- Bernabé
- Felipe
- Lucas
- Apolos
- Silas
- Priscila (la de Aquila)
- Pablo
- Clemente de Roma
Tertualiano
propuso a Bernabé. Se ve apoyo para esto en el hecho de que Bernabé era levita
(Hch. 4:36), y por ende tenía mucho conocimiento del AT. Se le conoció como
“hijo de consolación”, y Hebreos contiene palabras de “exhortación” (13:22).
Se llegó a
mencionar a Felipe como una posibilidad. Beza pensaba que fue un discípulo de Pablo. En este sentido se
llegó a proponer los nombres de Lucas[1],
Silas y hasta Priscila[2]
(la de Aquila).
Martín Lutero
propuso a Apolos (Hch. 18:24-26). Usó como argumento el hecho de ser de
Alejandría, donde se expondría al uso de la Septuaginta y al aprendizaje del
idioma griego. Además, es descrito como un hombre elocuente y poderoso en las
Escrituras (Hch. 18:24). Una debilidad de esta postura es el punto de que no
existe documento antiguo que lo relacione con la epístola.
El nombre de
Pablo ha estado relacionado al libro desde muy temprano. Algunos manuscritos y
versiones de antaño incluyeron el título: “Epístola del apóstol Pablo a los
Hebreos”. Uno de los grandes obstáculos de esta sugerencia es la falta de una
salutación personal con su nombre, que era la costumbre de Pablo. Clemente de
Alejandría propuso que Pablo fue su escritor en el idioma hebreo, y que Lucas
la tradujo al griego. Pero es una postura ampliamente rechazada.
Calvino menciona
la posibilidad de que haya sido Clemente de Roma.
Aunque su
identidad no puede ser establecida más allá de toda duda, podemos afirmar varias
cosas con cierto grado de certeza:
(1) Que el autor debió ser un miembro del
círculo paulino. Hebreos 13:23 hace mención de Timoteo, lo cual nos deja ver
que éste era conocido tanto de los lectores de la epístola como de su autor.
(2) No fue un discípulo inmediato de Cristo
(2:3). A mi juicio esto descarta al apóstol Pablo, quien afirma categóricamente
que no recibió el evangelio por medio de hombres sino directamente de
Jesucristo (Gál. 1:11-12).
(3) Que conocía muy bien las Escrituras del
AT, sobretodo en su edición griega, pues todas sus citas provienen de la
Septuaginta. Este es uno de los escollos de los proponentes de la autoría
paulina, porque Pablo acostumbraba citar el texto hebreo del AT y no la
Septuaginta.
(4) Era una persona con notable habilidad
literaria (el griego de esta epístola se encuentre entre los más difíciles del
NT).
“La incertidumbre en cuanto a que Pablo sea o no el escritor, proviene de la diferencia entre las epístolas paulinas y Hebreos. Para comenzar, vemos una clara diferencia en cuanto al lenguaje que se usa en Hebreos. Nada en Hebreos nos recuerda el estilo, dicción, terminología ni contenido de las cartas de Pablo. El lenguaje de Hebreos simplemente no es el de Pablo” (Kistemaker, pp. 17-18).
El Espíritu Santo quiso mantener velada la autoría humana de este libro sagrado. El Espíritu mismo es su principal autor. Frecuentemente se hace difícil estar de acuerdo con Orígenes, pero con respecto a esto del autor de Hebreos tiene razón:
El Espíritu Santo quiso mantener velada la autoría humana de este libro sagrado. El Espíritu mismo es su principal autor. Frecuentemente se hace difícil estar de acuerdo con Orígenes, pero con respecto a esto del autor de Hebreos tiene razón:
“Sólo Dios lo sabe.”
El autor no era
desconocido para los lectores. Les pide que oren por él (13:18). Es desconocido
para nosotros. No obstante…
“Si
la paternidad de esta epístola es incierta, su inspiración es indisputable”
(Hayes citado por Tenney en Nuestro Nuevo
Testamento, p.413).
Una de las reglas
de inclusión en el canon del NT que tenía la iglesia primitiva era la
apostolicidad del escrito. El autor mismo no tenía que ser un apóstol, pero sí
alguien asociado a un apóstol; razón por la cual incluyeron a Marcos, Lucas y
Hechos. La iglesia de occidente tardó en reconocer la canonicidad de Hebreos en
base a las dudas en cuanto a quién fue el escritor. En oriente, al creer que
Pablo había sido el autor, lo recibieron sin inconvenientes. Fue a finales del
siglo IV que occidente se puso de acuerdo con la iglesia de oriente, incluyendo
a Hebreos dentro del canon bíblico.
¡Gracias, Señor, por el gran regalo que constituye esta epístola para tu pueblo!
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