Un ardiente amante de la música se encontró inesperadamente
con el gran Johannes Brahms. Al reconocer al compositor, el hombre te dijo:
"Maestro, ¿puede usted escribir aquí una pequeña porción de una pieza
maestra y firmarla para poder tener un recuerdo de este afortunado y precioso
encuentro?"
Brahms tomó el lápiz y el papel, escribió los primeros compases
de El Danubio Azul de Johann Strauss y firmó: "Desafortunadamente
no es mío, Johannes Brahms."
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