Dios es el Soberano de la historia. Nos
asombramos al leer acerca del impacto que hombres como nosotros tuvieron en el
curso de la historia.
Si uno lee la historia bíblica como
narraciones inconexas, pierde la esencia de aquello en lo que consiste la
historia de la redención. Antes bien, debemos observar que mientras hombres y
mujeres llegaron a este mundo y se fueron, hay un hilo conector desde Génesis
hasta Apocalipsis que nos habla del Dios eterno que decretó que el Cordero de
Dios fuera inmolado desde antes de la fundación del mundo.
De la misma manera, no debemos leer la
historia como un conglomerado de biografías que no guardan relación entre sí.
Lo que ocurrió en la época de la Reforma no aconteció por la labor de un solo
hombre. Ciertamente lo que hicieron Lutero en Alemania y Calvino en Suiza fue
determinante, pero ya el Espíritu de Dios había estado en operación de diversas
maneras. Así como Jesús vino a este mundo “en el cumplimiento del tiempo”, así
fue guiando los aspectos sociales e históricos de Europa que dieron paso a la
Reforma.
Hoy queremos detenernos a considerar a uno de tres
personajes que contribuyeron de este modo y que fueron instrumentos en las
manos del Soberano de la historia. Nos referimos a Juan Wyclif, Juan Hus y
Jerónimo Savonarola.
En su libro HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO, Justo L. González dice lo siguiente:
Desde el siglo XII se habían
producido varios movimientos de protesta contra la iglesia establecida, y estos
movimientos continuaron en una serie ininterrumpida por todo el resto de la
Edad Media. Pero, mientras los antiguos movimientos de protesta habían sido dirigidos
principalmente por personas de sinceras convicciones pero carentes de preparación
académica, en los siglos XIV y XV varios individuos de alta educación alzaron
la voz de protesta contra buena parte del cristianismo medieval. En muchos
sentidos, fueron precursores de la gran protesta del siglo XVI. Entre estos
precursores de la Reforma los más notables —aunque ciertamente no los únicos—
fueron Wyclif, Hus y Savonarola.
No tenemos información acerca del año preciso
en que nació. Fue natural de Yorkshire, Inglaterra. Pasó la mayor parte de su vida
en Oxford, primero como estudiante y luego como profesor. En 1374, Wyclif
representó a su país y al rey en una reunión con oficiales papales en Brujas. Aunque Wyclif gozó el apoyo y favor del rey
Eduardo III, otros miembros del clero y monjes le odiaron con pasión, haciendo
todo lo posible por producir su caída. Una de sus propuestas era que el gobierno
confiscara las propiedades de los clérigos inmorales (atentar contra las riquezas de los inmorales le generó enemigos).
Wyclif les criticó por las diversas formas en
que pervertían la religión. Catalogó la adoración de imágenes y reliquias como
una insensatez y atacó la venta de indulgencias, el hacer misas a los muertos,
las procesiones y los peregrinajes. Criticó duramente al papa, llamándole
sacerdote mundano y el peor de los ladrones.
Los obispos de la iglesia de Inglaterra
estaban alarmados por todo esto y le convocaron a una reunión en la que sus
oponentes le atacaron salvajemente. Se salvó gracias a la protección del hijo
del rey, John de Gaunt, Duque de Lancaster. En 1377 el papá decretó cinco bulas
contra él e hizo 19 cargos por asuntos tomados de sus escritos.
La crisis mayor ocurrió 4 años más tarde,
cuando Wyclif atacó la doctrina de la transustanciación, que dice que en el
momento de la consagración el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la
sangre de Cristo. El poder para producir tal milagro sólo lo poseían los
sacerdotes, lo cual les elevaba ante los ojos del pueblo. No es de dudar el
tipo de oposición que esto acarreó contra Wyclif. Pero ocurría como en el caso
del Señor, que tenía el favor del pueblo y sus enemigos tenían miedo de hacerle
daño.
Algunos piensan que él hubiera podido lograr
más si hubiera sido más moderado en sus ataques y más paciente en los cambios
que quería lograr. Pero eso es más fácil de decir que de hacer, y había que estar
en su lugar para saber con precisión. En realidad la iglesia de Roma nunca ha
mostrado la voluntad de cambiar la esencia de sus errores, por medio de los
cuales pervierten el verdadero evangelio de Jesucristo.
A causa de una revuelta de los campesinos en
1381, por la que él y sus seguidores fueron injustamente responsabilizados,
Wyflif cayó en desgracia, y hasta el rey le aconsejó abandonar sus intentos de
reforma. Cuando pierde el apoyo de sus compañeros en Oxford, se va a vivir a
Lutterworth, donde permaneció hasta el momento de su muerte en 1384.
El obispo de Canterbury llamó a un concilio
para tratar con los asuntos en disputa. Ese concilio fue conocido como el
concilio terremoto, porque ocurrió un terremoto mientras estaba en sesión. Los
seguidores de Wyclif vieron esto como un señal de intervención divina a favor
suyo. No obstante, las enseñanzas de Wyclif fueron condenadas.
Casi al final de su vida organizó la Orden de
Sacerdotes Pobres o predicadores, que iban entre el pueblo predicando el
evangelio. Tuvieron mucha oposición, pero trajeron mucha luz al pueblo y no
pocos confesaron fe en el Señor Jesucristo. Estos predicadores fueron llamados
“lolardos”, una palabra de origen desconocido, pero que probablemente era un
término despectivo.
Una de sus más grandes contribuciones fue su
traducción de la Biblia al inglés para que todos pudieran leerla o escucharla cuando fuera leída. En lugar de la Biblia en latín que usada la iglesia romana, esto
resultó ser una enorme bendición y un paso más entre otros que seguirían con
otros traductores más adelante. No fue una traducción de los idiomas
originales, ya que Wyclif no sabía hebreo ni griego, sino de la Vulgata Latina.
Otro punto adicional es que las copias tenían que ser hechas a mano, porque
todavía no existía la imprenta. Su traducción fue la primera completa de toda
la Biblia al inglés.
En 1384 muere
Wyclif a consecuencias de una embolia, y todo sucede en medio de relativa tranquilidad.
Tras su muerte, los lolardos o seguidores de
Wyclif, fueron intensamente perseguidos y algunos quemados en la hoguera. En
1401 se pasó una ley a favor de quemar a los herejes. Su traducción de la
Biblia también fue condenada.
“El odio de la Iglesia Romana hacia John Wycliffe es probablemente
mejor conocido por un evento que sucedió casi cuarenta años después de su
muerte. Por orden del Concilio de Constanza (1415) los huesos del reformador
fueron exhumados de la tumba y se les impidió ser enterrados de nuevo”
(Sketches from Church History, p.68).
La ejecución de esta orden se llevó a cabo en
el 1428. Sus cenizas fueron lanzadas al río Swift.
Las ideas de Wyclif no
murieron. Ya hemos dicho que sobrevivieron en Inglaterra por largo tiempo
después de la muerte de su autor, y que a la larga el remanente del movimiento
lolardo se fundió con la reforma inglesa. Debemos añadir ahora que sus
doctrinas también llegaron hasta Bohemia, donde surgirían de nuevo, con ligeras
modificaciones, en Hus y sus seguidores (Justo González, Historia del Pensamiento Cristiano, p. 347).
“Lo que fracasó en
Inglaterra tuvo éxito en Bohemia. Estudiantes de aquel país asistieron a Oxford
y de regreso llevaron sus enseñanzas a Praga. Por su medio Juan Hus y sus
seguidores adoptaron las ideas de W. Y las mantuvieron vivas hasta la época de
la Reforma” (Diccionario de Historia de la Iglesia, Ed. Caribe, p. 1076).
A Wyclif se le reconoció como “la Estrella
Matutina de la Reforma”, por su papel como precursor de la Reforma Protestante
del siglo XVI. Una de las doctrinas que le dominó durante su vida y ministerio fue su creencia en la Biblia como la única regla de fe y práctica. Tal doctrina fue esencial para lo que posteriormente sucedió y que conocemos como la Reforma Protestante.
1 comentario:
Increíble ver a través de la historia cómo Dios ha tomado la iniciativa para conservar y defender SU PALABRA (desde que se inició las primeras voces de la Reforma)con éstos santos hombres. Me llama la atención que para Dios 100 años es tan poco tiempo, pero para nosotros los terrenos es un siglo extenso; y notar que detrás de cada reformador ya Dios tenía preparado a otro, por ejemplo LUTERO casi 100 años después. ¡Que privilegio la de estos reformadores! ¡Que privilegio participar de la reforma en el SIGLO XXI!
Excelente blog, Dios le provea salud y sabiduría para seguir posteando más artículos.
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