Hay algo más real que lo que mis ojos ven.
Hay algo más real que lo que mis oídos pueden escuchar.
Hay algo más real que lo que mi olfato puede percibir.
Hay algo más real que lo que mis manos pueden palpar.
Hay algo más real que lo que mi alma puede sentir.
Hay algo más real que los pensamientos de mi mente.
Hay algo más real que las decisiones de mi voluntad.
Hay algo más real que los dictados de mi conciencia.
Señor, tú eres más real.
Tú eres la realidad de las realidades.
Todo lo demás deja de ser y tú continúas en un eterno presente.
Tú eres el que eres y fuera de ti no hay más.
El cielo y la tierra pueden dejar de ser,
pero tu Palabra permanece para siempre.
Las relaciones y los amigos vienen y van,
pero el Señor será mi sólido refugio eternamente y para siempre.
¡Aleluya!
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