El deísmo es ese sistema de pensamiento que aunque afirma que Dios es el creador del universo, presenta a un Dios desconectado de su creación. Hizo el mundo, pero luego de darle 'cuerda', lo dejó funcionando como si fuera un reloj. El relojero ya no tiene nada que ver con lo que aquí acontece. Los hombres hacen y deshacen, pero Dios no hace absolutamente nada.
Hay padres que son como el dios de los deístas; traen hijos al mundo pero están desconectados de lo que acontece con ellos. Quizás puedan ser padres responsables en cuanto a los aspectos físicos y materiales de sus descendientes, pero son descuidados en lo que tiene que ver con el estado eterno de sus almas. Los hijos hacen y deshacen, y los padres no interfieren. Son deístas.
El Dios de las Escrituras, sin embargo, no es así. Cuando el hombre pecó en Edén, la intervención de Dios no se hizo esperar. Cuando la maldad llegó al colmo en Génesis 6, el Señor envió el diluvio. Al contemplar el trato que Dios tiene con sus hijos espirituales, vemos claramente que los disciplina a todos en amor (Heb. 12:5-11). Los padres que descuidan la instrucción espiritual y dejan a un lado el uso de la vara con sus hijos, viven más acorde con el dios de los deístas que según el Dios de las Escrituras.
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