martes, 29 de mayo de 2012
lunes, 28 de mayo de 2012
Cuando la vida humana pierde su valor
Las verdades tienen consecuencias. No podemos enseñar al hombre que su origen se debió a las transformaciones fortuitas de la materia durante millones de años, sin que esto produzca los resultados que vemos hoy. Si añadimos a esto el valor que nuestra cultura asigna al dinero, a las posesiones materiales y a las experiencias placenteras, no debemos extrañarnos cuando observamos a los antisociales matar por unos cuantos pesos.
En otras palabras, creer en la evolución e idolatrar el dinero devalúa a los hombres. Es por esta razón que los mismos que despojan a otros de sus pertenencias para comprar drogas, son objetos a su vez de los asesinatos más horrendos y crueles. La vida humana no vale nada.
Uno de los diarios dominicanos del día de hoy es una evidencia elocuente de lo que estamos hablando. Una joven de 27 años había sido declarada desaparecida, sólo para unos días después ser encontrada muerta y quemada al lado de un río con signos de estrangulación. El motivo del asesinato fue pasional (una extraña forma de manifestar el amor). Otro titular lee UNA TURBA MATA HAITIANO, mientras que en otra noticia aprendemos de un sujeto que disparó a otro que le tocó la puerta del baño de un bar de forma demasiado insistente.
¿Por qué todo esto y los actos que a diario suceden? Porque nos han enseñado que somos el resultado de los impredecibles movimientos del azar, un conglomerado de aminoácidos que (¡voilá!) produjeron la vida humana. Si sumamos el valor de todos los ingredientes que nos componen, sólo valemos unos cuantos centavos.
La opinión de Dios es diferente. Su Palabra nos enseña que el hombre fue creado, y que fue creado a Su imagen. Nos hizo con cuerpo y alma. Somos responsables ante nuestro Creador por lo que hacemos con nuestras vidas y con las vidas de los demás. El valor que Dios le ha asignado a la vida humana es muy distinto al que nos proclama el evolucionismo. Las ideas tienen sus consecuencias.
En otras palabras, creer en la evolución e idolatrar el dinero devalúa a los hombres. Es por esta razón que los mismos que despojan a otros de sus pertenencias para comprar drogas, son objetos a su vez de los asesinatos más horrendos y crueles. La vida humana no vale nada.
Uno de los diarios dominicanos del día de hoy es una evidencia elocuente de lo que estamos hablando. Una joven de 27 años había sido declarada desaparecida, sólo para unos días después ser encontrada muerta y quemada al lado de un río con signos de estrangulación. El motivo del asesinato fue pasional (una extraña forma de manifestar el amor). Otro titular lee UNA TURBA MATA HAITIANO, mientras que en otra noticia aprendemos de un sujeto que disparó a otro que le tocó la puerta del baño de un bar de forma demasiado insistente.
¿Por qué todo esto y los actos que a diario suceden? Porque nos han enseñado que somos el resultado de los impredecibles movimientos del azar, un conglomerado de aminoácidos que (¡voilá!) produjeron la vida humana. Si sumamos el valor de todos los ingredientes que nos componen, sólo valemos unos cuantos centavos.
La opinión de Dios es diferente. Su Palabra nos enseña que el hombre fue creado, y que fue creado a Su imagen. Nos hizo con cuerpo y alma. Somos responsables ante nuestro Creador por lo que hacemos con nuestras vidas y con las vidas de los demás. El valor que Dios le ha asignado a la vida humana es muy distinto al que nos proclama el evolucionismo. Las ideas tienen sus consecuencias.
lunes, 21 de mayo de 2012
¿Sabios o necios? La ira delata lo que somos
“El necio al punto da a conocer su ira; mas el que no hace caso de la injuria es prudente” (Proverbios 12:16)
El libro de Proverbios manifiesta un interés continuo por contrastar al
insensato con el sabio, al necio con el prudente. Y al hablar del tema de la
ira no hace una excepción. La reacción entre uno y otro son muy distintas.
Mientras uno ve que tiene que dar a conocer su indignación con obligatoriedad,
el otro es capaz de ejercer un dominio de su alma que le permite pasar por alto
las ofensas. Veamos cada uno en particular.
“El necio al punto da a conocer su ira.” Éste es el
cuadro gráfico de uno que actúa sin pensar; de uno que no cuenta hasta diez para
no estropear la situación. En su mente, todo es secundario a la necesidad de
hacer ver a los demás que está en desacuerdo, que se siente humillado, que su
estima personal ha sido herida. Para éste individuo, mantener las buenas
relaciones no es tan importante como revelar con un rostro enojado y palabras
hirientes que las cosas no se han hecho como él pensaba. El lugar, el momento y
las circunstancias no importan, como tampoco delante de quién se encuentre. Se
conduce impetuoso a su necedad.
No tiene tiempo para pensar. Sus emociones trabajan más rápido que su
mente y que su voluntad. Los pensamientos que tenderían a apaciguar la furia
que siente llegan después que la necedad ha sido cometida. Si tan sólo se
hubiera detenido a considerar que es una tontería aquello por lo que pelea,
ningún grito ni golpe se habrían producido. “El necio da rienda suelta a toda
su ira” (29:11). Cuando se siente avergonzado por alguien, inmediatamente deja
salir por su boca palabras hirientes, lanza indirectas penetrantes, utiliza
palabras vengativas que procuran que sea imposible para el otro sentirse bien.
El orgullo tiene mucho que ver en esto. El necio tiene la piel muy
sensible; se ofende y molesta con facilidad. Ante la menor crítica se aíran
desmedidamente. Las reacciones tan extremas ante las cosas que le irritan son
mucho más aborrecibles que las provocaciones originales. El pecado y la
injusticia que se cometieron contra él son nada en comparación con las locuras
que comete un hombre en su furor. ¿Cuál es la razón impulsora de tantos
crímenes? En un momento de frenesí, el hombre llega a un vertiginoso veredicto
acerca de otra persona: la pena muerte. Es así que a veces, por una tontería,
hay hombres que han perdido la vida. El rey Nabucodonosor mandó a matar a todos
sus sabios porque no le pudieron interpretar un sueño (Dan.2:12,13).
Cuántos matrimonios han sido severamente afectados por los desvaríos de
un cónyuge airado. La actuación de un día ha dejado marcas difíciles de borrar
en la relación entre padres e hijos. ¿No es una reacción exagerada la que tanto
padres como hijos se muestran unos a otros por cosas que después fríamente
reconocen como nada? Es por esto necesario preguntarnos: ¿Vale más la causa por
la que estoy peleando que las consecuencias que cosecharé por mi enojo?
“Mas el que no hace caso de la injuria es
prudente.” Éste es el que no se deja provocar fácilmente por el agravio cometido
en contra suya. Ha aprendido a absorber el golpe de la humillación, a mantener
la compostura y a evitar el conflicto. Es el que siente un verdadero y genuino
alivio en dejar su causa ante el trono de la gracia; sabe dejar las cosas en
las manos de Dios. Y si Dios ya lo sabe, el mundo no tiene porqué enterarse.
Hay momentos para hablar y hay momentos para manifestar una indignación santa.
Pero las palabras de este texto se refieren obviamente a ofensas que podemos
pasar por alto.
Necesitamos aprender la gracia de ignorar los insultos y las críticas
injustas. Estas forman parte inevitable de la vida. Por eso Cristo nos instruyó
a poner la otra mejilla cuando somos golpeados. Eso no es otra cosa que
mansedumbre.
Son diferencias como ésta las que hacen que el testimonio del justo
brille tanto en un mundo en el que las personas se devoran unas a otras. El
dominio propio es una característica del sabio, y cuando los hombres la
observan en otros, la reconocen. No han sido pocos los que han atribuido su
interés inicial por el evangelio a la actitud piadosa de un creyente ante la
provocación. ¿Qué tipo de testimonio está ofreciendo usted? ¿Es capaz de
excusar y pasar por alto las injurias y afrentas que recibe, o empeora la
situación con su reacción?
Este material fue extraído del libro SOFOCANDO LA IRA. Si al lector le interesa adquirir todo el material puede hacer de tres maneras:
(1) El libro en Amazon.
(2) El e-book para Kindle en Amazon.
(3) El documento pdf a través de Palabra Fiel
domingo, 20 de mayo de 2012
Lee un salmo
En su edición de Abril 2012, la revista Tabletalk publicó un artículo de Derek Thomas en el cual éste nos da el siguiente consejo con respecto al orar:
"Lee un salmo antes de orar, e intenta emular lo que encuentres: un interés en Dios con toda su naturaleza multifacética. Busca salmos de gozo o tristeza, alabanza o lamento, y observa cómo el salmista pasa tiempo con Dios, haciéndole el centro de sus pensamientos y sus deseos" (p.17).
sábado, 19 de mayo de 2012
Libros recomendados acerca de Jonathan Edwards
Sin dudas, Jonathan Edwards ha sido uno de los hombres más influyentes de la historia. Su impacto no se limita a la iglesia, sino que abarca muchas otras esferas; no se limita a su lugar de desenvolvimiento geográfico, sino que alcanzó a todo el mundo; no se limita a su época, sino que todavía sigue teniendo un impacto enorme en las vidas de hombres y mujeres. Recomendamos el estudio de su vida, y por eso queremos recomendar algunas biografías y recursos que nos ayudarán al respecto.
- Jonathan Edwards: A Life (George Marsden)
- A Short Life of Jonathan Edwards (George Marsden)
- Jonathan Edwards: A Guided Tour of His Life and Thought (Stephen Nichols)
- Jonathan Edwards and the Ministry of the Word (Douglas Sweeney)
- The Preaching of Jonathan Edwards (John Carrick)
- Jonathan Edwards for Armchair Theologicans (James P. Byrd)
- Jonathan Edwards: A New Biography (Iain Murray)
- A God-Entranced Vision of All Things (Ed. John Piper & Justin Taylor)
- The Unwavering Resolve of Jonathan Edwards (Steven Lawson)
- A Sweet Flame: Piety in the Letters of Jonathan Edwards (Michael Haykin)
- The Legacy of Jonathan Edwards (D. G. Hart, Sean Lucas & Stephen Nichols)
jueves, 17 de mayo de 2012
¡Cuánto le debemos al Dios de Guillermo Tyndale!
“Tiene un corazón diabólico, orgulloso y despreciable. Tiene la marca
del diablo en su frente... Una bestia abominable, un nuevo
Judas, un idólatra, un adorador del diablo,
peor que un mahometano, una serpiente
que anda en fosos oscuros, un
publicano y pagano, peor que Sodoma y Gomorra, un Lucifer, arrojado del cielo. Si soporta dolor, lo hace al
igual que el diablo, para herir la verdad. Se quemaría en el infierno con tal de tener la compañía de los que
sean desviados por él.”
¿De quién
se ofrece semejante descripción? Fueron las palabras de Sir Tomás Moro,
defensor de la iglesia católica, sobre su enemigo Guillermo Tyndale. Su pecado
fue traducir la Biblia al idioma del pueblo.
En las
próximas líneas quisiéramos estudiar a este gran personaje de la reforma
inglesa; y para considerar correctamente su vida se nos exige ambientarnos en
cuanto a la época, pues su impacto fue acompañado de eventos y circunstancias
que movilizaron sus ideas y obras.
EL AMBIENTE HISTÓRICO
Trasladémonos
a los años 1450-1550. Venimos de la Edad Media y comienza el Renacimiento. La
exploración marítima logra un gran auge. Europa se expandía y se descubrían
nuevas tierras. Junto a lo cual el comercio se desarrollaba. Con estas
condiciones tenemos los recursos de producción y expansión de las Sagradas
Escrituras. A la par con esto, vemos a un Guillermo Tyndale que crece en una
atmósfera educacional en la que podía estudiar, investigar y aprender. La
ciencia avanzaba y los inventos proliferaban. Surge la imprenta de Gutenberg,
la cual, con tipos móviles, facilitaba la producción de más libros y mucho más
baratos. Ya para los días de Tyndale la imprenta tenía unos 70 años de
desarrollo, y con ella se publicaron los léxicos, gramáticas y textos griegos y
hebreos que jugaron un papel vital en la labor de nuestro biografiado. A todo
esto se añadía el clima religioso mantenido por la iglesia católica con todos
sus tentáculos en Europa. Tanto el pueblo como el clero eran ignorantes. Datos
de entonces nos dicen que de 311 clérigos, 10 no podían decir la oración del
Señor, cerca de 30 no podían mencionar su autor, y ¡170 no podían repetir los
diez mandamientos! Si estos eran los “guías”, imagínese la ignorancia del
pueblo. Había la necesidad de verter la Biblia en el idioma del pueblo. Bien
podemos afirmar que Tyndale nació “cuando vino el cumplimiento del tiempo.”
SUS AÑOS EN INGLATERRA (1494-1524)
Nació al
sur de Inglaterra en Gloucester, cerca de Gales, entre los años 1490 y 1494. Su
niñez es desconocida; de familia adecuada y buena posición.
Estudió en
la universidad de Oxford, a la cual ingresó a los trece años de edad, siendo
aparentemente un estudiante excelente. Se dice que hablaba siete idiomas, y tan
bien, que se podía pensar de cada uno que era su idioma natal. Fue en ese entonces cuando aprendió la gran
lección: era pecador. Leyó a Martín Lulero y llegó a ser “un adicto a las
Escrituras.” Terminó sus estudios en Oxford, donde se decía que sólo un sexto
de los estudiantes lo lograba, e ingresó a Cambridge para realizar sus estudios
del griego. Lugar éste que presenció el incremento de su fuego reformador. Fue
un excelente predicador. Como vivía, así predicaba.
Dejó
Cambridge en 1522 y regresó a Gloucester para ser el tutor de los hijos de un
caballero llamado Sir John Walsh, con quien regularmente discutía asuntos
espirituales durante las comidas. Normalmente
tenían invitados, entre los que había católicos, sacerdotes y prelados.
Por ello las discusiones a menudo se tornaban en debates y contra-argumentaciones,
porque ellos defendían al papa, y él la Palabra de Dios. En cierta ocasión un
conflicto serio aconteció. Se encontró con un “sabio” que, al compartir y
disputar con él, gritó las palabras blasfemas: “Estaríamos mejor sin las leyes
de Dios que sin las del papa.” Cuando Tyndale escuchó esto, con celo santo y no
pudiendo sobrellevar tal blasfemia replicó: “Desafío al papa y todas sus
leyes... Si Dios me diera vida, en no muchos años haría que un chico que ara la
tierra conozca más de la Escritura que lo que sabe usted.”
Pero
nuestro hombre sabía que estos conflictos podían entorpecer sus planes; por lo
que pasaba la mayor parte del tiempo en la biblioteca, y evitaba tener
conversaciones que le comprometieran. Oraba, leía y traducía la Biblia.
Pero
después de caer un día en medio de una tropa de monjes y curas, sintió que era
tiempo de marcharse y de buscar un retiro. Así se protegería a sí mismo y a la
familia Walsh.
Intentó
buscar ayuda en Londres por medio del obispo de aquella ciudad, pero no la
consiguió. Aún así, con entereza permanecía comprometido con la idea de la
traducción de la Biblia. Recibió providencialmente la ayuda de algunos
mercaderes y fue exhortado a irse a la Europa continental. Vivió en carne
propia el texto de Mateo 19:29, y partió a Alemania en 1524, donde encontramos
su exilio voluntario “por causa de la Palabra de Dios” (Apoc. 1:9).
SUS AÑOS EN LA EUROPA CONTINENTAL (1524-1536)
La mejor
descripción de esta parte de la historia del “traductor” la encontramos en 1
Corintios 11:26-27. Fue en esta época cuando se reunió con Lutero. Primero fue
a Hamburgo y luego a Wittenberg. Se encontró con el hombre que le tocó su alma
con sus escritos. De aquí pasó a Amberes (en Holanda).
¡Cuánto
trabajó en su traducción! Tyndale tenía que verter palabras al inglés que nunca
antes se habían traducido. Tenía que descifrar significados y usos. Fue por él que muchas palabras se incorporaron
al vocabulario inglés, como: “mercy seat, escapegoat, passover, tendermercies of
God, longsuffering of God.
Pudo
traducir el Nuevo Testamento e imprimirlo en Worms (ciudad pro-Lutero) con
6,000 copias, gracias a la ayuda de mercaderes. Se enviaron a Inglaterra. ¡La
primera traducción al inglés del original griego estaba disponible!
Pero un
discurso de fuentes enemigas pronunció lo siguiente: “El Nuevo Testamento
traducido al idioma común es ciertamente el alimento de la muerte, el
combustible del pecado, el pretexto de una falsa libertad, la protección de la
desobediencia, la corrupción de la disciplina, la depravación de la moral, el
fin de la concordia, la muerte de la honestidad, el manantial de los vicios, el
deceso de las virtudes, la instigación a la rebelión, la leche del orgullo, el
sustento de la falta de respeto, la muerte de la paz, la destrucción de la
caridad, el enemigo de la unidad, el asesino de la verdad.” No fue una pequeña
oposición la que tuvo que enfrentar.
En 1527
comenzó su traducción del Antiguo Testamento. Trabajó meses para traducir el
Pentateuco, y luego navegó a Hamburgo en 1529, para imprimirlo, pero... “peligros
en el mar”... el barco naufragó y TODO el material de Tyndale se perdió. Pero
su celo logró que en nueve meses lo tuviera traducido de nuevo. “Los salmos
fueron cantados en el templo de Jehová en el idioma de Israel,” decía él, “¿y
cómo el evangelio no hablará el idioma de Inglaterra entre nosotros?”
En 1534 se
trasladó de nuevo a Amberes, su última estadía antes de su arresto. Sus obras
no eran perfectas, pero dedicó estos años para corregir lo antes realizado; de
tal manera que en una obra podía corregir hasta cuatro mil errores (¡ardua
tarea!). Todo porque quería transmitir EXACTAMENTE lo que Dios dice. “Nunca he
alterado ni una sílaba de la Palabra de Dios, ni lo haría, contra mi
conciencia.”
Sus años
en Europa no fueron los de un holgazán. Además de traducir las Escrituras,
escribió teología y exposiciones bíblicas, enseñó y predicó en la comunidad.
Recorría la ciudad de arriba a abajo ministrando a la gente.
SU MARTIRIO Y MUERTE
La mayor
información de esta parte la conseguimos de John Fox, contemporáneo de Tyndale
y amigo de Tomás Pointz, en cuya casa el traductor pasó todo un año.
La gran
actividad de nuestro personaje hacía que no se protegiera como debía. Había
depositado mucha confianza en el mercader John Philips, con quien se relacionó
por la costumbre de comer con mercaderes. La confianza fue tal que llegó a
mostrarle su cobijo. Le enseñó sus libros y muchos secretos de sus estudios.
Aunque advertido por Pointz acerca de este hombre, Tyndale veía en él a alguien
honesto. Pero días después, aprovechando la ausencia de Pointz, Philips hizo
una supuesta visita al reformador en la que le invitaba bajo su cuenta a pasar
el día. Tyndale se rehusó, expresando que prefería ser él quien le invitara a
comer fuera. Cuando llegó la hora de
comer se dispusieron a salir. Para ello había que pasar por una entrada larga y
estrecha, a cuya salida Philips había colocado a dos oficiales. Después de una
educada discusión sobre quién iría delante (no cabían dos personas), Tyndale lo
hizo, y al salir fue arrestado. Tal fue el día 21 de mayo de 1535, donde la
traición de un amigo marcó su muerte.
Fue
llevado a un castillo-prisión, desde el cual escribió la siguiente carta: “Le
ruego a su señoría por el Señor Jesús, que si permanezco aquí durante el invierno,
le pida al Procurador que sea lo suficientemente bondadoso conmigo como para
enviarme de mis bienes que tiene en posesión, un gorro más tibio, porque sufro
de modo extremo de un resfriado en mi cabeza, siendo afligido con un catarro
permanente, el cual es considerablemente aumentado en esta celda. Un abrigo más
caliente por favor, porque el que tengo es muy fino; además un pedazo de tela
para remendar mis polainas. Mi sobretodo está roto, al igual que mis camisas.
Tiene una camisa mía de lana, la cual sería muy amable en enviarme... También
quiero, con su permiso, tener una lámpara en la noche, porque es fastidioso
sentarse solo en la oscuridad. Pero sobre todo, le pido y le urjo con
clemencia, a rogar al Procurador que tenga bondad en permitirme tener mi Biblia
hebrea, la gramática hebrea y el diccionario hebreo, para poder pasar mi tiempo
con ese estudio. Y de vuelta, deseo que obtenga sus más queridos anhelos,
siempre siendo consecuentes con la salvación de su alma. Pero si al final del
invierno, se toma una decisión diferente acerca de mí, seré paciente,
permaneciendo en la voluntad de Dios para gloria de la gracia de mi Señor
Jesucristo, en cuyo Espíritu oro que pueda dirigir su corazón. Amén. Guillermo
Tyndale.”
En su
martirologio, John Fox dice: “Tal era el poder de su doctrina y la sinceridad
de su vida, que durante el tiempo de su encarcelamiento (que duró año y medio)
convirtió a su carcelero, la hija del carcelero y a otros de su casa.”
Pero en
octubre de 1536 fue llevado a la hoguera en el pueblo de Vilvorde; momento en
el cual gritó fuertemente, “¡Señor! abre los ojos al rey de Inglaterra.”
Petición que se cumplió parcialmente el mismo año de su muerte, cuando se
imprimió la primera Biblia inglesa en Inglaterra. Y cinco años después se consideraba
un crimen no tener una Biblia inglesa en cada parroquia para que el pueblo la
leyese.
El impacto
de la traducción de Tyndale fue grande, incluso por el hecho de que fue la base
para muchas otras traducciones. Se dice que la Biblia del rey Jaime (King
James) es un 90% trabajo de Tyndale.
APLICACIÓN
Muchas
lecciones se desprenden de estudiar la vida de este hombre.
1. Debemos
adorar a Dios por seleccionar hombres que nos provean la Escritura en nuestro
idioma y las pongan en nuestras manos. Sufrimientos similares padecieron los
que nos han dejado el legado de la Biblia en castellano. Hoy podemos decir: “¿Qué
versión tienes? ¿Con concordancia o sin ella?” Pero antes era: “¿Qué página de
la Biblia tienes? ¿De qué libro?” Además debemos tener también gratitud por los
libros cristianos que hay en nuestro idioma. No debemos olvidar que fueron creyentes influenciados con la Biblia inglesa los que posteriormente navegaron a otros lugares en labor misionera, llegando incluso a las costas de nuestras islas en el Caribe.
2. Nuestro
corazón debe dolerse por los millones que hoy están sin Palabra de Dios.
Alguien dijo: “No hay precio que sea alto de pagar cuando se trata de dar la
Palabra de Dios a otros.”
3. La vida
de Tyndale es un aliento a la lectura, al estudio y a la meditación en la
Biblia. ¡Qué privilegio es tener la Biblia! Nuestra guía en todos los aspectos
de la vida.
“Señor y
Dios nuestro, te has preocupado tanto por dejarnos tu Palabra, y mira cómo la
descuidamos. Perdónanos.”
lunes, 14 de mayo de 2012
¿Vale la pena estudiar los idiomas originales?
Lamentablemente está en inglés, pero recibí este artículo sobre importancia del estudio de los idiomas originales para el estudio de las Escrituras, para aquellos que puedan leerlo.
Para leerlo, haga clic aquí.
Para leerlo, haga clic aquí.
sábado, 12 de mayo de 2012
¿Adónde se han ido los santos?
por Maurice
Roberts
El
pecado ha tenido dos efectos notables sobre nuestros poderes críticos. Nos ha
hecho hipersensibles a las faltas ajenas e insensibles a las nuestras. Nacemos
siendo expertos en verlas faltas de nuestro vecino. Pero una perspicacia
espiritual nos lleva a ser olvidadizos en cuanto a esas mismas faltas en
nosotros. ¿Por qué nos es mucho más fácil advertir al hermano de la paja en su
ojo que quitar la viga del nuestro? “Hazme conocerme a mí mismo” no es una oración
común.
“Conócete
a ti mismo” ha sido una máxima de los filósofos y sabios desde tiempos remotos.
Pero, a pesar de ello, ¿cuál de ellos realmente se conoció a sí mismo? Robert
Burns no fue ningún santo, pero vio necesario exclamar:
¡Oh qué poder el Dador nos daría
Si nos viéramos a nosotros mismos como los demás lo
harían!
Burns
suspiró, como todos hacemos en nuestros mejores momentos, al llegar a la sabia
comprensión de que el conocimiento personal es el tipo de conocimiento que
alcanzamos para perdurar.
La
conciencia de que en parte somos desconocidos aun a nosotros mismos queda
plenamente confirmado por la Palabra de Dios. “¿Quién podrá entender sus
propios errores?” pregunta David (Sal. 19:12 ). “Todos los caminos del hombre
son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus,” afirma
Salomón (Prov. 16:2). “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que
seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo;
porque tú que juzgas haces lo mismo... ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que
juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de
Dios?” (Rom. 2:1,3). Fue a su gente y no a extraños a quienes nuestro Señor
dijo: “Vosotros no sabéis de qué Espíritu sois” (Luc. 9:55). Estos textos tienen
algo para todos nosotros.
Podemos
ser protestantes y evangélicos, pero dentro de nuestro protestantismo y
evangelicalismo llevamos oculto algo que no pertenece a ninguno de los dos, sino
que es el punto ciego de nuestra religión personal.
DE EXTREMO A EXTREMO
Cada
generación de cristianos tiene sus propios pecados que le rodean. La nuestra no
es la excepción. Quizá deberíamos decir que en el día de hoy somos testigos de
un abuso de los principios bíblicos entre cristianos, no muy diferente a
aquellos de la iglesia medieval con su forma peculiar. El cristianismo
medieval, con sus celdas monásticas y horas de introspección solitaria,
representó el movimiento del péndulo hacia un extremo. Nosotros, sin embargo,
hemos errado al balancearnos al extremo opuesto. Aquellos hicieron que la
religión consistiera exclusivamente en meditación. Nosotros hemos producido una
especie de cristianismo de tipo extrovertido y que tiene poco o ningún interés
en el cultivo del alma. Los cristianos medievales eran mórbidos; nosotros hemos
idolatrado la “felicidad”. Ellos abandonaron la predicación por la oración;
nosotros hemos hecho del “testificar” el todo del asunto. Mientras ellos huían
"del mundo", nosotros vivimos en él y estamos en el peligro de instar
al principio de la “libertad cristiana” por estar demasiado en él y ser como
él.
En
nuestros días observamos la insensatez de la vida monástica y correctamente
deploramos su extremismo, su visión falsa del mundo, su fracaso en la predicación
a los pecadores, su teología supersticiosa — en una palabra, su incapacidad de
ver sus fallos. Es humillante y saludable, entonces, que recordemos que la
próxima generación de creyentes escribirá en sus días una historia de nuestro
tiempo, y lo hará con la percepción de nuestra pecaminosidad, la misma que
eludimos hoy por estar viviendo tan cerca a nosotros mismos para verla.
NUESTRA HERIDA MORTAL
Si
nos viéramos como debemos hacerlo, ¿qué encontraríamos? Nos preguntamos: “¿cuál
es la falla resplandeciente del cristiano moderno?” Nuestro deber es hacer la
pregunta. ¿Habrá algo que brille más por su ausencia en los círculos cristianos
de hoy? Dado el hecho de que todos nos quedamos cortos en todo, ¿qué cosa en
particular debemos ver como la herida más grave de la iglesia moderna?
Podemos
consolarnos sabiendo que el fallo no está en nuestros principios de la Reforma.
El calvinista moderno tiene una teología teórica que sobrepasa todas las
teologías de la Edad Media y de la iglesia primitiva. Los principios reformadores
no son nuestro punto débil, sino la torre de nuestra fortaleza. No hay ninguna
sirena que nos inste a suavizar nuestros credos puritanos, ya sea por
substracción o por adición, que merezca nuestra atención. El fallo no está en
nuestro credo. Yace en otro lugar. Una vez más, el conocimiento, la habilidad y
la articulación no son nuestra herida mortal. La mente del cristiano
contemporáneo está informada por cientos de fuentes. Analizamos, evaluamos,
comentamos y discutimos. No existe continente, y mucho menos campo misionero,
del cual seamos ignorantes. Toda doctrina pasa por nuestro escrutinio. Estamos meticulosamente
bien informados. Nuestra debilidad no está en la información. Se encuentra en
otro lugar.
¿A
dónde se han ido todos los santos? Es evidente que vivimos en una época en que
el cristianismo ha abandonado la compañía de la santidad. La religión se ha
hecho algo de la mente antes que del alma. Cualquiera puede decir lo correcto,
conocer el lenguaje correcto, hacer los sonidos correctos, y es aceptado como
cristiano. Poco se demanda a los cristianos modernos a “ocuparse en su
salvación." El temor de Dios es raro. Muy pocos sobrepasan el nivel de ser
“ordinarios”.
Lo
que necesitamos, aparte de una mejor predicación, es una mejor forma de vida. Nuestra
actitud hacia los reformadores, los puritanos y los metodistas primitivos es
una de asombro por su sorprendente espiritualidad, antes que una de intento
serio de imitación. De alguna manera hemos tomado los aspectos de nuestra
herencia reformada que encontramos agradables o convenientes, dejando intactas
las partes que fastidian a carne y sangre. El resultado es que cuando nos
llamamos “reformados”, a menudo nos referimos a la asimilación de un conjunto
de ideas teológicas más que al modo de vida más santo que iba junto a ellas en
el pasado. Lo primero es necesario hacer sin dejar lo segundo.
EL CULTIVO DEL ALMA
Hablando
de manera general, las iglesias, seminarios y movimientos cristianos son buenos
en la medida en que las personas dentro de ellos lo son. No se levantarán por
encima del nivel de su liderazgo y membresía. La verdad del evangelio es la
misma en toda edad. Es un factor constante. Lo que varía tan grandemente es el
factor humano que le acompaña.
Cierto
es que lo que trastornará al mundo, no es tanto lo que predicamos sino lo que
somos. Pero si predicamos lo que obviamente no somos, entonces no hacemos más
que hacer que se desprecie la verdad. Tristemente este aspecto de la iglesia
moderna se ha destacado recientemente en el caso de algunos evangelistas de
televisión.
La
Escritura debería enseñarnos, y si no, la experiencia dolorosa nos enseñará que
Dios no bendice ni aun su propia verdad, cuando ésta se mantiene con una mala
conciencia y una vida injusta. La buena doctrina con una mala manera de vivir
no produce la expansión del cristianismo, sino una sociedad cada vez más
escéptica y eventualmente pagana. No faltan las señales de que este proceso ya
se encuentra en una etapa avanzada en tierras una vez famosas por el evangelio.
¿Por
dónde empezamos, si queremos reparar la ruina que vemos a nuestro alrededor?
Sólo hay una única respuesta. Debemos prestar más atención al alma. La santidad
comienza con el “hombre interior” y prosigue externamente con cada aspecto de
la vida. El alma es el hombre mismo. Ni sanas confesiones ni grandes
bibliotecas, nada guardará nuestras iglesias de los pecados de la época si
nosotros mismos no nos convertimos en mejores hombres.
Nunca
existirá un crecimiento marcado de nuestra santidad cristiana si no obramos
para vencer nuestra poca inclinación hacia los ejercicios espirituales
secretos. Nuestros antepasados llevaban diarios honestos donde registraban las
batallas del alma. Thomas Shepard, Padre Peregrino y fundador de Harvard,
escribió en sus notas privadas: “A veces la situación es tal que prefiero morir
antes que orar.” Así es con todos nosotros. Pero esta honestidad no es común.
Tales hombres se elevaban bien alto, siempre y cuando trabajaran con sudor y
lágrimas en el cultivo del alma. Nosotros, también, debemos “ejercitarnos para
la piedad” (1 Tim.4:7).
Hay
un bien a conseguir de nuestros ejercicios espirituales, el cual nada más
proveerá si los descuidamos. Lo que fortalece al alma es el empapar nuestros
espíritus diariamente en la Escritura hasta el punto de la fatiga, y la lucha
secreta diaria con el Todopoderoso hasta el punto de las lágrimas y el clamor.
Ni aun Cristo estuvo exento de la necesidad de tales experiencias regulares de
angustia en sus devociones (Heb.5:7-8). Retrocedemos ante el reto que ese
pasaje nos llama a encarar. Pero todas las grandes almas de nuestra tradición
reformada y puritana, y algunas de tradiciones menos privilegiadas, han encontrado
el secreto del Señor mientras esperaban delante de su presencia.
¿A
dónde se han ido los santos? No existe sustituto para la piedad. Lo mejor que
se puede decir de cualquier hombre es que es “un hombre de Dios”. Grandes
movimientos espirituales comienzan cuando los hombres toman en serio, sobre sí
y sobre sus iglesias, las demandas de la verdad. La verdad tiene una química
particular. Tiene la forma de transformar la mente ordinaria y la lengua promedio
en instrumentos para Dios de poderes enormes. Para producir un avivamiento,
Dios no sólo ha utilizado a los genios de la historia. A menudo han sido
hombres de talento modesto, pero que tenían un sobresaliente conocimiento
personal de Dios, que aprendieron en el lugar secreto y que se habían fusionado
con el anhelo santo de realizar algo que hiciera temblar las montañas. La verdadera
santidad no es del estilo medieval pálido y pasivo, sino aquella que se
enciende con pasión ardiente en el alma regenerada y que en el mismo rostro de
nuestra sociedad decadente e indiferente clama: “¡Preséntate Dios! No te daré
descanso, oh Señor, hasta que vengas!” A tales santos necesita este mundo.
Quizá más ahora que nunca.
[Este artículo apareció originalmente publicado en inglés en la revista Banner of Truth de octubre de 1988. Luego fue traducido con permiso de la editora y publicado en la revista Fundamentos de Abril/Junio 1989].
Traducción: Salvador Gómez Dickson
[Este artículo apareció originalmente publicado en inglés en la revista Banner of Truth de octubre de 1988. Luego fue traducido con permiso de la editora y publicado en la revista Fundamentos de Abril/Junio 1989].
Traducción: Salvador Gómez Dickson
viernes, 11 de mayo de 2012
Cinco razones por las cuales los cristianos deberían continuar oponiéndose al matrimonio homosexual
por Kevin DeYoung
Ayer, para
sorpresa de nadie, el Presidente Obama reveló en una entrevista que luego de
cierta “evolución”, él “concluyó que para mí personalmente es importante
continuar adelante y afirmar que pienso que las parejas del mismo sexo deberían
ser capaces de casarse.” Esto sucedió después que el Vice-Presidente saliera
con fuerza a favor del matrimonio homosexual. No fue casualidad que el New York
Times publicara un artículo el martes (un día electoral con una enmienda acerca
del matrimonio en una boleta) acerca de cuán populares y no controversiales se
habían convertido los personajes homosexuales de la televisión. En otras
palabras, todo el mundo ha crecido, ¿por qué no lo haces tú también? Pareciera
como si todo el mundo un tiempo “gay” (divertido), y que únicamente los
cristianos conservadores se rehúsan asistir a la fiesta.
Desde luego, la tentación para los cristianos es a quedarse callados y
a abandonar la batalla por el matrimonio: “No vale la pena quedarse en esta
batalla”, pensamos dentro de nosotros mismos. “No tenemos que cambiar nuestra
posición personal. Nos mantendremos hablando la verdad y sosteniendo la Biblia
en nuestras iglesias, pero sobrecogernos con respecto al matrimonio homosexual
en el foro público es contra productivo. Es una pérdida de tiempo. Nos deja mal
parados. Arruina nuestro testimonio. Y ya perdimos. Es tiempo de arrojar la
toalla.” Entiendo la tentación. Es un camino más fácil. Pero no creo que sea el
camino correcto, el que da gloria a Dios, el camino del amor.
He aquí cinco razones por las cuales los cristianos deberían continuar
oponiéndose de manera pública y llena de gracia a que se entregue el término y
la institución del matrimonio a las parejas del mismo sexo:
1. Cada vez que el tema del matrimonio homosexual ha sido sometido al
voto del pueblo, el pueblo ha votado a favor de sostener el matrimonio
tradicional. Aun en California. De hecho, la enmienda pasó el martes en
Carolina del Norte con un margen más amplio (61-39) que una medida similar que
pasó hace seis años atrás en Virginia (57-42). La enmienda pasó en Carolina del
Norte, un estado oscilante en el que Obama ganó en 2008 por 22 puntos
porcentuales. No deberíamos asumir que el matrimonio homosexual en todo el país
es un asunto ya concluso. Hasta la fecha, 30 estados han definido
constitucionalmente el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.
2. La promoción y el reconocimiento legal de las uniones homosexuales
no es conforme a los intereses del bien común. Esto puede parecer ignorancia,
sino prejuicio. Pero debemos decirlo en amor: codificar la indistinción de los
géneros no contribuirá con la “paz de la ciudad”. Va en contra de todo el orden
establecido del universo, y cuando vas en contra del diseño divino sufrirás las
consecuencias. O lo que es peor, la sociedad que dice que cada quien puede
tener su propia definición de sexo y que la unidad familiar es perecedera no es
una sociedad que haga un servicio a sus niños, sus mujeres, ni al término en sí
mismo.
3. El matrimonio no es sencillamente el término que usamos para
describir las relaciones personales que nos son más valiosas. La palabra
significa algo y ha significado algo a lo largo de la historia. El matrimonio
es más que una unión de corazones y mentes. Involucra la unión de los cuerpos—y
no cuerpos en el sentido que nos plazca, como si el hacer una obra con los
oídos de un primo les haga estar casados. El matrimonio, para citar a un grupo
de eruditos, es “una unión comprehensiva de dos personas sexualmente
complementarias que sellan (consuman o completan) su relación por el acto
generativo—por el tipo de actividad que por naturaleza resulta en la concepción
de un niño. De manera que el matrimonio en sí mismo está orientado a y resulta
en la concepción, crianza y educación de los niños.” Este punto de vista
conyugal del matrimonio establece con lenguaje humano complejo lo que hubiera
sido un truismo hasta hace solamente un par de generaciones atrás. El matrimonio
es de donde los niños pueden venir. Cuando ese elemento no está presente (a
nivel de puro diseño y funcionamiento, aunque no siempre tenga cumplimiento),
el matrimonio no es una realidad. No podemos conceder que el “matrimonio
homosexual” sea realmente un matrimonio. Lo que es más aún, como cristianos
entendemos que el gran misterio del matrimonio nunca podría captarse en una
relación entre Cristo y Cristo, o entre iglesia e iglesia.
4. Permitir la legalización del matrimonio homosexual constituye en
normal lo que hasta muy recientemente era considerado (y todavía debería ser
considerado) una conducta desviada. Aunque es cierto que la política va según
la corriente de la cultura, también es cierto que la ley es uno de los
tributarios que contribuyen con la cultura. En nuestra era de híper-tolerancia
tratamos de evitar los estigmas, pero los estigmas puede ser una expresión de
gracia común. Quién sabe de cuántas cosas pecaminosas estúpidas he sido
guardado de caer porque sabía que para mis compañeros y mi comunidad serían
consideradas vergonzosas. Puede que nuestras élites culturales nunca consideren
la homosexualidad como algo vergonzoso, pero las enmiendas que definen el
matrimonio como la relación entre un hombre y una mujer sirven a una causa noble
al definir lo que es como lo que debería
ser. No nos ayudamos los unos a los otros en la pelea por la santidad cuando
permitimos que la justicia parezca cada vez más extraña y que el pecado parezca
cada vez más normal.
5. Seríamos ingenuos si pensáramos que un arreglo liberal sería algo
que todos disfrutaríamos si tan sólo los cristianos conservadores dejaran de
ser tan dogmáticos. El paso siguiente a nosotros abandonar la batalla a favor
del matrimonio no es un milenio feliz para todos los que están haciendo el
matrimonio a su propio modo. El siguiente paso luego de la rendición es la
conquista. No estoy sugiriendo que los heterosexuales no serán ya capaces de
casarse. Lo que estoy sugiriendo es que la presión cultural no se detendrá con
sólo permitir que algunos
“matrimonios” sean homosexuales. Seguirá creciendo hasta que todos acepten y finalmente celebren que la homosexualidad es uno de
los grandes dones de la Diversidad. La meta no es tener diversas expresiones de
matrimonio, sino la eliminación de las definiciones. Capitular con respecto al
matrimonio homosexual puede sentirse como ceder una pulgada de ley mala para
ganar una milla de buena voluntad. Pero la realidad será muy diferente. Porque
como en todos los negocios del diablo, la buena voluntad no dura ni por asomo
lo que dura la ley.
Este artículo apareció
posteado en el blog de Kevin DeYoung y fue traducido y publicado aquí con el
debido permiso de su autor.
Traducción: Salvador Gómez
Dickson
jueves, 10 de mayo de 2012
El horario de los talleres 9 Marks
Los días 25 y 26 del mes en curso, la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, en conjunción con los Ministerios 9 Marks, estarán impartiendo los talleres EDIFICANDO IGLESIAS SANAS, con la participación de Thabiti Anyabwile, Ryan Townsend y Sugel Michelén. El horario de la actividad será el siguiente:
VIERNES 25 DE MAYO
12:00 – 2:00 pm Registro
2:00 – 3:30 pm Una visión teológica: Iglesias que reflejan la gloria de Dios
3:30 – 3:45 pm Receso
3:45 – 5:15 pm Predicación y Teología Bíblica
5:16 – 6:00 pm Preguntas y Respuestas
6:00 – 6:15 pm Receso
6:15 – 7:45 pm Evangelio, Conversión y Evangelismo
7:45 – 8:15 pm Preguntas y Respuestas
SÁBADO 26 DE MAYO
08:00 – 09:00 am Desayuno ligero
09:00 – 10:30 am Membresía, Disciplina y Discipulado
10:30 – 11:30 am Preguntas y Respuestas
12:00 – 1:00 pm Almuerzo
1:00 – 2:30 pm Liderazgo
2:30 – 4:00 pm Comprometiéndonos juntos en un pacto
4:00 – 5:00 pm Preguntas y Respuestas
El costo de estas conferencias es RD$300 y está orientada principalmente a pastores y líderes. Para información e inscripción llame a nuestras oficinas al (809) 566-2304.
VIERNES 25 DE MAYO
12:00 – 2:00 pm Registro
2:00 – 3:30 pm Una visión teológica: Iglesias que reflejan la gloria de Dios
3:30 – 3:45 pm Receso
3:45 – 5:15 pm Predicación y Teología Bíblica
5:16 – 6:00 pm Preguntas y Respuestas
6:00 – 6:15 pm Receso
6:15 – 7:45 pm Evangelio, Conversión y Evangelismo
7:45 – 8:15 pm Preguntas y Respuestas
SÁBADO 26 DE MAYO
08:00 – 09:00 am Desayuno ligero
09:00 – 10:30 am Membresía, Disciplina y Discipulado
10:30 – 11:30 am Preguntas y Respuestas
12:00 – 1:00 pm Almuerzo
1:00 – 2:30 pm Liderazgo
2:30 – 4:00 pm Comprometiéndonos juntos en un pacto
4:00 – 5:00 pm Preguntas y Respuestas
El costo de estas conferencias es RD$300 y está orientada principalmente a pastores y líderes. Para información e inscripción llame a nuestras oficinas al (809) 566-2304.
miércoles, 9 de mayo de 2012
Juan Huss — Otro importante precursor de la Reforma
* Tal y como señalamos en la entrada anterior, el libro Sketches From Church History, de S. M. Houghton, fue la fuente principal de la cual adaptamos la información acerca de este precursor de la Reforma.
Es considerado el más importante de los
precursores de la Reforma en el continente europeo. Nació, según se cree, en 1369 en la villa de
Husinetz (de donde aparentemente surgió su nombre) en Bohemia.
Durante su niñez los libros de Juan Wyclif
llegaron hasta Bohemia y sirvieron de gran influencia.
“En la providencia de Dios,
en 1382, el Rey Richard II de Inglaterra se casó con Ana de Bohemia, quien
tenía un amor notable por la Palabra de Dios, y esto ayudó a que los escritos
del reformador inglés entraran a Bohemia. Huss nunca alcanzó el entendimiento
de la verdad que caracterizó a Wyclif, pero anheló purificar la iglesia de sus
días y llevarla de regreso a las enseñanzas del NT” (Sketches From Church History, p.69).
Era de una familia de recursos limitados. Su
padre murió siendo él joven, por lo que la madre se hizo cargo de su educación
temprana. Pero ella fue asistida por alguien de la nobleza a quien Dios movió
el corazón para pagar por todos los gastos educativos del joven estudiante.
Para la edad de 34 años ya había sido
designado rector de la Universidad de Praga. Pero el mundo de la academia no
fue su satisfacción. Como fiel estudiante de la Palabra de Dios, su mente se
inquietó con respecto a muchas cosas.
“De continuo se humillaba a
sí mismo por pecados solamente conocidos por él y el Señor. Se perturbaba aun
por el hecho de que cuando jugaba ajedrez, tendía a perder los estribos si
perdía. Leyó los escritos de Juan Wyclif y, además, fue fuertemente
impresionado por dos dibujos. Uno de ellos representaba al Señor Jesús llevando
una corona de espinas, y al Papa llevando una corona de oro y vistiendo ropa de
púrpura y seda. El segundo mostraba el cuadro de una mujer a quien Jesús decía:
‘Tus pecados te son perdonados,’ y en el reverso el Papa era presentado
vendiendo indulgencias al pueblo. La verdad que estos dibujos proclamaban de
manera tan elocuente, abrió los ojos de Huss para ver con claridad la triste condición
de la iglesia” (Sketches From Church History, p. 69).
En Praga había una capilla desde la cual Juan
Huss predicaba el evangelio en su propia lengua y no en latín (que la gente no
podía entender). Denunció valientemente las supersticiones del pueblo y los
pecados del clero. El Arzobispo de Praga se le opuso vigorosamente, denunciando
tanto sus escritos como los de Wyclif. Éste trató de reunir tantos libros como
pudo e hizo una pira quemándolos él mismo en el jardín de su palacio, mientras
el clero presente cantaba un sonoro Te Deum.
A Huss se le preguntó si estaba preparado
para obedecer las órdenes del Papa. “Sí”, respondió, “siempre y cuando estén de
acuerdo con la doctrina de Cristo, pero cuando veo lo contrario, no las
obedezco, aunque tengan que quemar mi propio cuerpo.”
El término contrario aquí usado es
importante. Wyclif enseñaba que si el Papa, el clero o cualquier otra persona
eran ‘contrarios’ a Cristo, entonces se constituían en los enemigos de Cristo y
debían ser resistidos. “Ser contrario a Cristo” era una expresión que estaba
mucho en los labios de los seguidores de Wyclif. La obediencia a Cristo era el
corazón mismo de su enseñanza.
El Papa excomulgó a Huss y colocó a la ciudad
de Praga bajo interdicto mientras albergaran al hereje y sus seguidores. Huss
se fue a otro lugar. Pero la persecución continuó. En 1414 se llevó a cabo el
Concilio General de Constanza y Huss fue llamado a comparecer. El Emperador
Segismundo prometió darle un salvo conducto, por lo cual partió hacia
Constanza, confiado en que se haría justicia en su caso.
Había mucha pompa alrededor del Concilio con
figuras de renombre. Después de su llegada, Huss fue arrestado y colocado en un
calabozo cerca del séptico de la ciudad. Las cosas se complican cuando el Papa
Juan XXIII sale repentinamente de la ciudad, temeroso de que le llamen a
capítulo por la gran impiedad con que vivía.
En el juicio, Segismundo bajó la cabeza
cuando Huss se quejó de que le hayan encarcelado a pesar de tener un salvo
conducto. Todo había sido arreglado y determinado de antemano. Cuando intentaba
defenderse, empezaban a vociferar y ni siquiera podía ser escuchado. Le
llegaron a acusar incluso de predicar una cuarta persona en la Santa Trinidad.
Ninguna prueba fue presentada. Se pasó sentencia rápidamente: él y sus libros
debían ser quemados.
Se dice que arrodillándose ante todos, oró:
“Señor Jesús, perdona a todos mis enemigos por amor a tu gran misericordia. Tú
sabes que me han acusado falsamente, que han traído falsos testigos y me han
fabricado cargos falsos en contra mía. Perdónales por amor a tu infinita
misericordia.”
Le despojaron oficialmente del oficio de
sacerdote y dijeron: “Encomendamos tu alma al diablo”. Pero Huss gritó: “Y yo
la encomiendo al Señor Jesucristo.” Le llevaron apresuradamente al lugar donde
sería quemado y le pusieron una corona de blasfemia sobre su cabeza con las
palabras: “Este es un archi-hereje” y contenía dibujos de diablillos pintados
destrozando su alma.
Cayendo de rodillas, Huss expresó
repetidamente: “En tus manos encomiendo mi espíritu”, pues Cristo le fortaleció
de forma maravillosa. “Estoy dispuesto a soportar paciente y públicamente esta
muerte terrible, vergonzosa y cruel por causa de tu evangelio y la predicación
de tu Palabra.”
Encendieron el fuego y Huss se ahogó con el
humo. Los oficiales reunieron sus cenizas y las arrojaron al río Rin, como de
manera similar harían con las de Wyclif en Inglaterra.
Los delegados bohemios que estaban en el
concilio regresaron del lugar llenos de un fuerte deseo de venganza, porque en
su opinión Huss fue asesinado. Muchos de los nobles de Bohemia armaron a miles
en la población y bajo el comando de Ziska estuvieron listos para luchar por su
libertad. En la historia estos se conocen por el nombre de Husitas. Exigieron
que en Praga hubiera tolerancia religiosa y que liberaran a los suyos que
estaban en prisión. Cuando esto les fue negado, arrojaron a 13 miembros del
concilio de la ciudad por las ventanas. Se levantó una guerra que duró 15 años.
Ni Segismundo con sus 80 mil hombres armados pudieron detenerlos y parecían una
fuerza invencible, hasta que muere Ziska y brota una división entre los husitas
donde algunos de ellos llegan a un acuerdo con el papado. Muchos, no obstante,
mantienen su fe, quienes más tarde son conocidos como los Bohemios o Hermanos
Moravos.
Huss era la palabra bohemia para ‘ganso’, y
algunas veces sus enemigos usaron esto para burlarse de él. Pero en una ocasión
les respondió: “En lugar de un tonto ganso, de aquí en adelante la verdad
enviará águilas y halcones con miradas penetrantes.”
martes, 8 de mayo de 2012
Juan Wyclif — Precursor de la Reforma
Dios es el Soberano de la historia. Nos
asombramos al leer acerca del impacto que hombres como nosotros tuvieron en el
curso de la historia.
Si uno lee la historia bíblica como
narraciones inconexas, pierde la esencia de aquello en lo que consiste la
historia de la redención. Antes bien, debemos observar que mientras hombres y
mujeres llegaron a este mundo y se fueron, hay un hilo conector desde Génesis
hasta Apocalipsis que nos habla del Dios eterno que decretó que el Cordero de
Dios fuera inmolado desde antes de la fundación del mundo.
De la misma manera, no debemos leer la
historia como un conglomerado de biografías que no guardan relación entre sí.
Lo que ocurrió en la época de la Reforma no aconteció por la labor de un solo
hombre. Ciertamente lo que hicieron Lutero en Alemania y Calvino en Suiza fue
determinante, pero ya el Espíritu de Dios había estado en operación de diversas
maneras. Así como Jesús vino a este mundo “en el cumplimiento del tiempo”, así
fue guiando los aspectos sociales e históricos de Europa que dieron paso a la
Reforma.
Hoy queremos detenernos a considerar a uno de tres
personajes que contribuyeron de este modo y que fueron instrumentos en las
manos del Soberano de la historia. Nos referimos a Juan Wyclif, Juan Hus y
Jerónimo Savonarola.
En su libro HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO, Justo L. González dice lo siguiente:
Desde el siglo XII se habían
producido varios movimientos de protesta contra la iglesia establecida, y estos
movimientos continuaron en una serie ininterrumpida por todo el resto de la
Edad Media. Pero, mientras los antiguos movimientos de protesta habían sido dirigidos
principalmente por personas de sinceras convicciones pero carentes de preparación
académica, en los siglos XIV y XV varios individuos de alta educación alzaron
la voz de protesta contra buena parte del cristianismo medieval. En muchos
sentidos, fueron precursores de la gran protesta del siglo XVI. Entre estos
precursores de la Reforma los más notables —aunque ciertamente no los únicos—
fueron Wyclif, Hus y Savonarola.
No tenemos información acerca del año preciso
en que nació. Fue natural de Yorkshire, Inglaterra. Pasó la mayor parte de su vida
en Oxford, primero como estudiante y luego como profesor. En 1374, Wyclif
representó a su país y al rey en una reunión con oficiales papales en Brujas. Aunque Wyclif gozó el apoyo y favor del rey
Eduardo III, otros miembros del clero y monjes le odiaron con pasión, haciendo
todo lo posible por producir su caída. Una de sus propuestas era que el gobierno
confiscara las propiedades de los clérigos inmorales (atentar contra las riquezas de los inmorales le generó enemigos).
Wyclif les criticó por las diversas formas en
que pervertían la religión. Catalogó la adoración de imágenes y reliquias como
una insensatez y atacó la venta de indulgencias, el hacer misas a los muertos,
las procesiones y los peregrinajes. Criticó duramente al papa, llamándole
sacerdote mundano y el peor de los ladrones.
Los obispos de la iglesia de Inglaterra
estaban alarmados por todo esto y le convocaron a una reunión en la que sus
oponentes le atacaron salvajemente. Se salvó gracias a la protección del hijo
del rey, John de Gaunt, Duque de Lancaster. En 1377 el papá decretó cinco bulas
contra él e hizo 19 cargos por asuntos tomados de sus escritos.
La crisis mayor ocurrió 4 años más tarde,
cuando Wyclif atacó la doctrina de la transustanciación, que dice que en el
momento de la consagración el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la
sangre de Cristo. El poder para producir tal milagro sólo lo poseían los
sacerdotes, lo cual les elevaba ante los ojos del pueblo. No es de dudar el
tipo de oposición que esto acarreó contra Wyclif. Pero ocurría como en el caso
del Señor, que tenía el favor del pueblo y sus enemigos tenían miedo de hacerle
daño.
Algunos piensan que él hubiera podido lograr
más si hubiera sido más moderado en sus ataques y más paciente en los cambios
que quería lograr. Pero eso es más fácil de decir que de hacer, y había que estar
en su lugar para saber con precisión. En realidad la iglesia de Roma nunca ha
mostrado la voluntad de cambiar la esencia de sus errores, por medio de los
cuales pervierten el verdadero evangelio de Jesucristo.
A causa de una revuelta de los campesinos en
1381, por la que él y sus seguidores fueron injustamente responsabilizados,
Wyflif cayó en desgracia, y hasta el rey le aconsejó abandonar sus intentos de
reforma. Cuando pierde el apoyo de sus compañeros en Oxford, se va a vivir a
Lutterworth, donde permaneció hasta el momento de su muerte en 1384.
El obispo de Canterbury llamó a un concilio
para tratar con los asuntos en disputa. Ese concilio fue conocido como el
concilio terremoto, porque ocurrió un terremoto mientras estaba en sesión. Los
seguidores de Wyclif vieron esto como un señal de intervención divina a favor
suyo. No obstante, las enseñanzas de Wyclif fueron condenadas.
Casi al final de su vida organizó la Orden de
Sacerdotes Pobres o predicadores, que iban entre el pueblo predicando el
evangelio. Tuvieron mucha oposición, pero trajeron mucha luz al pueblo y no
pocos confesaron fe en el Señor Jesucristo. Estos predicadores fueron llamados
“lolardos”, una palabra de origen desconocido, pero que probablemente era un
término despectivo.
Una de sus más grandes contribuciones fue su
traducción de la Biblia al inglés para que todos pudieran leerla o escucharla cuando fuera leída. En lugar de la Biblia en latín que usada la iglesia romana, esto
resultó ser una enorme bendición y un paso más entre otros que seguirían con
otros traductores más adelante. No fue una traducción de los idiomas
originales, ya que Wyclif no sabía hebreo ni griego, sino de la Vulgata Latina.
Otro punto adicional es que las copias tenían que ser hechas a mano, porque
todavía no existía la imprenta. Su traducción fue la primera completa de toda
la Biblia al inglés.
En 1384 muere
Wyclif a consecuencias de una embolia, y todo sucede en medio de relativa tranquilidad.
Tras su muerte, los lolardos o seguidores de
Wyclif, fueron intensamente perseguidos y algunos quemados en la hoguera. En
1401 se pasó una ley a favor de quemar a los herejes. Su traducción de la
Biblia también fue condenada.
“El odio de la Iglesia Romana hacia John Wycliffe es probablemente
mejor conocido por un evento que sucedió casi cuarenta años después de su
muerte. Por orden del Concilio de Constanza (1415) los huesos del reformador
fueron exhumados de la tumba y se les impidió ser enterrados de nuevo”
(Sketches from Church History, p.68).
La ejecución de esta orden se llevó a cabo en
el 1428. Sus cenizas fueron lanzadas al río Swift.
Las ideas de Wyclif no
murieron. Ya hemos dicho que sobrevivieron en Inglaterra por largo tiempo
después de la muerte de su autor, y que a la larga el remanente del movimiento
lolardo se fundió con la reforma inglesa. Debemos añadir ahora que sus
doctrinas también llegaron hasta Bohemia, donde surgirían de nuevo, con ligeras
modificaciones, en Hus y sus seguidores (Justo González, Historia del Pensamiento Cristiano, p. 347).
“Lo que fracasó en
Inglaterra tuvo éxito en Bohemia. Estudiantes de aquel país asistieron a Oxford
y de regreso llevaron sus enseñanzas a Praga. Por su medio Juan Hus y sus
seguidores adoptaron las ideas de W. Y las mantuvieron vivas hasta la época de
la Reforma” (Diccionario de Historia de la Iglesia, Ed. Caribe, p. 1076).
A Wyclif se le reconoció como “la Estrella
Matutina de la Reforma”, por su papel como precursor de la Reforma Protestante
del siglo XVI. Una de las doctrinas que le dominó durante su vida y ministerio fue su creencia en la Biblia como la única regla de fe y práctica. Tal doctrina fue esencial para lo que posteriormente sucedió y que conocemos como la Reforma Protestante.
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