DOS
DESTINOS
Uno de los grandes propósitos de Isaías 24-27
es mostrar que habrá dos destinos distintos para las dos ciudades que allí se
presentan y los ciudadanos de las mismas. Aunque la impresión actual es
distinta, al final la ciudad de Dios triunfará.
El pueblo de Dios en los días de Isaías
estaba viviendo días difíciles, y el panorama de lo que vendría no era muy
alentador. Invasiones, guerras y exilios era la expectativa inmediata. En medio
de ese escenario es que Isaías les profetiza de cosas que ocurrirían mucho
tiempo después. Algunas se cumplirían 700 años después, con la llegada del
Mesías, el “siervo sufriente”, quien cargaría con todos sus pecados (Isaías
40:1-5). Para el momento en que eso sucedería, ya todos ellos estarían muertos.
¿Cuál era el sentido de compartir esas profecías con ellos?
Otras profecías tenían un cumplimiento más
lejano aún. Tenían que ver con “cielos nuevos y tierra nueva” (65:17; 66:22),
una referencia a la consumación final de todas las cosas. ¿Cuál era el
consuelo? Evidentemente todos estos murieron sin ver estas promesas hechas
realidad.
Pero permítanme complicar un poco más las
cosas. Lo que vemos en Isaías no es diferente a lo que encontramos en el Nuevo
Testamento. Los hermanos de la iglesia primitiva ya habían visto el
cumplimiento de las profecías concernientes a la llegada del Mesías para morir
como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Pero también se les
instruyó que el Señor volvería otra vez. Esto se enseña en múltiples contextos
tanto de los evangelios como de las epístolas. Y una vez más nos preguntamos:
¿Cuál es el propósito de darnos esas promesas que no veremos cumplir mientras
vivimos en esta tierra? Pablo lo dice en 1 Tes. 4:18:
“Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas
palabras.”
El propósito es aliento, alimentar nuestra
esperanza, ayudarnos a poner el corazón y la mirada en la eternidad. ¿Qué pasó
con todos los tesalonicenses que escucharon la lectura de esta epístola? Murieron
sin ver su cumplimiento. Sin embargo, debían consolarse aun en medio de las
muertes de sus seres queridos. Lo que necesitamos para seguir adelante es la
verdad de que el Cristo victorioso viene otra vez.
Esto nos enseña algo importante: La esperanza
del creyente no puede estar en esta vida. El tiempo de nuestra vindicación no
es ahora. El Señor quiere que nuestros ojos miren a lo lejos, no a lo que
tenemos ante nuestras narices. Quiere
que contemplemos nuestro destino, en contraste con el destino de los demás. Así
como hay una diferencia de ciudadanía, habrá una diferencia de destino—un
destino que es final y concluyente.
Podemos ver algo de este contraste de
destinos en el Salmo 1. Después de describir el camino bienaventurado de los
justos, el salmista escribe: “No así los malos, que son como el tamo que
arrebata el viento… la senda de los malos perecerá” (vv. 4, 6).
Las palabras con que Isaías describe la
suerte de los injustos son terribles y dramáticas:
(1) “Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores” (24:1).
(2) “La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada” (24:3).
(3) “Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los
altos pueblos de la tierra” (24:4).
(4) “La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta”
(24:12).
(5) “Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la
tierra, en gran manera será la tierra conmovida. Temblará la tierra como un
ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y
caerá, y nunca más se levantará” (24:19-20).
(6) “Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los
cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra” (1:21).
¿Cuándo será todo esto? “Cuando Jehová de los
ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos
sea glorioso” (1:23b). ¿Y cuándo reinará Jehová? En el segunda venida de
Cristo. Las palabras que se usa al principio del v.23 son las mismas que se usa
en Mateo 24 para referirse a los eventos que rodearán la venida del Señor: “La
luna se avergonzará, y el sol se confundirá.” Es un lenguaje cataclísmico.
Este juicio tendrá consecuencias
determinantes, permanentes, eternas. “Nunca más se levantará.”
El gozo artificial del que disfrutaban será
completamente erradicado. “Se desterró la alegría de la tierra” (24:11b).
Isaías 24:7–11
7 Se perdió el vino, enfermó
la vid, gimieron todos los que eran alegres de corazón. 8 Cesó el regocijo de los
panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del
arpa. 9 No beberán vino con cantar;
la sidra les será amarga a los que la bebieren. 10 Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se
ha cerrado, para que no entre nadie. 11 Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo
se oscureció, se desterró la alegría de la tierra.
El “cesó” que se repite enfatiza la inevitabilidad
del impacto de este juicio. Ya no habrá razón para el regocijo. Aquellos que no
vieron más allá de los placeres materiales del momento se quedarán mudos. Esto
es paralelo a lo enseñado en Apocalipsis (cap. 18) con respecto a la caída de
Babilonia.
El juicio
del que habla Isaías es ineludible e inevitable.
Isaías 24:2
2 Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como
al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que
vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro, así al
que lo recibe.
No habrá nadie inmune del juicio en base a
estatus o posición social. Dios actuará con absoluta imparcialidad. No importa
a qué grupo social pertenezcas, te verás cara a cara con Dios.
Isaías 24:17–18 (RVR60)
17 Terror, foso y red sobre
ti, oh morador de la tierra. 18 Y acontecerá que el que
huyere de la voz del terror caerá en el foso; y el que saliere de en medio del
foso será preso en la red; porque de lo alto se abrirán ventanas, y temblarán
los cimientos de la tierra.
No habrá forma de escape. Será un juicio
universal sin escapatoria. “De lo alto se abrirán ventanas” puede estar
haciendo referencia a algo que caerá del cielo. Así como cayó agua en los días
de Noé, ahora caerá fuego (según nos enseña 2 Pedro). “Temblarán los
cimientos de la tierra”—Tener los pies sobre la tierra no brindará estabilidad.
Arriba: fuego. Abajo: terremotos. No habrá lugar de refugio. Lo que nos parece
tan seguro, de repente no brindará protección.
Observen la similitud de esta enseñanza con
Apocalipsis 6.
Apocalipsis 6:12–17 (RVR60)
12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran
terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda
como sangre; 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como
la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. 14
Y el cielo se desvaneció
como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su
lugar. 15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los
capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las
cuevas y entre las peñas de los montes; 16
y decían a los montes y a
las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está
sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; 17
porque el gran día de su
ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?
El pasaje también nos da la razón o motivo del juicio. Nuestras acciones tendrán
consecuencias.
Isaías 24:5 (RVR60)
5 Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque
traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.
Los hombres pueden tener la impresión de que
a Dios no le importa lo que la gente haga con su Palabra. Isaías, sin embargo,
nos asegura que Él pedirá cuentas por lo que cada quien haya hecho con sus
leyes. Hoy el mal parece haber triunfado. Pero no nos engañemos. Las cosas no
seguirán así para siempre. Me gusta el título que un comentarista de las
Escrituras dio a esta sección: EL DERROCAMIENTO UNIVERSAL DEL MAL.
El gobierno soberano de Dios garantiza que el
castigo correspondiente será aplicado a todos sus oponentes. ¿De qué lado estás
tú?
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