jueves, 22 de noviembre de 2012

Sé un Bernabé

Por Curtis C. Thomas*

“Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tes. 4:18).


Dios obra por medio de hombres para lograr grandes ministerios. Bernabé fue uno de esos hombres. Cuando Saulo (Pablo) fue convertido de forma gloriosa camino a Damasco y llamado para ser un mensajero especial de Dios (un apóstol) para el mundo gentil, al principio los hermanos cristianos tenían miedo de él. Era entendible. Previo a ser llamado por Cristo, Pablo había sido un perseguidor implacable de la iglesia primitiva. A algunos puso en prisión y a otros llevó a la muerte. Evidentemente los líderes de la iglesia pensaban que era uno de los viejos trucos de Pablo y por ende le tenían miedo. Tampoco podían entender sus planes para evangelizar a los gentiles.
Se necesitó de un Bernabé que "tomara el turno al bate" de Pablo para asegurar a los hermanos de Jerusalén de que Pablo ahora era un verdadero creyente en Cristo y para alentar a los hermanos a brindar a Pablo su comunión y su apoyo en el ministerio (Hechos 9:26-30). Bernabé estaba haciendo honor a su nombre–"hijo de consolación."
También vemos a Bernabé ser usado como un alentador para el joven Juan Marcos temprano en su vida. Después que Juan Marcos abandonó a Pablo y a Bernabé durante el primer viaje misionero, Pablo sintió que era lo mejor no incluir a alguien que había desertado. Las Escrituras nos dicen que Bernabé y Pablo habían sostenido una fuerte disputa con respecto a Juan Marcos (Hechos 15:37-41). El resultado fue que Pablo partió con Silas en su segundo viaje misionero, mientras Bernabé tomó a Juan Marcos consigo hacia Chipre (donde la historia registra que el evangelio realmente penetró en esa isla, evidentemente a través de los ministerios de Bernabé y Marcos).
Finalmente, al término  del ministerio del apóstol Pablo, éste manda a buscar a Marcos, declarando que él le era “útil” (2 Timoteo 4:11).
Uno podría preguntarse qué podría haber sucedido a Marcos de haber sido dejado solo sin un alentador que viniera a su lado. Las Escrituras no nos dicen quién tuvo la razón en la disputa entre Bernabé y Pablo. Quizá ambos estaban en lo correcto. Pablo pudo haber pensado correctamente que Marcos no estaba listo para un viaje tan riguroso. Quizá Bernabé asumió correctamente que, brindando su ayuda a Marcos, el joven probaría más adelante ser un siervo de Cristo capaz y dedicado.
En ambas situaciones, el “hijo de consolación” vivió a la altura de su nombre.
El Nuevo Testamento hace un llamado a todos los creyentes a “alentarnos los unos a los otros” (1 Tes. 4:18; Heb. 10:25). El ejercicio de este don es muy necesario en el cuerpo de Cristo. Algunos entre nosotros están especialmente capacitados en esta área, pero todos nosotros somos responsables de alentarnos los unos a los otros. He aquí algunas de las maneras posibles de hacerlo:
  • Alienta a los líderes por medio de apoyo escrito, verbal y en oración.
  • Alienta a los líderes y a los miembros a través de tu apoyo financiero fiel y regular.
  • Alienta a los que tienen dones especiales o habilidades que las usen al máximo para el bien del cuerpo.
  • Utiliza todos los dones y talentos que Dios te ha dado para beneficio del cuerpo.
  • Busca oportunidades de servicio; no esperes que te lo soliciten.
  • Alienta a los enfermos ya sea visitándoles o llamándoles regularmente; ora por ellos y con ellos.
  • Alienta al cuerpo asistiendo fielmente a los servicios y a los ministerios–con puntualidad.
  • Alienta a los líderes y a los miembros exhibiendo una actitud positiva genuina.
  • Refrénate de criticar a los líderes y a otros miembros.
  • Alienta a las personas verbalmente a confiar en el Dios soberano que les ama, que conoce todas las cosas y que controla todas las cosas para su bien.
  • Exhibe personalmente esta misma confianza cuando ocurran eventos dolorosos en tu vida.
  • Conoce las Escrituras y alienta a los demás con las palabras de las Escrituras.
  • Cuando una muerte acontezca, alienta a los demás hablando de la esperanza bienaventurada que tenemos en la resurrección.
  • Alienta a aquellos que recién se inician en la enseñanza y la predicación señalándoles que con la ayuda de Dios ellos irán mejorando según ejercitan esos dones.
  • Exhorta a otros miembros a apoyar el liderazgo y ministerios de la iglesia.
  • Habla positivamente de otros ministerios dignos dentro del cuerpo.
  • Comparte con otros acerca de alguien dentro del cuerpo que ha sido de bendición en tu vida.
  • Al igual que Bernabé, practica regularmente un discipulado de exhortación con un nuevo creyente.
  • Comparte información acerca de oraciones contestadas.
  • Envía notas de aliento y aprecio por dones puestos en operación en el cuerpo.
  • Sé el primero en ofrecerte como voluntario a ministerios en necesidad.
  • Ofrece ayudar a las personas con necesidades particulares y especiales.
  • De ser posible, provee de manera anónima ayuda financiera a aquellos miembros que no pueden asistir a seminarios especiales, retiros, conferencias, viajes misioneros, etc.
  • Escribe cartas alentadoras a aquellos miembros que viven solos y a aquellos misioneros que sirven fielmente y, con frecuencia, solos.
Meditación: Piensa en oración acerca del significado e implicaciones de Filipenses 1:3-11.

*Este material fue tomado del libro “Life in the Body of Christ” del autor Curtis C. Thomas, y ha sido traducido y reproducido aquí con permiso de la casa publicadora. ©Salvador Gómez Dickson, por la traducción al español.


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