Introducción
La vez anterior estudiamos la porción de los
versículos 5 al 9 del capítulo 2, y decíamos que allí, en medio de su
argumentación de Jesucristo como superior a los ángeles, el autor nos lo
primero de dos grandes cosas que el Señor hizo por nosotros los hombres, que no
hizo por los ángeles.
Dice el v. 5 que Dios “no sujetó a los
ángeles el mundo venidero”. En otras palabras, Dios nos hizo sus vice-regentes
y tenemos su promesa de que reinaremos
con Él en la eternidad. Un enorme privilegio que el Señor nos da como parte
de lo que significa nuestra salvación.
La segunda gran cosa que Dios hizo por
nosotros los hombres, que no hizo por los ángeles, fue enviar a su Hijo para
rescatarnos. Lee el v. 16: “Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino
que socorrió a las descendencia de Abraham…”
¿Qué hizo Jesús para rescatarnos? Se
identificó completa y totalmente con nosotros. No nos rescató como un
salvavidas que no guarda ninguna relación con nosotros. No es un bombero que
nos saca del fuego para luego no volver a vernos jamás.
Permítanme mostrarles el tipo de rescate y el
tipo de identificación que el Señor Jesús tiene con su pueblo.
1. Jesús estuvo dispuesto a
ser el pionero de nuestra salvación (v.10).
“Porque
convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las
cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase
por aflicciones al autor de la salvación de ellos.”
(Hebreos 2:10, RVR60)
2.
Jesús nos hizo sus hermanos, con todo el significado que el término
implica (vv. 11-13).
“Porque
el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no
se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu
nombre, En medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él.
Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.”
(Hebreos 2:11–13, RVR60)
Las citas del AT en este pasaje:
Antiguo Testamento
|
Hebreos 2:12-13
|
“Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te
alabaré” (Salmo 22:22).
|
“Anunciaré a
mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. En medio de
la congregación te alabaré” (v.12).
|
“Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de
Jacob, y en él confiaré” (Isaías 8:17).
|
“Yo confiaré
en él” (v. 13a).
|
“He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y
presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el
monte de Sion” (Isaías 8:18).
|
“He aquí, yo
y los hijos que Dios me dio”
(v. 13b).
|
“Somos adoptados en Cristo, y luego entonces rehace nuestro ADN
espiritual por el derramamiento del Espíritu Santo en nuestros corazones para
hacernos verdaderos miembros de la familia” (Richard Phillips, Hebrews, p. 66).
“Cada familia tiene características distintivas. En algunas familias
son los cerebros; en otras es las riquezas; en otras es la pereza o la
deshonestidad o la violencia. Entonces, ¿cuál es el rasgo distintivo de la
familia de Dios? La santidad. Esto significa que los cristianos somos aquellos
que estamos en el asunto de santificarnos (Ef. 1:4)” (Richard Phillips, Hebrews, p. 68).
3.
Jesús se identificó con nosotros hasta el punto de su encarnación (vv.
14-17a).
“Así
que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó
de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte
estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no
socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo
cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser
misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar
los pecados del pueblo.” (Hebreos 2:14–17, RVR60)
Se hizo como tú, para morir por ti, para
identificarse contigo.
4.
Jesús se constituyó en nuestro misericordioso y fiel sacerdote (vv.
17b-18).
“Por
lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos,
para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se
refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció
siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.”
(Hebreos 2:17–18, RVR60)
“El cristianismo depende de la deidad y la humanidad de Jesús” (DonaldHagner, Encountering the Book of Hebrews, p.62).
Su obra por nosotros no es distante ni
mecánica. Lo hace con todo el corazón y con toda sensibilidad. Su misericordia
es íntima y personal. Él entiende por lo que estás pasando. Te escucha con
interés. Siente lo que sientes. ¡Un gran Salvador es Jesús el Señor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario