Por Ray Ortlund, Pastor en Immanuel Church, Nashville, Tennessee .
El chisme es nuestro fervor moral oscuro procurando gratificación. Nos hace sentir importantes y necesitados según damos a conocer nuestros juicios. Nos hace sentir incluidos entre aquellos que conocen lo de adentro. Nos hace sentir con el poder de empequeñecer el tamaño de otro, especialmente si es alguien de quien estamos celosos. Nos hace sentir justos, y hasta responsables, de pronunciar la culpabilidad de otra persona. El chisme puede hacernos sentir bien en una multitud de maneras. Pero es un sentimiento de la carne, no del Espíritu.
El adulterio también es un pecado serio, y uno por el cual muy probablemente ser disciplinado en una iglesia. Pero nunca he visto a una iglesia dividirse por el pecado de adulterio. El chisme es un pecado muy raramente disciplinado, pero a menudo es más destructivo socialmente que los pecadores sensacionales.
El chisme deja una amplia estela de devastación por dondequiera que pasa – sea expresado con los labios, por e-mail, blogging, YouTube. Erosiona la confianza y destruye la moral. Crea un ambiente social de sospecha en el que todos deben preguntarse qué se dice tras sus espaldas y si las apariencias de amistad son sinceras. Arruina reputaciones ganadas en base a trabajo y esfuerzo por medio de armas cobardes, pero efectivas, de tergiversación. Manipula a las personas forzándolas a tomar bandos cuando tales acciones no son necesarias ni beneficiosas. Desata los poderes de la transferencia psicológica, agrediendo al chismoso, al que recibe el chisme y a la persona en contra de quien se habla. Hace que el Cuerpo de Cristo luzca como el Cuerpo del Anticristo – nos convierte en gente que destruye, en vez de gente que sana. Agota las energías que se hubieran podido dedicar a dar un testimonio positivo. Roba al Señor la iglesia que Él se merece. Expone la hostilidad de nuestros corazones y desacredita el evangelio a los ojos del mundo. Entonces nos preguntamos porqué no vemos más conversiones, porqué “el terreno es tan duro.”
¿Qué debemos hacer cuando una conversación está cayendo en chisme? Inmediatamente debemos confrontar el pecado: “Oye amigo, lamento interrumpirte, pero esto es chisme. Este es el punto. Detengamos la conversación hasta que busques a _____________, entonces podrás comenzar de nuevo y decir lo que sientes debes decir justo delante de su cara. Estoy dispuesto a ser testigo de la conversación, pero no voy a participar en chismes. ¿Qué decides?” Amy Carmichael estableció la siguiente regla en su estación misionera: “Nunca acerca de… siempre a [la persona].”
“Hágase todo para edificación” (1 Corintios 14:26). Por tanto, preguntémonos siempre: “Estas palabras que están a punto de salir de mi boca o a través de mi teclado - ¿edifican? ¿Estoy siendo constructivo? Si la persona de la que hablo estuviera aquí en estos momentos, ¿cómo cambiaría su presencia lo que quiero decir?”
“No os dejéis engañar: … ni los difamadores… heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:9-11).
1 comentario:
A pesar de que soy cuidadoso con el uso de mis palabras me ha sido imposible leer este artículo y no darme por aludido, pues es cierto lo dicho por el apóstol Santiago en su carta: pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal. (Santiago 3.8, LBLA), pero gracias a Dios que a pesar de nuestras limitaciones nos ha dado las herramientas necesarias para luchar contra este mal y también nos ha provisto de su Espíritu, que nos capacita para seguir hacia adelante. Que Dios tenga misericordia de cada uno de nosotros y nos conceda hacer uso de esas herramientas en el poder y la fuerza de su Espíritu para luchar de manera efectiva.
Amén.
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