jueves, 1 de noviembre de 2012

Cuando huir es de valientes

Indiscutiblemente, los pensamientos de Dios no siempre se ajustan a las convenciones humanas. De hecho, en múltiples lugares de las Escrituras podemos notar que sus posturas se contraponen marcadamente a los postulados humanos. ¿Quién es un creyente de valentía y coraje? Podríamos pensar que se trata de aquel que no teme hacer frente a sus contrarios, que nunca da marcha atrás ni da la espalda a sus enemigos.
Sin embargo, la Palabra de Dios es manifiestamente clara al enseñarnos que hay ocasiones cuando lo más sabio es huir:

  • Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca” (1 Corintios 6:18, RVR60).
  • Por tanto, amados míos, huid de la idolatría” (1 Corintios 10:14, RVR60).
  • Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Timoteo 6:11, RVR60).
  • Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22, RVR60).
Hay toda una gama de pecados de los que debemos huir. El apóstol Pablo instruye a Timoteo para que corra tan rápido como pueda del descontento y de la avaricia, de las contiendas y del orgullo. Los corintios fueron exhortados a escapar de las garras de la idolatría; pues atrapa el corazón y no lo quiere soltar. Es como esos animales que muerden y mantienen sus bocas cerradas sobre sus víctimas.
Pero hay una familia de pecados que tenemos que destacar de manera particular. Me refiero a los pecados sexuales. Debemos huir de las pasiones que los producen y de los actos sexuales pecaminosos mismos. Hacer todo el intento de escapar de las garras de este animal es de sabios y valientes. Los riesgos son demasiado elevados. 
Hay animales con respecto a los cuales mantenernos a distancia es lo más aconsejable. Ocurre lo mismo con estos pecados de la carne. Es por esto que el mejor consejo a los hombres jóvenes es mantenerse tan alejados como sea posible de la fuente de tentación. “Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa” (Proverbios 5:8, RVR60). Si nos encontramos en una situación de peligro, es común escuchar la voz de alguien que grita: "¡Corre, corre!" No es momento para pensar ni contemplar. Cuando hay que huir, hay que huir. Son esas las ocasiones cuando huir es de valientes.
El mejor ejemplo bíblico que tenemos es el de José. Ante los avances de la mujer de Potifar, entendió que ya no era un asunto de resistir. Había que correr. “Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió” (Génesis 39:12, RVR60).
Seamos guerreros del Señor, guerreros sabios y valerosos, que reconocen cuando llega el momento de correr y huir.
 

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