“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio...” (Filipenses 4:2-3a).
Por Curtis Thomas*
Una iglesia es un grupo de personas que se comprometen en unidad a ministrarse los unos a los otros, a adorar juntos y a penetrar individual y colectivamente en el mundo perdido que está a su alrededor y en todo el globo. Sería lo ideal que todos los miembros fueran cristianos genuinos que nunca permitan que surja un problema pecaminoso para crear perturbación dentro del cuerpo. Pero hasta que el Señor regrese, nunca viviremos en un mundo ideal, ni serviremos en una iglesia ideal. Nunca ha habido ni nunca habrá una iglesia perfecta en esta tierra. Es cierto que algunas iglesias están más libres de problemas que otras, sin embargo, debido a nuestro pecado los problemas surgirán. Cuando lo hagan, ¿cuál es nuestra responsabilidad como miembros?
Primero, necesitamos determinar si es un asunto en el que los miembros deben estar interesados. O, ¿deberíamos traerlo a la atención de los líderes y dejar que ellos traten con el mismo? Por ejemplo, si se hace evidente que el pastor de jóvenes es perezoso y no está haciendo su trabajo, si las donaciones parecen estar desapareciendo, si un maestro de escuela dominical está enseñando algo que no es bíblico, el liderazgo de la iglesia debe ser informado. Si el liderazgo está investigando bien el caso y trabajando concienzudamente en ello, entonces deberíamos dejar que ellos lleven el asunto a una conclusión. Lo único que podríamos causar es problemas si comenzamos a tratar de adivinar mientras trabajan en el caso. Necesitamos orar en quietud para que Dios les dé sabiduría y coraje. Si otros miembros nos mencionan sobre esto, necesitamos alentarles a sencillamente orar por el liderazgo en el manejo de estos asuntos. Si hay aspectos públicos que necesitan manejarse públicamente, entonces debemos dejar que los líderes determinen cuándo y cómo esto debe suceder.
¿Qué de aquellas situaciones en las que el liderazgo no ha de participar y en las que temes que las cosas pueden empeorar? Si se trata de un pecado serio o un caso que causará daño serio al bienestar del cuerpo, tenemos la responsabilidad de tratar con el asunto. Pero aun en ese caso deberíamos informar al liderazgo de nuestras intenciones. Debemos tener el cuidado a todos los niveles de adherirnos a todos los estándares bíblicos. Debemos tener en cuenta el bien de todo el cuerpo.
Ahora bien, ¿y qué de asuntos más privados? Supón que te enteras que dos hermanos de la iglesia se encuentran en medio de una disputa. Piensas que eres capaz de reunir a los dos y servir de árbitro. Puedes comenzar discutiendo el asunto por separado con cada hermano y luego colectivamente con ambos. Probablemente sea sabio buscar consejo y contar con testigos espirituales adicionales que ayuden a asegurar que se están obedeciendo todos los pasos cubiertos por Mateo 18:15-17.
¿Qué de aquellas situaciones en las que no hay un pecado evidente, pero en las que las cosas no están marchando bien? Quizás tú y otros piensan que el pastor de predicación no tiene el don de predicación y que la membresía va en declive por esta causa. O el programa de niños durante las noches sencillamente no está funcionando, o cada vez asisten menos personas a las comidas familiares de los miércoles, y que sólo es cuestión de tiempo para que el asunto desaparezca. Muchos de los miembros están hablando de estos problemas, pero nadie parece estar haciendo algo al respecto. Están creando más y más insatisfacción y las personas están comenzando a mostrar señales serias de querer irse a otras congregaciones debido a estos asuntos.
Una vez más aclaro que estos asuntos deben ser presentados respetuosamente ante el liderazgo, y si eventualmente no se hace nada (y para ti es factible), como miembro deberías tratar de ayudar a mejorar la situación. ¡Sé parte de la solución! Ora por la gracia del Señor a favor de aquellos que están involucrados en estos ministerios—para que Dios aumente su conocimiento de la situación, les dé sabiduría y mejore sus habilidades en sus áreas de servicio. Ora por otros que están criticando y úrgeles a ser alentadores pacientes.
El punto de esta discusión es recordarnos que como miembros, tenemos la responsabilidad de dar soluciones a los problemas que puedan ocurrir en el cuerpo. Sin embargo, hay maneras bíblicas de hacerlo. No podemos sentarnos pasivos y asumir que los problemas desaparecerán. Con frecuencia lo único que sucederá es que empeorarán. Puede que no seamos parte del problema, pero podemos y definitivamente debemos ser parte de la solución. Nuestra responsabilidad es conocer los canales apropiados a seguir y ofrecer ayuda con miras a producir soluciones con un espíritu correcto.
*Este material fue tomado del libro “Life in the Body of Christ” del autor Curtis C. Thomas, y ha sido traducido y reproducido aquí con permiso de la casa publicadora. ©Salvador Gómez Dickson, por la traducción al español.
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