Por R.
C. Sproul Jr.
Los pastores también son humanos. Eso
significa, desde luego, que ellos pecan, pero también significa que tienen
necesidades humanas comunes. Aunque nadie se liga al ministerio con el fin de
recibir riquezas o elogios, honor o poder, aunque los pastores están llamados a
servir a otros y no a ellos mismos, eso no significa que no sean dados al
desaliento.
La mayoría de nosotros durante la mayor parte
del tiempo, amamos a nuestro pastor y estamos agradecidos con él. No obstante,
muy pocos de nosotros entendemos que necesita aliento. Lo que todavía menos de
nosotros comprendemos es cómo podemos ser de aliento para él. He aquí tres
ideas sencillas.
Primero, presta
atención a su trabajo. Aunque no tenemos el deber de estar en la iglesia cada vez que sus
puertas están abiertas, una de las cosas que desalienta a los pastores es
nuestra indisposición a aprovechar y beneficiarnos de sus dones. Cuando el
pastor trabaja en su estudio para preparar una lección estudio bíblico o
escribe una entrada en su blog, y las ovejas bajo su cuidado no prestan
atención, es desalentador. Eso le dice al pastor: “No valoro lo que haces por
mí y por mi familia. Tus esfuerzos no tienen ningún efecto porque ni siquiera
me molesto en leer o escuchar. Voy a descargar los sermones de las celebridades
que no me conocen. Leeré la sabiduría de aquellos que tienen contratos de
libros.” No es que tu pastor está celoso de los dones de otros. Tiene celo por
tu alma y tu crecimiento en sabiduría. Un hombre menos dotado que te conoce y
te ama es mucho más poderoso en tu vida que un hombre más capacitado pero
lejano.
Segundo, habla
bien de él a otros. Si el pastor está inclinado hacia el desaliento, cuando hablas bien a
él puede que no tengas el impacto que quisieras. Tales palabras de bondad puede
ser fácilmente anuladas como bondad y no gratitud, como lisonja y no
sinceridad. Pero si le llega el mensaje, y le llegará, de que has hablado bien
de él a otros en la iglesia o a otros en tu comunidad, se verá obligado a poner
en su corazón tus buenas palabras. También puede alentar a aquellos con quienes
hablas a tener un aprecio más profundo hacia tu pastor, y usualmente eso es algo bueno. Desde luego,
a quien más debes hablar acerca de tu pastor es al Gran Pastor de las ovejas.
Ora con gratitud por el hombre que Cristo te ha dado y ése hombre será
alentado.
Tercero, sigue la
piedad. Por
cuanto te ama, lo que tu pastor más quiere por encima de cualquier otra cosa es
que crezcas en gracia y sabiduría, para venir a ser más como Jesús. Lo que más
le desalienta no es ver cuán pobremente ha sido tratado, ni cuán mal ha sido
honrado, sino cuán mal están andando sus ovejas. Lo que más le alienta, sin
embargo, es cuando andas bien. Cuando ve el rostro sonriente de tu esposa, él
sabe que eso se debe que estar procurando ser un esposo y padre piadoso, y eso
le alienta. Cuando te ve ofrecer la otra mejilla en la relación que guardas con
el hermano que se sienta a tu lado, se alienta al conocer que la levadura del
reino se está esparciendo entre su rebaño. Cuando te ve visitando a la viuda y
al huérfano, él sabe que estás practicando la religión verdadera y se regocija.
En pocas palabras, no digas a tu pastor cuán
inteligente es, ni cuán brillante son sus sermones. No le digas lo gracioso que
es, ni cuán lleno de dignidad. Muéstrale cómo su trabajo de enseñarte a Jesús
te está haciendo más como Él. Ése es el deseo de su corazón, porque ése es el
deseo de Su corazón.
Traducción: Salvador Gómez Dickson
Fuente: http://www.ligonier.org/blog/3-simple-ways-encourage-your-pastor/?utm_source=feedblitz&utm_medium=FeedBlitzEmail&utm_content=5575&utm_campaign=0
1 comentario:
Wao, excelente trabajo, muchas veces no nos detenemos a valorar el trabajo, el sacrificio con que el o los pastores se ponen a preparar una enseñanza o una predica, es ciertísimo que muchas veces le llega el desalentó al ver que nadie dicenada de uno u otro trabajo que realizan, sabiendo que ellos no están esperando que lo alabemos, pero debemos alentarlo constantemente, puede ser a través de un comentario, una palmada en la espalda, un gesto positivo, Etc.
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