"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado" (Salmo 1:1).
El versículo contiene tres figuras para describir la espiral descendente del pecado en los hombres: Andar, Estar y Sentarse. Una cosa es encontrarnos en una ocasión de pecado, y otra muy diferente permanecer en él. El consejo de los malos puede afectarnos para inducirnos a pecar. Pero si perseveramos en el mal, nos podemos convertir en esos que son descritos como "malos", los que aconsejan para el mal. Pero el asunto no se detiene ahí. De malos podemos pasar a ser burladores. Estos son descritos como los que están sentados en el mal.
El hombre verdaderamente bienaventurado evitará el mal a toda costa. Odia verse a sí mismo pisando el camino del pecado. Pero cuando peca, procura salir rápidamente de ese camino. Cuando la conciencia de los hombres se cauteriza e insensibiliza, entonces moramos cómodamente en el mal.
El pecado nunca nos anuncia hasta dónde está dispuesto a llevarnos. Nos promete que será un asunto pasajero y temporal, cuando en realidad no se rendirá de seducirnos hasta que nos encontremos durmiendo plácidamente en los brazos de la injusticia.
No permitamos que el pecado se convierta en una hábito, en una actitud de rebeldía y dureza del corazón. La suerte de quienes eso hacen es muy diferente a la del hombre bienaventurado del Salmo 1.
No hay comentarios:
Publicar un comentario