“Le
hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le
pusiste sobre las obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque
en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero
todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Pero vemos a aquel que
fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de
honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos.” (Hebreos 2:7–9, RVR60)
El
hombre tenía una encomienda de señorear y sojuzgar la tierra (Gén. 1:26, 28): "En
cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él".
Adán, como nuestro representante, gozó de una posición privilegiada en el orden
de la creación. Sin embargo, no supo retener esa posición; falló en su rol como
administrador y mayordomo de Dios. El pecado echó a perder las cosas.
"Hay una gran disparidad entre la posición del hombre como gobernador y su falta de control presente sobre la creación" (Peter O'Brian, Hebrews: Pillar NT Commentaries).En este texto el autor de Hebreos cita el Salmo 8, un salmo que nos habla precisamente de la dignidad del hombre en la creación. Somos menores que los ángeles, y sin embargo fuimos coronados con una gloria y honra que ellos no disfrutan ni disfrutarán.
¿Qué
ocurrirá, entonces? ¿Permanecerán las cosas como están? "Todavía no
vemos que todas las cosas le sean sujetas." Ese
"todavía" nos arroja un rayo de esperanza. Todavía no es como
debiera, pero algún día lo será. El hombre
saldrá finalmente victorioso porque el Hijo de Dios ha
intervenido a nuestro favor. Antes del v.9 el autor ha estado hablando del
hombre en sentido general, y es a partir de ese versículo que introduce el
papel de Jesús en la restauración del hombre como vice-regente de la creación.
¿Qué hizo el Hijo de Dios para lograrlo? El pasaje menciona dos cosas: (1)
encarnación y (2) muerte vicaria.
(1)
El lenguaje "fue hecho un poco menor que los ángeles"
hace referencia a su encarnación. El texto de la Septuaginta citado por
el autor destaca la temporalidad de ese estado de inferioridad a los ángeles
("fue hecho por un poco de tiempo menor que los ángeles").
Éstos son presentados con tal poder y grandeza en la Palabra de Dios, que los
hombres temen ante sus apariciones. Aquí se nos dice, no obstante, que Jesús
estuvo dispuesto a compartir nuestra condición de manera temporal (2:14) con
miras a restaurar la dignidad real del hombre. Las cosas no seguirán así para
siempre. Reinaremos con Jesús (2 Tim. 2:12; Apoc. 5:10).
(2)
El v.9 también nos habla de su obra expiatoria, "del padecimiento de
la muerte", lo cual hizo por gracia, a favor y en lugar de los
"todos" que reinarán con Él. Fue un sacrificio vicario o sustitutivo.
Ocupó el lugar de castigo que ellos debían experimentar con el propósito de
librarles y hacerles reyes junto a Él. Esta no es una dimensión de la obra
redentora de la que se hable mucho hoy en día. No parece cuadrar con la imagen
de siervos que corresponde a los hijos de Dios. Pero una enseñanza bíblica es,
y una en la que debemos meditar más a menudo.
Sin
duda alguna Dios es el Soberano de soberanos. Por eso Jesús ha sido designado
"Rey de reyes" (Apoc. 17:14; 19:16). Él es Rey (con mayúscula) de
reyes (con minúscula). Esos reyes son los redimidos del Cordero. Por eso Heb.
2:5 expresa: "Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero",
pues lo sujetó a los hombres por medio de Jesucristo. La misión del hombre no
concluye cuando nuestro Señor Jesucristo vuelva. En ese instante habrá acabado
de empezar.
Esta
enseñanza debe llenar nuestros corazones de paciencia y esperanza. "Mas,
oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y
mil años como un día" (2 Pedro 3:8). No entendemos el plan que
Dios está llevando a cabo desde hace miles de años.
En
Josué hay un texto interesante que fácilmente pasamos por alto en medio de las
narraciones de la conquista. "Por mucho tiempo tuvo guerra
Josué" (Josué 11:18). Una lectura superficial de Josué puede
darnos la impresión de que todo ocurrió rápidamente. En realidad la conquista
tomó años. Sobre esto Dale Ralph Davis comenta:
"La conquista fue, por tanto, un proceso largo, agotador y exigente. Josué 2-11 tiene el acierto de proporcionarnos los momentos más destacados; pero no debemos pensar que se tratara simplemente del trabajo de un largo y caluroso verano. Israel ya lo sabía, porque Yahveh se lo había dicho (Ex. 23:29-30 comp. Deut. 7:22). Desde luego, el poder de Dios estaba actuando; pero de una manera que requería perseverancia y tenacidad por parte de su pueblo" (Ninguna Palabra Faltó, p. 105; No Falling Words, p.99).
Nosotros
también alcanzaremos nuestro reposo (Heb. 4:5-12), pero mientras tanto debemos
seguir avanzando con paciencia en la carrera que tenemos por delante (12:1),
"porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará"
(10:37). Que el Espíritu alimente nuestra esperanza con la bendita promesa de
que REINAREMOS CON ÉL. Eso debe hacer una gran diferencia en la forma en que
nos desempeñamos en el ínterin. Comportémonos dignamente del llamado recibido
por nuestro Creador y Redentor.
"Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2:9). Puede
sonar extraño a tus oídos, pero la realidad es que el Rey Majestuoso de los
cielos te ha investido de majestad real. Eres su siervo, y al mismo tiempo su
vice-regente. Y será así por la eternidad. ¿Humillante, no? Sé un rey humilde,
digno súbdito del gran Rey.
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