Esto fue tomado de la página de Desiring God, bajo la sección PREGUNTA AL PASTOR JOHN.He aquí algunas preguntas que haría para probar la relevancia de la Biblia para la vida diaria:
¿Has sido tentado alguna vez a murmurar o a quejarte en tu trabajo? Bueno, Filipenses 2:15 es relevante y muestra una manera gloriosa de vivir sin murmurar. ¿Has sido tentado alguna vez a ser codicioso en el trabajo? ¿A tomar algo que no es tuyo? La Biblia tiene mucho que decir acerca de la codicia y el robo, sobre cómo el estar contento en Cristo te libera en el trabajo para ser generoso. ¿Eres tentado a estar preocupado o ansioso en el trabajo? Todo el mundo lo es, y la Biblia habla sobre esto muchísimo. El mandato más común en la Biblia es “no temas”. Cualquier persona que tenga algún miedo en el trabajo se dará cuenta de que la Biblia es relevante. ¿Eres tentado a jactarte en el trabajo? ¿O a alardear de ti mismo o llamar la atención sobre ti y la superioridad que tienens en alguna área? La Biblia está llena de sabiduría sobre el orgullo, la humildad y el efecto que tiene en las relaciones personales. ¿Eres tentado en el trabajo a la ira en contra de cualquier otra persona? ¿Tienes que lidiar con un problema de temperamento? ¿Hay algunas relaciones tensas en el trabajo porque te sientes tan frustrado con otras personas? La Biblia trata una y otra vez con el problema de la ira y profundiza más en este problema que cualquier otra sicología pueda hacerlo. ¿Alguna vez has sido tentado de tomar atajos en el trabajo? ¿A no hacer todo el trabajo que se espera de ti, ponchar temprano o llegar tarde o trabajar sin empeño? La Biblia es muy relevante con respecto a la calidad del trabajo que realizamos. ¿Alguna vez has sido tentado sexualmente en el trabajo: a la lujuria o a ser infiel? La Biblia está llena de material relevante; posee una visión robusta de la sexualidad que pone todo en una buena perspectiva y en un lugar apropiado. ¿Alguna vez has sido tentado a la auto lástima en el trabajo, a lamer tus propias heridas porque alguien habló mal de ti o no te consideraron para una promoción? La Biblia está repleta de las dinámicas de la vida que nos ayudan a lidiar con la auto compasión. ¿Alguna vez has luchado con culpa en el trabajo, con emociones que vienen a ti que no son ciertas, que te hacen sentir que no eres lo bueno que deberías ser, o tal vez fallaste en algo que debía haber salido bien de acuerdo a tus propios estándares? No hay remedio excepto el remedio definitivo dado en la Biblia para la culpa. ¿Hay personas perdidas sin Cristo en tu trabajo que realmente te importan, las cuales no quieres que vayan al infierno? ¿De dónde vas a obtener ayuda para lidiar con ellas y la esperanza de darles vida si no es en la Biblia? ¿De dónde sacarás fortaleza, valentía, denuedo, sabiduría para lidiar con esas personas?
Así que mi respuesta es que ¡es más que obvio que la Biblia es relevante para el trabajo y la vida de esta persona! El asunto realmente se reduce a esto: ¿quiere esta persona ver el gran tesoro del universo? ¿Desea conocer a Jesús y disfrutar a Jesús más que nada? ¿Ama a las personas tanto que se lamenta del hecho de que no conocen a Jesús y de que se perderán sin Él? El punto es éste: Si Jesús es supremo en la vida de esta persona, si su pasión es amarlo por encima de todo, si su pasión es desearlo y disfrutarlo y atesorarlo más que cualquier otra cosa, si su pasión es traer a la mayor cantidad de personas que pueda a esa experiencia...entonces ¡no puedes vivir sin la Biblia! Es el libro más relevante en el mundo.
jueves, 25 de septiembre de 2014
Piper responde la pregunta: ¿Debo leer mi Biblia diariamente?
Recientemente escuché a John Piper responder la pregunta “¿Debo leer mi Biblia diariamente?” Quisiera compartir las diez razones que dio en ese contexto para hacerlo. Limitándose únicamente a las necesidades que cualquier creyente tendría en su lugar de trabajo, éstos fueron sus argumentos:
martes, 23 de septiembre de 2014
viernes, 19 de septiembre de 2014
jueves, 18 de septiembre de 2014
Los filisteos: una advertencia acerca del pelear contra Dios
Por Roger Ellsworth
Los filisteos: una advertencia acerca del pelear contra Dios
1 Samuel 5:1-12
Fue uno
de los días más oscuros de la historia de la nación de Israel, un día de
sombría desesperación. Al filtrarse la información por los pueblos y villas de
la nación, la gente debió sacudirse ante la magnitud de lo que había sucedido.
Su ejército no ‘solo había sufrido pérdidas enormes, sino que también su arca
sagrada había sido tomada por los filisteos y se la llevaron como botín de
guerra.
Además
de estas calamidades, Israel había perdido a tres de sus sacerdotes. Ofni y
Finees habían muerto en el campo de batalla y su padre Elí, el sumo sacerdote,
murió cuando por la conmoción de la contundente derrota de la nación, se cayó
de la silla en la que estaba sentado y se rompió el cuello.
La
nuera de Elí, la esposa de Finees, hizo el mejor resumen del sentimiento de
consternación que sobrevino a Israel debido a los acontecimientos de ese día.
Inmediatamente después que ella dio a luz un hijo, murió con la instrucción
sombría en sus labios de que le pusieran por nombre ‘Icabod’, que significa
‘sin gloria’. ¿Por qué escogió un nombre tan melancólico? La madre moribunda lo
explicó con estas palabras: ‘¡Traspasada es la gloria de Israel!’ (1 Sam.
4:21).
Por el
otro lado, los filisteos se sentían bastante complacidos consigo mismos. Al
principio su ejército se había aterrorizado al conocer que el arca de Dios
había llegado al campo de batalla. Después de todo, el Dios de Israel era bien
conocido por las cosas grandes y poderosas que había hecho en Egipto antes de
que Faraón decidiera finalmente liberar al pueblo de Israel de la esclavitud.
Pero después de su consternación inicial, los filisteos vinieron a ser más
decididos y resueltos que antes, y terminaron ganando la batalla y llevándose
el arca con ellos.
Esa
victoria trajo euforia a toda la nación. En lo que a los filisteos respectaba,
este triunfo marcó el final de sus odiados enemigos. Los israelitas habían
pisado el acelerador, por así decirlo, cuando llevaron el arca del pacto al
campo de batalla, pero ni aun eso les protegió de caer en una derrota
humillante.
Los
filisteos vieron la derrota de los israelitas como una prueba de que el Dios de
Israel no era tan poderoso como se les había hecho creer, y que su dios Dagón
era en realidad muy superior. Dado que su dios había obtenido la victoria sobre
el Dios de Israel, parecía más apropiado colocar el carca del pacto en el
templo de Dagón (1 Sam. 5:1-2).
Hay un
par de lecciones vitales que debemos aprender de este pasaje. La primera se
puede expresar de la siguiente manera: Dios no está derrotado, ni siquiera
cuando parezca haberlo sido.
El Dios que no puede ser derrotado
La euforia de
los filisteos no duró mucho. Ellos pensaban que habían derrotado al Dios de
Israel, pero iban a experimentar un duro golpe. Al día siguiente, cuando fueron
al templo de su dios falso, encontraron que había sido derribado de su estante.
¡Qué
vergüenza! La primera noche en que el Dios conquistado estaba en la casa del
dios conquistador, ¡éste cayó de bruces! Y la forma en que cayó fue
particularmente vergonzosa —boca abajo delante del arca de Dios, como si
estuviera rindiendo homenaje a ésta (v 3.).
Pensaríamos
que esto habría sido suficiente para hacer que aun estos filisteos endurecidos reflexionaran,
pero rápidamente echaron a un lado cualquier duda que pudo haber surgido en sus
mentes, y rápidamente agarraron a su dios y lo pusieron de nuevo en su lugar
(v. 3). ¡Imagínese adorando a un dios que tuviera que ser ayudado a levantarse
del suelo!
La mañana siguiente
se tornó aún más vergonzosa. Cuando los filisteos llegaron al templo de Dagón, se
angustiaron al ver que una vez más se había caído postrado delante del arca, y que
esta vez su cabeza y manos fueron quebradas (v. 4). El Dios aparentemente
conquistado de Israel no había sido conquistado en lo absoluto.
Hoy tenemos
falsos dioses en abundancia. No son tan patentemente ridículos y absurdos como
una imagen que es mitad humano y mitad pez, como Dagón. Somos demasiado
sofisticados para eso, pero nuestros dioses no son menos falsos por el hecho de
ser sofisticados. Así como los filisteos de aquellos lejanos días estaban
ansiosos por hacer sonar la marcha fúnebre de la nación de Israel y del Dios de
Israel, del mismo modo los devotos de los dioses falsos de la actualidad están deseosos
de hacer sonar la marcha fúnebre que anuncie el fin del cristianismo y de su
Dios. Y a menudo pareciera que el cristianismo está realmente en sus últimas y
que el Dios de la Biblia ha sido conquistado.
Pero muchos
de los que se han apresurado a pregonar la muerte del cristianismo se han dado
cuenta de que los reportes de su muerte han sido prematuros. Voltaire, el
filósofo francés que murió en 1778, dijo que el cristianismo se extinguiría en
unos cien años. Es una deliciosa ironía que la Sociedad Bíblica de Ginebra utilizó
su propia prensa y casa para publicar un gran número de Biblias sólo cincuenta
años después de su muerte.[1]
Otro ejemplo
de esto mismo es el edicto de Diocleciano en el año 303 d. C., que llama a la
destrucción de los cristianos y de la Biblia. Veinticinco años más tarde el
sucesor de Diocleciano, Constantino, encargó a Eusebio preparar cincuenta
Biblias costeadas por el gobierno.[2]
Otro ejemplo
es la actitud que prevaleció hacia el cristianismo en Inglaterra a principios
de 1700. El obispo Joseph Butler observó que el escepticismo se había extendido
tanto que el cristianismo fue tratado como si ‘se hubiera descubierto que era
ficticio... y que no quedaba nada más que hacer que tratarlo como objeto de
burla y ridículo’.[3]
Pero el cristianismo pasó de estar en su punto más bajo a una vitalidad espectacular
a través de los ministerios de George Whitefield y John y Charles Wesley.
Estos
episodios y muchos como ellos movieron a Bernard Ramm a observar: "La
marcha fúnebre de la Biblia ha sido tocada más de mil veces, se ha hecho la
procesión, se ha puesto la inscripción sobre la lápida y el panegírico ha sido
leído. Pero de alguna manera el cadáver nunca se ha quedado ahí.’[4]
¡Cuánto
deberían alentar y animar estas cosas a todo aquel que cree en Jesucristo! No
importa cuán sombríos sean los tiempos, no importa cuán lobunos sean los lobos
del diablo, ni cuán tímidas sean las ovejas del Señor, la causa de Dios será la
que al final de cuentas triunfará.
El Dios que da evidencia suficiente
Una segunda
lección que derivamos de este pasaje es que el Dios que no puede ser derrotado
también es el Dios que ha dado pruebas más que suficientes para ganarnos para
su lado.
Después de que
Dagón sufriera su segunda caída, esperaríamos leer que al menos un filisteo dijera:
‘Esto realmente lo comprueba. No podemos seguir creyendo en un dios que ni
siquiera puede ponerse de pie por sí mismo. ¡Saquemos esta estatua inútil de
aquí!’ O esperaríamos que otra persona expresara: ‘El hecho de que nunca antes Dagón
había caído, sino sólo después de nosotros traer el arca de los israelitas hasta
aquí, nos indica que aunque hayamos ganado la batalla su Dios es más grande que
el nuestro’. Pudiéramos muy bien haber esperado que alguien fuera aún más lejos
y dijera: ‘Creo que deberíamos investigar a este Dios más plenamente’.
Pero, por
increíble que parezca, nadie dijo nada de esto. En lugar de renunciar a su
falso dios y volverse al Dios verdadero, decidieron declarar santo el lugar
donde la cabeza de Dagón había caído, ¡y declararon la ley de que nadie debía
pisar ese sitio! (1 Sam 5:5). Los filisteos tuvieron ante sus ojos la evidencia
indiscutible de que su dios era falso, y la evidencia convincente de que el
Dios de Israel era el Dios verdadero; sin embargo, decidieron levantar y
colocar nuevamente a su dios y continuar adorándolo como si nada hubiese
sucedido.
La caída
Dagón debió haber sido suficiente para convencerlos de que estaban en el camino
equivocado, pero Dios no había terminado de acumular evidencias. Pronto les
comenzaron a brotar tumores enormes y dolorosos (v. 6). Sencillamente ignoraron
las dos caídas de Dagón, pero los tumores son muy difíciles de ignorar. Este nuevo
problema les sacó la admisión de que el Dios de Israel era quien estaba en
operación en medio de ellos (v. 7), pero su respuesta fue enviar el arca a una
provincia vecina (v. 8).
Estos
filisteos pueden parecernos muy tontos, pero la triste verdad es que, sin darse
cuenta, muchos hoy están atrapados con el síndrome de los filisteos. Este
síndrome consiste en ignorar la evidencia por tanto tiempo como sea posible y,
cuando ya no se puede ignorar, tratar de mantenerse completamente alejados de
ella.
La evidencia
continúa acumulándose por todas partes mostrando que los dioses falsos de
nuestros días tampoco funcionan. No tienen ni la sabiduría ni el poder para
hacer frente a la necesidad fundamental del hombre de conseguir un nuevo corazón,
pero la mayoría de sus seguidores se niegan rotundamente a hacer frente a su
fracaso. A pesar de que la evidencia se amontona, estos seguidores siguen
adelante levantando a sus dioses falsos. He aquí hay un ejemplo. A pesar de que
existen abundantes pruebas de que no somos esencialmente buenos de corazón y de
que no podemos ser educados en el buen comportamiento, aquellos que adoran en
el santuario de la educación continúan insistiendo en que sólo un poco más de la
misma logrará finalmente convertirnos en ejemplares deslumbrantes de la
moralidad y la virtud. Por supuesto, la educación tiene un papel vital que
jugar, pero aún está por verse el que pueda cambiar a un pecador en un santo.
Sólo el Espíritu de Dios puede hacer eso.
Además de las
pruebas de los dioses fallidos, tenemos la evidencia de la verdad del
cristianismo. En comparación con las pruebas que tenemos de esta verdad, la
evidencia que los filisteos vieron se puede comparar a la luz tenue de una
pequeña linterna en una noche brumosa.
¿Cuál es la
evidencia de la verdad del cristianismo? Tenemos las profecías cumplidas. Tenemos
la evidencia suprema: la resurrección de Jesucristo. Tenemos la asombrosa
supervivencia de la iglesia cristiana a pesar de los numerosos esfuerzos para
borrarla de la faz de la tierra. Están los testimonios de multitudes con
respecto al poder transformador de Jesucristo. Están las confirmaciones diarias
en nuestra sociedad de la verdad de los principios morales de la Biblia.
¿Cuál es su
respuesta a los fracasos de los dioses de la actualidad? ¿Cuál es tu respuesta
a todas las evidencias del cristianismo? Puedes, al igual que los filisteos de
la antigüedad, ignorar todas estas pruebas o tratar de alejarlas de ti. Puedes apartar
de ti a los testigos cristianos, y puedes optar por permanecer lejos de las
iglesias donde la evidencia de la verdad del evangelio cristiano es predicada y
enseñada. O, por la gracia y el poder de Dios, puedes quebrantar el síndrome
filisteo y aceptar la evidencia. Lo único que no puedes hacer es luchar contra
Dios y tener éxito. Puedes clamar haber vencido sobre Él, pero nunca le podrás
derrotar. Puedes huir de Él, pero nunca podrás escapar de Él.
Por tanto, el
curso de la sabiduría es bajar tus brazos y dejar de correr. Escucha
atentamente lo que el Dios todopoderoso tiene que decir acerca de ti. Escucha
lo que tiene que decir sobre tu condición pecadora. Escucha lo que tiene que
decir acerca de la condenación eterna que espera a todos los pecadores. Y
cuando escuches estas cosas, escucha de buena gana lo que dice acerca de la
salvación perfecta que libra del pecado y del juicio, una salvación que está
disponible a través del Señor Jesucristo. Vuélvete de tus pecados hoy. Abraza a
Cristo como la única esperanza de salvación y encuentra por medio de él la paz
perfecta con Dios.
* Traducido al español y publicado en EL SONIDO DE LA VERDAD con el
permiso del autor. El contenido es un capítulo de su libro “How to Live
in a Dangerous World.”
[1]
Josh McDowell, Evidence that Demands a Verdict, p. 23.
[2]
Ibid.
[3]
Arnold Dallimore, George Whitefield: The Life and Times of the Great Evangelist
of the Eighteenth-Century Revival, vol.i, p. 31.
[4]
McDowell, Evidence that Demands a Verdict, p. 23.
martes, 16 de septiembre de 2014
miércoles, 10 de septiembre de 2014
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