“No comas pan con el avaro, ni codicies sus manjares” (Proverbios 23:6).
Las diversas traducciones españolas de este texto nos brindan el equivalente de la expresión hebrea "el de ojo malo". De alguna manera en la cultura hebrea se describía al hombre generoso como alguien con un ojo bueno y misericordioso (Prov. 22:9) y al hombre avaro como alguien con un ojo malo (Deu. 15:9).
La persona dadivosa y desinteresada no sólo vela por sus propios asuntos, sino también por los de los demás (Fil. 2:19-21). El egoísta (como traduce la Biblia de las Américas) sólo tiene ojos para sí mismo.
Tal parece que necesitamos ir más a menudo al oculista de nuestras almas, para que nos conceda tener ojos cada vez más sanos, ojos buenos que piensan en los demás.
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