viernes, 13 de abril de 2012

Bosquejo del Sermón del Domingo Pasado

Tal como prometí a los hermanos en nuestra iglesia, he aquí los encabezados del sermón del domingo pasado sobre Hebreos 2:10-18. Lo titulé RESCATADOS POR ÉL, y demostramos la manera personal e íntima en que nuestro Señor Jesucristo se identificó con nosotros.

Introducción


La vez anterior estudiamos la porción de los versículos 5 al 9 del capítulo 2, y decíamos que allí, en medio de su argumentación de Jesucristo como superior a los ángeles, el autor nos lo primero de dos grandes cosas que el Señor hizo por nosotros los hombres, que no hizo por los ángeles.

Dice el v. 5 que Dios “no sujetó a los ángeles el mundo venidero”. En otras palabras, Dios nos hizo sus vice-regentes y tenemos su promesa de que reinaremos con Él en la eternidad. Un enorme privilegio que el Señor nos da como parte de lo que significa nuestra salvación.

La segunda gran cosa que Dios hizo por nosotros los hombres, que no hizo por los ángeles, fue enviar a su Hijo para rescatarnos. Lee el v. 16: “Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a las descendencia de Abraham…”

¿Qué hizo Jesús para rescatarnos? Se identificó completa y totalmente con nosotros. No nos rescató como un salvavidas que no guarda ninguna relación con nosotros. No es un bombero que nos saca del fuego para luego no volver a vernos jamás.

Permítanme mostrarles el tipo de rescate y el tipo de identificación que el Señor Jesús tiene con su pueblo.



1.    Jesús estuvo dispuesto a ser el pionero de nuestra salvación (v.10).
 
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” (Hebreos 2:10, RVR60)




2.    Jesús nos hizo sus hermanos, con todo el significado que el término implica (vv. 11-13).

Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.” (Hebreos 2:11–13, RVR60)

Las citas del AT en este pasaje:


Antiguo Testamento
Hebreos 2:12-13
“Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré” (Salmo 22:22).
“Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. En medio de la congregación te alabaré” (v.12).
“Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré” (Isaías 8:17).
“Yo confiaré en él” (v. 13a).
“He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion” (Isaías 8:18).
“He aquí, yo y los hijos que Dios me dio”
 (v. 13b).


“Somos adoptados en Cristo, y luego entonces rehace nuestro ADN espiritual por el derramamiento del Espíritu Santo en nuestros corazones para hacernos verdaderos miembros de la familia” (Richard Phillips, Hebrews, p. 66).



“Cada familia tiene características distintivas. En algunas familias son los cerebros; en otras es las riquezas; en otras es la pereza o la deshonestidad o la violencia. Entonces, ¿cuál es el rasgo distintivo de la familia de Dios? La santidad. Esto significa que los cristianos somos aquellos que estamos en el asunto de santificarnos (Ef. 1:4)” (Richard Phillips, Hebrews, p. 68).


 
3.        Jesús se identificó con nosotros hasta el punto de su encarnación (vv. 14-17a).

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.” (Hebreos 2:14–17, RVR60)


Se hizo como tú, para morir por ti, para identificarse contigo.



4.        Jesús se constituyó en nuestro misericordioso y fiel sacerdote (vv. 17b-18).

Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.” (Hebreos 2:17–18, RVR60)


“El cristianismo depende de la deidad y la humanidad de Jesús” (DonaldHagner, Encountering the Book of Hebrews, p.62).
 
Su obra por nosotros no es distante ni mecánica. Lo hace con todo el corazón y con toda sensibilidad. Su misericordia es íntima y personal. Él entiende por lo que estás pasando. Te escucha con interés. Siente lo que sientes. ¡Un gran Salvador es Jesús el Señor!

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