miércoles, 4 de julio de 2012

Espíritu de peregrino

"El espíritu de peregrino es el pulso del alma. Todos nosotros estamos viajando a la eternidad. El mundano se siente como en casa en esta tierra—un peregrino por obligación. Su corazón dice: 'Es bueno para mí estar aquí. Que Dios haga con el cielo como guste. Estoy satisfecho con tener mi porción en esta vida (Sal. 17:14 comp. Lucas 6:24; 12:19, 20; 16:25). El hijo de Dios es un extranjero en la tierra. El cielo es el lugar de su nacimiento (Gál. 4:26). Su familia (Ef. 3:15), su herencia (Ef. 1:3, 11; Mt. 25:34), su Salvador (Juan 14:3; Col. 3:1), su esperanza (Fil. 3:20), su hogar (2 Cor. 5:1-6), todo está allí. Es ciudadano "de una ciudad no pequeña", de Jerusalén la celestial (Heb. 12:22). Por tanto, es un peregrino tanto en afectos como en carácter. Cuán alentador es el pensamiento de que aquí no hay ciudad permanente, ¡si es que de corazón y alma estamos buscando la porvenir! (Heb. 13:14)."
—Charles Bridges, An Exposition of Psalm 119, p. 41

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