros porque eran demasiado horrendos. Así que pensó ceder al tercero por cuanto era el menor de ellos. Pero eso fue suficiente, porque estando borracho procedió a matar a su padre y a cometer incesto.
Debemos tener cuidado de los pecados supuestamente pequeños, porque la carne nos pedirá más y procurará saciarse otros deseos carnales que ni siquiera imaginamos originalmente. Querrá saciarse con uno, pero seguirá pidiendo más de ese pecado o más de otros pecados. Esto sucede con frecuencia con los pecados de la lengua. Al principio puede parecernos algo insignificante, pero los resultados pueden llegar a ser desastrosos. “La lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad” (Sant. 3:5-6).

jueves, 22 de noviembre de 2012

Sé un Bernabé

Por Curtis C. Thomas*

“Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tes. 4:18).


Dios obra por medio de hombres para lograr grandes ministerios. Bernabé fue uno de esos hombres. Cuando Saulo (Pablo) fue convertido de forma gloriosa camino a Damasco y llamado para ser un mensajero especial de Dios (un apóstol) para el mundo gentil, al principio los hermanos cristianos tenían miedo de él. Era entendible. Previo a ser llamado por Cristo, Pablo había sido un perseguidor implacable de la iglesia primitiva. A algunos puso en prisión y a otros llevó a la muerte. Evidentemente los líderes de la iglesia pensaban que era uno de los viejos trucos de Pablo y por ende le tenían miedo. Tampoco podían entender sus planes para evangelizar a los gentiles.
Se necesitó de un Bernabé que "tomara el turno al bate" de Pablo para asegurar a los hermanos de Jerusalén de que Pablo ahora era un verdadero creyente en Cristo y para alentar a los hermanos a brindar a Pablo su comunión y su apoyo en el ministerio (Hechos 9:26-30). Bernabé estaba haciendo honor a su nombre–"hijo de consolación."
También vemos a Bernabé ser usado como un alentador para el joven Juan Marcos temprano en su vida. Después que Juan Marcos abandonó a Pablo y a Bernabé durante el primer viaje misionero, Pablo sintió que era lo mejor no incluir a alguien que había desertado. Las Escrituras nos dicen que Bernabé y Pablo habían sostenido una fuerte disputa con respecto a Juan Marcos (Hechos 15:37-41). El resultado fue que Pablo partió con Silas en su segundo viaje misionero, mientras Bernabé tomó a Juan Marcos consigo hacia Chipre (donde la historia registra que el evangelio realmente penetró en esa isla, evidentemente a través de los ministerios de Bernabé y Marcos).
Finalmente, al término  del ministerio del apóstol Pablo, éste manda a buscar a Marcos, declarando que él le era “útil” (2 Timoteo 4:11).
Uno podría preguntarse qué podría haber sucedido a Marcos de haber sido dejado solo sin un alentador que viniera a su lado. Las Escrituras no nos dicen quién tuvo la razón en la disputa entre Bernabé y Pablo. Quizá ambos estaban en lo correcto. Pablo pudo haber pensado correctamente que Marcos no estaba listo para un viaje tan riguroso. Quizá Bernabé asumió correctamente que, brindando su ayuda a Marcos, el joven probaría más adelante ser un siervo de Cristo capaz y dedicado.
En ambas situaciones, el “hijo de consolación” vivió a la altura de su nombre.
El Nuevo Testamento hace un llamado a todos los creyentes a “alentarnos los unos a los otros” (1 Tes. 4:18; Heb. 10:25). El ejercicio de este don es muy necesario en el cuerpo de Cristo. Algunos entre nosotros están especialmente capacitados en esta área, pero todos nosotros somos responsables de alentarnos los unos a los otros. He aquí algunas de las maneras posibles de hacerlo:
  • Alienta a los líderes por medio de apoyo escrito, verbal y en oración.
  • Alienta a los líderes y a los miembros a través de tu apoyo financiero fiel y regular.
  • Alienta a los que tienen dones especiales o habilidades que las usen al máximo para el bien del cuerpo.
  • Utiliza todos los dones y talentos que Dios te ha dado para beneficio del cuerpo.
  • Busca oportunidades de servicio; no esperes que te lo soliciten.
  • Alienta a los enfermos ya sea visitándoles o llamándoles regularmente; ora por ellos y con ellos.
  • Alienta al cuerpo asistiendo fielmente a los servicios y a los ministerios–con puntualidad.
  • Alienta a los líderes y a los miembros exhibiendo una actitud positiva genuina.
  • Refrénate de criticar a los líderes y a otros miembros.
  • Alienta a las personas verbalmente a confiar en el Dios soberano que les ama, que conoce todas las cosas y que controla todas las cosas para su bien.
  • Exhibe personalmente esta misma confianza cuando ocurran eventos dolorosos en tu vida.
  • Conoce las Escrituras y alienta a los demás con las palabras de las Escrituras.
  • Cuando una muerte acontezca, alienta a los demás hablando de la esperanza bienaventurada que tenemos en la resurrección.
  • Alienta a aquellos que recién se inician en la enseñanza y la predicación señalándoles que con la ayuda de Dios ellos irán mejorando según ejercitan esos dones.
  • Exhorta a otros miembros a apoyar el liderazgo y ministerios de la iglesia.
  • Habla positivamente de otros ministerios dignos dentro del cuerpo.
  • Comparte con otros acerca de alguien dentro del cuerpo que ha sido de bendición en tu vida.
  • Al igual que Bernabé, practica regularmente un discipulado de exhortación con un nuevo creyente.
  • Comparte información acerca de oraciones contestadas.
  • Envía notas de aliento y aprecio por dones puestos en operación en el cuerpo.
  • Sé el primero en ofrecerte como voluntario a ministerios en necesidad.
  • Ofrece ayudar a las personas con necesidades particulares y especiales.
  • De ser posible, provee de manera anónima ayuda financiera a aquellos miembros que no pueden asistir a seminarios especiales, retiros, conferencias, viajes misioneros, etc.
  • Escribe cartas alentadoras a aquellos miembros que viven solos y a aquellos misioneros que sirven fielmente y, con frecuencia, solos.
Meditación: Piensa en oración acerca del significado e implicaciones de Filipenses 1:3-11.

*Este material fue tomado del libro “Life in the Body of Christ” del autor Curtis C. Thomas, y ha sido traducido y reproducido aquí con permiso de la casa publicadora. ©Salvador Gómez Dickson, por la traducción al español.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Teólogos pero inmaduros



“Es muy fácil para los estudiantes comprar la creencia de que la madurez bíblica se trata de la precisión del conocimiento teológico y de la plenitud de su capacidad literaria bíblica. Por esta razón los que se gradúan de los seminarios, expertos en Biblia y teología, tienden a pensar de sí mismos como bíblicamente maduros. Pero debemos afirmar que la madurez no es algo que tiene que ver únicamente con la mente (aunque es un elemento importante de la madurez bíblica). No, la madurez trata acerca de cómo vives tu vida. Es posible ser teológicamente sagaces y ser muy inmaduros. Es posible ser bíblicamente letrados y tener necesidad de un crecimiento espiritual significativo” (Paul David Tripp, Dangerous Calling, p. 25).

http://bit.ly/T4Cigk

Descansando en Ti, oh Cristo

Traducción y adaptación al español del himno "Jesus, I am resting, resting." © Salvador Gómez Dickson. Más abajo encontrará un enlace en YouTube para escuchar este himno con una tonada contemporánea por Buddy Greene.


Descansando en Ti, oh Cristo
Mi alma encuentra gran solaz.
Tu justicia garantiza
Verdadera paz.
Como trapos de inmundicia
Son mis obras para Ti.
¿Cuál mi única esperanza?
Vives, Cristo, en mí.

¡Cuán inmensas tus bondades!
Son más grandes que la mar.
Gigantesca la clemencia
Te complaces dar.
Sí, descanso en Ti, Amado;
De mi alma la salud.
Palabras de vida eterna
Sólo tienes Tú.

Señor, sólo en Ti confío;
Mi corazón no es de fiar.
Todo hombre es mentiroso;
Sólo Dios veraz.
Eres Tú quien satisface
Toda mi necesidad;
Quien compartirá su gloria
Por la eternidad.

Con mi alma en tu regazo
Venzo la perturbación,
Pues tu exaltación en gloria
Es mi entrada en Sión.
Guárdame siempre confiando,
Siempre descansando en Ti.
Yo me comprometo a honrarte
Solamente a Ti.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Especiales de Black Friday en Amazon

La gratitud y la oración

En el Antiguo Testamento encontramos un versículo que sirve de monumento y recordatorio contra la maldad de la ingratitud: "Mas Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén" (2 Crónicas 32:25). Este rey de Judá fue objeto de grandes privilegios de parte de Dios.

Fue él quien vio a Dios vencer al poderoso ejército asirio que con amenazas había rodeado todas las ciudades fortificadas de Judá. Debían rendirse sin ninguna condición ni oposición, por cuanto no había en ellos fuerza para guerrear contra Senaquerib y los suyos. En esa situación, Ezequías elevó a Dios una súplica que quedó registrada en las Escrituras: "Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová" (Isaías 37:20). ¿Y qué ocurrió en respuesta? Un ángel de Dios mató a 185 mil asirios en una noche, y Judá fue librada de la seria amenaza que se cernía sobre ellos.


Otro evento digno de ser mencionado fue la sanidad milagrosa de la que Ezequías fue objeto en Isaías 38. El Señor le había dado instrucciones para que ordenara su casa, pues era inminente que moriría (v. 1). Y fue así que una vez más, Ezequías suplicó a Dios que le prolongara la vida, y una vez más su oración fue oída en los cielos y le fueron otorgados quince años más de vida.


No obstante, con el paso del tiempo la gratitud y la alabanza que una vez estuvieron en sus labios, ya no se escuchaban más. Se enorgulleció y se comportó ostentosamente ante los demás. Por esto nos encontramos con las palabras que citamos al inicio. El cielo denunció su ingratitud, la cual quedó registrada como lección para todos nosotros hoy.


La gratitud es una virtud vital y esencial de la vida cristiana. No queremos decir con esto que somos salvos por ser agradecidos, sino que todo aquel que ha sido salvo por Dios quedará eternamente agradecido a Él. La ingratitud es catalogada como una de las características distintivas de aquellos que están entregados y vendidos al pecado (Rom. 1:21-32). Esta falta de agradecimiento fue la avenida que les condujo al descenso moral y al abandono completo de Dios. Comenzaron siendo ingratos y terminaron revolcándose en sus idolatrías y perversidades. Más aún, el apóstol Pablo enumera la ingratitud como uno de los grandes males de los días de apostasía de los últimos tiempos (2 Tim. 3:2). En Oseas 2:8, el Señor reprende a su pueblo porque "no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite..."

Dios espera y exige que seamos agradecidos.

   “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias;” (Salmos 103:1–4, RVR60)  

Nuestro Señor Jesucristo fue agradecido (Juan 11:41; Mateo 11:25; Luc. 10:21). Pablo dio gracias (Rom. 1:8-9; 1 Cor. 1:4-9; Ef. 1:15-16; Col. 1:3-8; 1 Tes. 1:2-4; 2 Tes. 1:3; 2:13; 2 Tim. 1:3-5). De manera que ejemplo tenemos a imitar. Pero adicional a esto, tenemos en las Escrituras exhortaciones directas y expresas a la gratitud:


  •  “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:18–20)
  •  “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Fil. 4:6)
  •  “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” (Col. 3:17)
  •  “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias.” (Col. 4:2)
  •  “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tes. 5:18)
  •  “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres.” (1 Tim. 2:1)

  
Alguien describió la gratitud como "la percepción de que alguien te ha dado algún bien que no mereces, la cual te hace sentir deudor ante esa persona y hace que ella se haga más querida." Otro autor lo dijo en términos más poéticos: "La gratitud es la vibración de las cuerdas del corazón por el suave toque de la benevolencia de Dios."

¿Qué nota predomina tu vida de oración? ¿Lo que pides o lo que agradeces? ¿No nos dice algo el hecho de que pasamos más tiempo suplicando que agradeciendo? Al orar, amado hermano, no te olvides de los beneficios del Señor y ora agradecidamente.


Quiero terminar esta reflexión citando las palabras de Samuel Davies:

"La misericordia ha sido derramada sobre ti por todos lados, y te ha seguido desde el inicio de tu existencia; misericordia rica, variada, repetida, ininterrumpida y gratuita. Las bendiciones de un cuerpo maravillosamente hecho, completo en todas sus partes y no monstruoso. Las bendiciones de un alma racional e inmortal, preservada en el ejercicio de la razón por tantos años, aun en medio de todos esos accidentes que la han destrozado en otros; un alma capaz del placer exaltado de la religión y del disfrute eterno del Dios bendito, el bien supremo.
La bendición de un mundo grande y espacioso, preparado y equipado para nuestra comodidad; iluminado con un sol ilustre y las muchas luminarias del cielo. La tierra enriquecida y adornada con árboles, vegetales y varios tipos de grano y animales para nuestro sostén y conveniencia. Y el mar, un medio de negocio amplio, un tesoro inextinguible de peces.
La bendición del cuidado temprano de padres y amigos para proveernos en los días de necesidad de la infancia, y para dirigirnos y frenarnos en los años locos y precipitados de la juventud. La bendición de no haber nacido entre salvajes, sino en un país civilizado.
La bendición de no ser una raza de esclavos bajo la tiranía de un gobierno arbitrario.
Permítanme enumerar también las bendiciones de una buena educación; buena, por lo menos comparada a muchas naciones primitivas de la tierra. La bendición de la salud por meses y años; la bendición de ropa adecuada para las diferentes épocas del año. La bendición de la lluvia y épocas fructíferas, de siembra y de cosecha; el reposo refrescante del sueño, y la actividad y disfrute de las horas en que estamos despiertos; las numerosas bendiciones de la vida social y las relaciones más tiernas; las bendiciones incluidas en los nombres tiernos de amigo, esposo, esposo o esposa, padre o hijo, hermano o hermana.
Las bendiciones de la paz; paz en medio de un país pacífico... bendiciones en cada época de la vida; en la infancia, en la juventud, en la madurez y en los días de la vejez... bendiciones personales y familiares, públicas y privadas, porque mientras tengamos aire para respirar, tierra que pisar o agua para saciar nuestra sed, debemos reconocer que no hemos sido dejados desamparados de bendiciones por parte de Dios.
De Dios fluyen originalmente todas estas bendiciones, y a Él somos deudores por ellas."
Davies continúa mencionando peligros de los que hemos sido librados... durante años; cosas en las que muchos otros han perdido sus vidas o su salud. ¿Y qué si contamos nuestras bendiciones espirituales, como la salvación en Cristo, el crecimiento espiritual, la Biblia, una iglesia, la abundancia de libros cristianos, oportunidades de servicio, familiares piadosos, etc. Vuelvo a citar a Davies en este punto:
"Tengo casi temor de llevar tus pensamientos a preguntarte: ¿Qué acciones de gracias has devuelto por todos estos favores?... Tú sabes que has repetido mil veces la ofensa de Ezequías. No necesito dar detalles. Tu conciencia te acusa y te señala los detalles... ¡Oh, ingratitud! ¡Oh, vil, horrible, antinatural ingratitud sin precedentes! De ti Dios ha esperado mejores cosas... ¡Pero oh, terrible ingratitud! Este pensamiento debe quebrantar el corazón más duro entre nosotros" (Sermons of the Rev. Samuel Davies, Vol. 1, pp. 655ss).
Qué contraste tan grande existe entre la alarmante ingratitud de los hombres y la sorprendente bondad de Dios. "Gracias, oh Señor, por bendecir de tal manera a criaturas que no merecen la más mínima de tus misericordias. Gracias."

sábado, 17 de noviembre de 2012

La oración paciente

"Los hombres siempre deben orar y no desmayar. Jesús también enseñó a los discípulos la oración paciente. Si estás bien con Dios y Dios retrasa la respuesta a tu oración, no le juzgues mal. No pienses de Él como un amigo poco bondadoso, como un padre antinatural o como un juez injusto. Sigue orando. Tu oración será ciertamente respondida, porque "todo aquel que pide, recibe." Ora y no te rindas. Tu Padre celestial lo explicará todo un día. No lo hace todavía porque está desarrollando tu carácter" (Oswald Chambers, Prayer: A Holy Occupation, p.120).

jueves, 15 de noviembre de 2012

Cómo escuchar un sermón

Por Curtis C. Thomas*

   “Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante,” (Jeremías 7:23–24, RVR60)

En un intento por hacer que sus mensajes sean tan bíblicamente sanos, convincentes y prácticos como sea posible, a menudo los pastores pasan incontables horas en la preparación de los mismos. No obstante ello, al igual que ocurrió con los israelitas de antaño, muchos miembros no escuchan o no escuchan apropiadamente. Y al igual que sucedió con los israelitas, se retiran siguiendo las inclinaciones obstinadas de sus corazones, persisten en retroceder y no en avanzar.

Hay abundantes advertencias en la Biblia con respecto a cómo debemos escuchar: "Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio" (Prov. 18:13); "Mirad, pues, cómo oís" (Lucas 8:18); "Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez?" (Juan 9:27); "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse" (Sant. 1:19). Aunque estos versículos nos hablan de escuchar con cuidado a cualquiera que hable, son realmente aplicables cuando estamos escuchando un sermón.

Escuchar es un proceso de pensamiento. Uno ha escuchado eficazmente cuando ha recibido y entendido el mensaje tal como el emisor quería que fuera entendido. Varios "expertos en el arte de escuchar" enumeran cuatro pasos en el proceso de escuchar: Oír (percibir el mensaje con el oído); Interpretación (entender el propósito del mensaje); Evaluación (formarse una opinión del mensaje); Respuesta (En ocasiones la Biblia utiliza el escuchar y el obedecer—o responder—como sinónimos. Uno no ha escuchado si no ha obedecido, ver Jeremías 7:23-24 más arriba).

Un buen oyente:
  • Bloquea todas las distracciones posibles y no se deja distraer con facilidad.
  • Se concentra (escuchar es un trabajo) y evita que su mente divague.
  • Anticipa pero no asume (no llega a conclusiones precipitadamente).
  • No juzga hasta no completar su comprensión.
  • Reconoce sus propias predisposiciones, prejuicios o propensiones con respecto al tema o el predicador, e intenta re-evaluar su posición (escucha con objetividad).
  • No se queda pensando en el vocabulario que no le es familiar, antes bien continúa con la labor de escuchar e intenta comprender el propósito principal del mensaje.

He aquí seis ingredientes muy importantes para escuchar sermones:

1. PREPÁRATE PARA ESCUCHAR
  • Descansa lo suficiente antes del mensaje de manera que tu mente no esté tan agotada que no pueda escuchar.
  • Ora continuamente, pidiendo a Dios que te ayude a entender y a responder apropiadamente a Su Palabra.
  • Asegúrate de tener todo lo que necesitas (Biblia, libreta, lapicero, etc.). Siéntate donde puedas ver y oír. Asegúrate de hacerte cargo de las necesidades personales.
  • Motívate a ti mismo. La responsabilidad de desarrollar el interés y el entendimiento es primariamente tuya delante de Dios. Haz un esfuerzo consciente de ser optimista y de estar interesado desde el principio. Da toda tu atención al predicador. Si no tienes una razón buena e inmediata para escuchar a un predicador, probablemente no le escucharás de forma apropiada.
  • De haberlas, cerciórate de leer las lecturas asignadas. El oyente que ha hecho sus asignaciones tiene una mejor comprensión.

2. DESDE EL INICIO, DETERMINA LA ESTRUCTURA

(Cuando un oyente conoce la estructura de la lección, la comprensión se incrementa.)
  • Intenta entender cómo el predicador ha organizado la lección. ¿Inicia el sermón con un breve resumen de los conceptos, temas o ideas principales? ¿Ofrece el maestro un vistazo general de su bosquejo? ¿Captaste los encabezados principales?
  • Ajusta tus anotaciones al predicador. Cada predicador es único y cada uno debe ser escuchado de una manera individual.
  • Los charlistas tienden a seleccionar ciertas palabras, frases o expresiones para hacer transiciones en su bosquejo para introducir ejemplos e ilustraciones y para cualificar sus declaraciones.
Transiciones: Primero, segundo...; Finalmente; Después.
Ejemplos e Ilustraciones: Por ejemplo; Como ilustración.
Calificativos: En mi opinión; Con toda probabilidad.

3. NO PERMITAS QUE EL ESTILO DEL PREDICADOR TE IMPIDA ESCUCHAR
  • Evalúa el contenido, no la forma de entrega. El estilo es la manera característica que la persona tiene de expresar sus pensamientos. Puede que no te guste el estilo de una persona (demasiado dramático, demasiado florido, demasiado rápido, demasiado lento, demasiado emotivo, etc.), per un buen oyente se concentra en el contenido y sabe que la entrega es de importancia secundaria (1 Corintios 2:1-5; 2 Corintios 10:10; 2 Corintios 12:5-6).
  • Un maestro joven todavía está desarrollando su estilo. Sé paciente con él.
  • Un buen oyente pasa por alto errores en la forma de entrega y tolera los malos hábitos del predicador.
(La persona que habla con gracia y con un estilo acabado puede no estar diciendo nada en realidad, aunque lo diga muy bien. Una persona que habla con aire de autoridad puede estar de todos modos equivocado. El predicador sin pulir puede tener algo importante que decir.)

4. SÉ UN OYENTE ACTIVO—ESFUÉRZATE AL ESCUCHAR
  • Recuerda que escuchar es un trabajo. Concéntrate.
  • Un buen oyente se anticipa, hace un resumen mental y considera la evidencia.
  • Nuestros pensamientos pueden ser más rápidos que las palabras del predicador. El charlista promedio habla de 125-200 palabras por minuto. El oyente promedio puede procesar 400 palabras por minuto. Los oyentes de bajo rendimiento tienden a soñar despiertos y se pierden durante el sermón, tal como le ocurrió a la liebre que tomó una siesta durante la carrera con la tortuga. Trata de poner tus pensamientos a trabajar durante un mensaje.
  • Cuídate de tus predisposiciones y trata de escuchar de manera objetiva. Si tu posición se mantiene ante los argumentos de un predicador—bien. Si no es así, quizás necesites estudiar y re-evaluarla.

5. EVALÚA (Fórmate una conclusión de lo que se ha dicho.)
  • ¿Ha interpretado el predicador el pasaje de manera correcta? ¿Pudo demostrar su posición? ¿Ha aplicado las verdades de la Escritura de forma justa y correcta?
  • ¿Qué tiene que ver esto conmigo? ¿Cuáles son las implicaciones? ¿Adónde me conduce esto lógicamente?

6. RESPONDE
  • Pregunta: "¿Qué voy a hacer con las verdades que he aprendido o con aquellas de las que he sido recordado?"
  • Procura crecer en tu vida piadosa, no sólo en conocimiento. Confórmate a la Palabra de Dios (Colosenses 1:10).
  • Persevera: Sigue esforzándote. ¡Estamos más cerca ahora que cuando creímos!
*Este material fue tomado del libro "Life in the Body of Christ" del autor Curtis Thomas, y ha sido traducido y reproducido aquí con permiso de la casa publicadora. (c) Traducción al español: Salvador Gómez Dickson.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Hasta lo último de la tierra


Tres páginas que nos ayudan a orar por las naciones y los diferentes grupos étnicos.
http://www.operationworld.org
http://www.unreachedoftheday.org/index.php
http://www.joshuaproject.net/index.php

¿Por qué la pornografía es adictiva? - artículo en inglés

Porn is addictive for the same reason that many drugs are addictive. Neuroscientist Dr. William Struthers explains how the brain reacts to viewing pornography repeatedly: 
 As men fall deeper into the mental habit of fixating on these images, the exposure to them creates neural pathways. Like a path is created in the woods with each successive hiker, so do the neural paths set the course for the next time an erotic image is viewed. Over time these neural paths become wider as they are repeatedly traveled with each exposure to pornography. They become the automatic pathway through which interactions with women are routed. The neural circuitry anchors this process solidly in the brain. With each lingering stare, pornography deepens the Grand Canyon-like gorge in the brain through with images of women are destined to flow. (Wired for Intimacy, p.85)
 In my interview with Dr. Struthers, he explained what hormones and neurotransmitters are involved in porn addiction.

[Continuar leyendo aquí]

Los mensajes del domingo pasado en IBSJ

"Sofocando la Ira" disponible en dos formatos en Amazon

viernes, 9 de noviembre de 2012

Un artículo acerca de los plagios en el púlpito

Todos nos hemos beneficiado de los sermones y charlas de otros. Pero una cosa es un beneficio y otra muy distinta un plagio.

Haga clic aquí para leer el artículo (en inglés).

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Puntualidad: Un Asunto de Palabra

Por Curtis C. Thomas*

Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:3–4).

Los cristianos deben ser personas consideradas. Siempre debemos estar estar interesados en los intereses de los demás, no sólo en los nuestros. Sin embargo, muchos creyentes no practican esto cuando llegan habitualmente tarde a los servicios de la iglesia, a las clases,  a la labor del cuido de niños y otras obligaciones de los miembros, y cuando entregan tarde sus asignaciones y tareas.
Cuando una persona se compromete con una iglesia se está comprometiendo a asistir a los servicios. Sabe a qué hora inician los servicios. Por implicación está diciendo que él estará allí presente en las reuniones de la iglesia (¡no sólo en los últimos cuarenta y cinco minutos!). Cuando dice, por ejemplo, que va a enseñar una clase para niños a las 9:30 am, está diciendo que estará ahí en ese momento (o preferiblemente antes) y no que se rezagará cinco o diez minutos, mostrándose inconsiderado hacia los demás.
Sin embargo, tristemente debemos decir que hay miembros que llegan habitualmente tarde a casi todas las actividades o responsabilidades. He escuchado casi todas las excusas imaginables. En algunos casos pueden haber sido legítimas, pero a menudo las excusas son muy ligeras, y a veces no tienen fundamento alguno.
Las coartadas que probablemente más se utilizan son "los niños" o "se le hizo tarde a mi esposa". En muchas de estas situaciones la verdadera razón es que el padre, que está supuesto a ser el líder espiritual y quien guía a la familia (primariamente con su ejemplo) es igualmente culpable. En muchos casos el padre no tiende una mano de ayuda a la madre que trata de ocuparse de todos los quehaceres del domingo en la mañana. Tiene que cocinar el desayuno, levantar a los niños, asegurarse de que estén vestidos, alimentados y que tengan sus Biblias y materiales de escuela dominical. El esposo con frecuencia se sienta a leer la página deportiva de los domingos sin ayudar a su agobiada esposa. Ahora se da cuenta de que están tarde y, camino a la iglesia, les señala que ellos siempre están tarde.
El escenario planteado arriba no ocurre en todos los hogares cristianos, pero en mi experiencia aconsejando familias, ocurre con demasiada frecuencia.
Pensemos por un momento en el daño que causan los miembros de la iglesia que llegan habitualmente tarde.

  • Crea una atmósfera negativa los domingos para toda la familia, pues causa que uno o más adultos griten frenéticamente al otro para que se aliste y entra al carro.
  • A menudo la familia llega a la adoración con ira sin resolver entre ellos (que no es la manera de venir a la presencia del Señor).
  • Se establece un mal ejemplo frente a la familia. Con frecuencia los niños siguen el mismo patrón de sus padres.
  • Aquellos que persisten en llegar tarde pueden afectar a aquellos que planificaron los servicios o que están impartiendo las clases. A menudo se interrumpe la línea de pensamiento que llevaban o la forma en que conducían el servicio.
  • Al llegar tarde, son una distracción para los demás tanto en las clases como en la congregación.
  • Cuando uno llega tarde suele perder un ingrediente importante que le pudo haber ayudado en su entendimiento o en su andar cristiano.
¿Cómo puede uno romper con semejante patrón de tardanza habitual? En primer lugar, debemos reconocer que la tardanza repetida es una falta de consideración hacia los demás. En segundo lugar, debe iniciar un patrón de llegar temprano, no sólo a tiempo. Al hacerlo así, el llegar tarde a causa de retrasos menores quedaría eliminado. Si has dejado la mayor parte de la preparación en manos de tu cónyuge, toma una parte justa de las responsabilidades sobre ti mismo. Y finalmente, piensa con respecto a la puntualidad como una manera de dar un buen ejemplo que los demás pueden seguir.

Aplicación:
  1. ¿Estás a tiempo (o temprano) para las actividades de la iglesia?
  2. ¿Qué pasos específicos puedes dar para asegurar que tu familia cumpla con su obligación de estar a tiempo?
  3. ¿Cómo puedes ayudar a tu cónyuge los domingos en la mañana para que la familia llegue a la iglesia a tiempo?
  4. ¿Estás enseñando a tus hijos la importancia de cumplir con sus demás compromisos a tiempo?
Meditación: Piensa en oración sobre el significado e implicaciones de 1 Corintios 14:33.

*Este material fue tomado del libro "Life in the Body of Christ" del autor Curtis Thomas, y ha sido traducido y reproducido aquí con permiso de la casa publicadora.