“Se dice de una señora que, en el momento de bajar las escaleras de su casa oyó exclamar a su criada: ‘¡Me faltan 500 pesos para ser feliz!’ Pensando sobre el asunto, y deseosa de traer felicidad a la muchacha, la mujer volvió sobre sus pasos y tomando el dinero se lo dio. La muchacha no sabía cómo dar las gracias a su bondadosa señora, que con una sonrisa prosiguió su camino, deteniéndose un poco más abajo para escuchar las exclamaciones de júbilo en que, sin duda prorrumpiría la joven. Mas cuál no sería su desencanto cuando, en vez de alabanzas a Dios lo que oyó fue un lamento: ‘¡Tonta de mí! ¿Por qué no dije MIL en vez de quinientos?’
“Así es el corazón del hombre. Nunca satisfecho... a menos que lo llene la gracia infinita de Cristo. ‘Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed —dijo el Señor Jesús—, mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salta para vida eterna.’”
*Ilustración tomada de la Enciclopedia de Anécdotas e Ilustraciones de Samuel Vila.
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