¿Qué minúsculas son las semillas en comparación con los árboles? Es
impresionante el tamaño que alcanzan algunos de ellos a partir de semillas tan
pequeñas. Cuántos árboles se han dejado de cultivar porque sus semillas fueron
menospreciadas. Los días de las
pequeñas semillas no son días sin importancia. Todavía no vemos lo que serán,
pero no podemos dejar de visualizar por la fe lo que Dios puede hacer.
Eso mismo ocurre con los niños. Mientras son tiernos es el momento de
trabajar con ellos; de sembrar la Palabra de Dios en sus corazones; de cultivar
virtudes y de eliminar vicios. Hoy podemos guiar sus frágiles ramas. Mañana
será humanamente imposible.
La falta de dominio propio cuando son niños puede parecernos una
tontería. Pero el adulto sin control sobre su espíritu será un desastre para él y para los
demás. Si ese vicio no es estorbado mientras son pequeños, es posible que
tengan que luchar contra eso por el resto de sus vidas. Toda la culpa no es de
ellos. Parte de la culpa la tienen los padres que no hicieron el trabajo.
- Los criminales de hoy una vez fueron niños.- Los estadistas de hoy una vez fueron niños.- Hitler fue una vez niño.- Charles Spurgeon una vez fue niño.- Judas fue niño; Jezabel fue niña; Herodes fue niño.- Moisés fue niño, David fue niño, nuestro Señor Jesucristo fue niño.
No menospreciemos los días de las pequeñas cosas. Piensa en lo que tus
hijos pueden llegar a ser por la gracia de Dios.
Tenemos el caso del rey Josías:
“De ocho años era Josías cuando comenzó a reinar, y treinta y un años reinó en Jerusalén. Este hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda. A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su padre; y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas, e imágenes fundidas.” (2 Crónicas 34:1–3, RVR60)
Samuel menospreció a David por ser el hijo más joven de Isaí. Se fijó
en otro físicamente más impresionante.
“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” (1 Samuel 16:7, RVR60)
Una de las formas en que menospreciamos los días de las pequeñas cosas
es que tratamos los pecados de nuestros hijos como si no tuvieran
trascendencia. Para Dios, sin embargo, los pecados de los niños son pecados que
Él también abomina.
Podemos deducir esto de lo ocurrido en los días del diluvio. Sólo Noé
y su familia se salvaron. Pero tenemos un caso explícito en 2 Reyes 2:23-24
cuando unos muchachos se burlaron de Eliseo.
“Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube! Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos.” (2 Reyes 2:23–24, RVR60)
Parecía “cosas de muchachos”, pero a Dios no le hizo mucha gracia.
Dios ha puesto a tus hijos bajo vuestro cuidado. La paternidad
es una mayordomía. En el fondo sabemos que no son nuestros. Son un préstamo por
un breve período de tiempo. Tenemos que aprovechar la oportunidad para dejar
las huellas correctas en sus almas.
Padres, ¿están ustedes seguros de ser las personas de mayor influencia
en la época más influenciable de vuestros hijos? ¿Están seguros de que esa
influencia es para bien? Una mala
influencia puede dañar a un hijo. Cuando la mala influencia viene de parte de
los padres, el asunto es peor. No menosprecies los días de las pequeñas cosas.
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