miércoles, 14 de diciembre de 2011

PALABRAS CORROMPIDAS


Bosquejo de un sermón por Jonathan Edwards

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29).

El texto contiene una exhortación referente a nuestro hablar los unos con los otros, la cual consiste de dos partes:

1. Una declaración en la que nos advierte de algo: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca.” En esta declaración podemos observar dos cosas: (1) Lo que debemos evitar (las palabras corrompidas) y la manera de evitarlo (impidiendo que salgan de nuestra boca). Debemos evitar a toda costa que nuestras conciencias nos digan ser culpables de este mal.

2. Un estímulo al uso edificante de nuestros labios: “Sino la que sea buena para la necesaria edificación de los oyentes.” Este estímulo va acompañado del gran beneficio que tal hablar produce: “a fin de dar gracia a los oyentes.” este beneficio es mayor que cualquier bien temporal que podamos compartir.

ENSEÑANZA DEL PASAJE: Cuando se reúnen, aquellos que profesan ser cristianos deben evitar toda palabra corrompida y practicar el tipo de conversación que promueva el bien de las almas de los demás.

A.    EL HABLAR CORROMPIDO

1. Los cristianos deben evitar toda conversación profana, todo hablar ligero con respecto a las cosas sagradas. No temas el ser llamado escrupuloso.

2. Los cristianos deben evitar toda conversación inmunda o lasciva. Son cosas que la modestia nos prohíbe. Hay muchos que se enorgullecen en romper las reglas de la modestia, y lo hacen para hacer alarde de su atrevimiento. El verdadero cristiano aborrece semejante actitud, como la luz aborrece las tinieblas (Ef. 5:3; Rom. 13:13; Col. 3:5-8; 4:6). La Escritura nos exhorta a la pureza de boca y corazón.

3. Otro tipo de hablar corrompido que los cristianos deben evitar es reunirse entre sí para hablar de otros. Muchos se divierten con las faltas y manchas de los demás, llegando incluso a falsear la verdad para ridiculizar aun más al otro. Esa práctica no corresponde a cristianos (Sal. 15:1, 3; 101:5; Ef. 4:31; 1 Pedro 2:2; Sant. 4:11).

4. Otro tipo de conversación que podemos tildar de corrompido es
aquella que se lleva a cabo en la ocasión equivocada. Temas que
pueden ser inocentes en otros momentos, podrían ser inapropiados en
el día del Señor. También hay conversaciones que se llevan a cabo
inmediatamente después de un tiempo de oración y lectura que no se
corresponden con lo que se acaba de hacer, y que podrían revelar
alegría de que la actividad se haya terminado.

B.    EL HABLAR EDIFICANTE

Este es el hablar que promueve el bien del alma de los demás.

1.     Se refiere a la conversación inocente y virtuosa, que está conforme a la Palabra de Dios (Sal. 141:3; 39:1). Los cristianos deben utilizar sus lenguas para la gloria de Dios y evitar todo lo que sugiera profanidad, palabras necias, murmuración; cultivando la pureza en sus conversaciones.

2.     Deben acostumbrarse a hablar de tal manera que promuevan la instrucción y el crecimiento en el conocimiento de las cosas de Dios. Las doctrinas y los principios de la religión deben ser temas de su conversación. Deben hablar de la Palabra de Dios y de las cosas contenidas en las Escrituras, ayudándose unos a otros a entender su significado. Deben hablar de lo que escuchan en la predicación de la Palabra. Deben hablar igualmente de las obras y de los atributos de Dios, de su poder y sabiduría en la creación, en la providencia y en la redención (Sal. 105:2; 145:10-12).

3.     Cuando se reúnan, deben acostumbrarse a hablar de aquellas cosas que tiendan a despertar y avivar las almas del descuido, el desinterés y de la indiferencia; a hablar lo que genere en los demás un profundo sentido de la importancia infinita de las cosas de la religión. Deben hablar mucho de la vanidad de las cosas de este mundo, de la brevedad e incertidumbre de la vida, del juicio, del cielo y del infierno. En fin, hablar mucho de la eternidad.

4.     Deben hablar mucho de aquellas cosas que sirvan de advertencia a los demás; hablar del peligro de las prácticas pecaminosas y de la corrupción del corazón y su disposición a caer en tentación. Hablar de la gran necesidad que tenemos de la asistencia divina para tener victoria.

5.     Deben hablar mucho de aquellas cosas que tengan la tendencia a levantar afectos de calidez y amor en las almas de los demás. En ese sentido, cuando se reúnan deben hablar mucho de Jesucristo, de su excelencia y de la maravillosa gracia de que Dios le haya entregado a morir por pecadores. Deben hablar mucho de los grandes beneficios y las grandes bendiciones del evangelio que son concedidos a los santos. Deben hablar mucho de la felicidad y gloria de los santos en el cielo.

6.     Deben hablar mucho de aquellas cosas que tiendan a estimularnos los unos a los otros en el cumplimiento de nuestros deberes.

APLICACIÓN

1.     Considera que el bien de tu alma es de importancia infinita.
2.     El poder hablar es una de las grandes cualidades por las cuales Dios nos diferencia de los animales, por tanto, es razonable que lo hagas de la mejor manera.
3.     Haciendo así podrás promover tu propio bien y el bien de los demás. Será un tipo de conversación agradable y placentera porque es edificante.
4.     Este es el camino para mantener una buena conciencia.
5.     De seguir este consejo, tus compañeros no te indispondrán en contra del deber de la oración secreta.
6.     Te encontrarás entonces en el camino de la bendición de Dios (Mal. 3:16-17).
7.     No te arrepentirás ni lamentarás de lo que hayas hablado.
8.     Este es el camino para no sembrar en la juventud las calamidades y los dolores de toda la vida (Job 13:26).

Acostúmbrate a salir con Cristo dondequiera que vayas; deja que ocupe en lugar en vuestras reuniones. ¿No es eso un honor, que una Persona tan gloriosa nos haga compañía?

Evita la compañía de aquellos que usan un hablar corrompido y que no prestan atención a estas advertencias. Busca la compañía de las conversaciones edificantes. Cuídate mucho en esto, velando con gran precaución.

© Traducido y adaptado por Salvador Gómez Dickson

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