“Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante,” (Jeremías 7:23–24, RVR60)
En un intento por hacer que sus mensajes sean tan bíblicamente sanos, convincentes y prácticos como sea posible, a menudo los pastores pasan incontables horas en la preparación de los mismos. No obstante ello, al igual que ocurrió con los israelitas de antaño, muchos miembros no escuchan o no escuchan apropiadamente. Y al igual que sucedió con los israelitas, se retiran siguiendo las inclinaciones obstinadas de sus corazones, persisten en retroceder y no en avanzar.
Hay abundantes advertencias en la Biblia con respecto a cómo debemos escuchar: "Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio" (Prov. 18:13); "Mirad, pues, cómo oís" (Lucas 8:18); "Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez?" (Juan 9:27); "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse" (Sant. 1:19). Aunque estos versículos nos hablan de escuchar con cuidado a cualquiera que hable, son realmente aplicables cuando estamos escuchando un sermón.
Escuchar es un proceso de pensamiento. Uno ha escuchado eficazmente cuando ha recibido y entendido el mensaje tal como el emisor quería que fuera entendido. Varios "expertos en el arte de escuchar" enumeran cuatro pasos en el proceso de escuchar: Oír (percibir el mensaje con el oído); Interpretación (entender el propósito del mensaje); Evaluación (formarse una opinión del mensaje); Respuesta (En ocasiones la Biblia utiliza el escuchar y el obedecer—o responder—como sinónimos. Uno no ha escuchado si no ha obedecido, ver Jeremías 7:23-24 más arriba).
Un buen oyente:
- Bloquea todas las distracciones posibles y no se deja distraer con facilidad.
- Se concentra (escuchar es un trabajo) y evita que su mente divague.
- Anticipa pero no asume (no llega a conclusiones precipitadamente).
- No juzga hasta no completar su comprensión.
- Reconoce sus propias predisposiciones, prejuicios o propensiones con respecto al tema o el predicador, e intenta re-evaluar su posición (escucha con objetividad).
- No se queda pensando en el vocabulario que no le es familiar, antes bien continúa con la labor de escuchar e intenta comprender el propósito principal del mensaje.
He aquí seis ingredientes muy importantes para escuchar sermones:
1. PREPÁRATE PARA ESCUCHAR
- Descansa lo suficiente antes del mensaje de manera que tu mente no esté tan agotada que no pueda escuchar.
- Ora continuamente, pidiendo a Dios que te ayude a entender y a responder apropiadamente a Su Palabra.
- Asegúrate de tener todo lo que necesitas (Biblia, libreta, lapicero, etc.). Siéntate donde puedas ver y oír. Asegúrate de hacerte cargo de las necesidades personales.
- Motívate a ti mismo. La responsabilidad de desarrollar el interés y el entendimiento es primariamente tuya delante de Dios. Haz un esfuerzo consciente de ser optimista y de estar interesado desde el principio. Da toda tu atención al predicador. Si no tienes una razón buena e inmediata para escuchar a un predicador, probablemente no le escucharás de forma apropiada.
- De haberlas, cerciórate de leer las lecturas asignadas. El oyente que ha hecho sus asignaciones tiene una mejor comprensión.
2. DESDE EL INICIO, DETERMINA LA ESTRUCTURA
(Cuando un oyente conoce la estructura de la lección, la comprensión se incrementa.)
- Intenta entender cómo el predicador ha organizado la lección. ¿Inicia el sermón con un breve resumen de los conceptos, temas o ideas principales? ¿Ofrece el maestro un vistazo general de su bosquejo? ¿Captaste los encabezados principales?
- Ajusta tus anotaciones al predicador. Cada predicador es único y cada uno debe ser escuchado de una manera individual.
- Los charlistas tienden a seleccionar ciertas palabras, frases o expresiones para hacer transiciones en su bosquejo para introducir ejemplos e ilustraciones y para cualificar sus declaraciones.
Transiciones: Primero, segundo...; Finalmente; Después.
Ejemplos e Ilustraciones: Por ejemplo; Como ilustración.
Calificativos: En mi opinión; Con toda probabilidad.
3. NO PERMITAS QUE EL ESTILO DEL PREDICADOR TE IMPIDA ESCUCHAR
- Evalúa el contenido, no la forma de entrega. El estilo es la manera característica que la persona tiene de expresar sus pensamientos. Puede que no te guste el estilo de una persona (demasiado dramático, demasiado florido, demasiado rápido, demasiado lento, demasiado emotivo, etc.), per un buen oyente se concentra en el contenido y sabe que la entrega es de importancia secundaria (1 Corintios 2:1-5; 2 Corintios 10:10; 2 Corintios 12:5-6).
- Un maestro joven todavía está desarrollando su estilo. Sé paciente con él.
- Un buen oyente pasa por alto errores en la forma de entrega y tolera los malos hábitos del predicador.
(La persona que habla con gracia y con un estilo acabado puede no estar diciendo nada en realidad, aunque lo diga muy bien. Una persona que habla con aire de autoridad puede estar de todos modos equivocado. El predicador sin pulir puede tener algo importante que decir.)
4. SÉ UN OYENTE ACTIVO—ESFUÉRZATE AL ESCUCHAR
- Recuerda que escuchar es un trabajo. Concéntrate.
- Un buen oyente se anticipa, hace un resumen mental y considera la evidencia.
- Nuestros pensamientos pueden ser más rápidos que las palabras del predicador. El charlista promedio habla de 125-200 palabras por minuto. El oyente promedio puede procesar 400 palabras por minuto. Los oyentes de bajo rendimiento tienden a soñar despiertos y se pierden durante el sermón, tal como le ocurrió a la liebre que tomó una siesta durante la carrera con la tortuga. Trata de poner tus pensamientos a trabajar durante un mensaje.
- Cuídate de tus predisposiciones y trata de escuchar de manera objetiva. Si tu posición se mantiene ante los argumentos de un predicador—bien. Si no es así, quizás necesites estudiar y re-evaluarla.
5. EVALÚA (Fórmate una conclusión de lo que se ha dicho.)
- ¿Ha interpretado el predicador el pasaje de manera correcta? ¿Pudo demostrar su posición? ¿Ha aplicado las verdades de la Escritura de forma justa y correcta?
- ¿Qué tiene que ver esto conmigo? ¿Cuáles son las implicaciones? ¿Adónde me conduce esto lógicamente?
6. RESPONDE
- Pregunta: "¿Qué voy a hacer con las verdades que he aprendido o con aquellas de las que he sido recordado?"
- Procura crecer en tu vida piadosa, no sólo en conocimiento. Confórmate a la Palabra de Dios (Colosenses 1:10).
- Persevera: Sigue esforzándote. ¡Estamos más cerca ahora que cuando creímos!
*Este material fue tomado del libro "Life in the Body of Christ" del autor Curtis Thomas, y ha sido traducido y reproducido aquí con permiso de la casa publicadora. (c) Traducción al español: Salvador Gómez Dickson.
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