En el libro EL PROGRESO DEL PEREGRINO de Juan Bunyan, hay una escena verdaderamente consoladora que quisiera compartir con ustedes. Se trata del momento cuando Cristiano se encuentra en la casa de Intérprete, y allí observa una imagen que le explica la obra sustentadora de la gracia de Cristo en el corazón de los suyos; obra que garantiza nuestra perseverancia.
Después de esto, tomando Intérprete de la mano a Cristiano, lo introdujo en un lugar donde había fuego encendido junto a la pared y uno que echaba agua sin cesar con intención de apagarlo; sin embargo, el fuego ardía cada vez más vivo y con mayor intensidad. Nuestro hombre, sorprendido de esto, preguntó qué significaba, y entonces Intérprete le respondió:—Ese fuego representa la obra de la gracia en el corazón, y ese a quien ves echando agua es Satanás; pero su intento es vano. Ven conmigo y comprenderás por qué el fuego, en lugar de extinguirse, se hace cada vez más vivo. ¿Ves a esa otra persona? Está echando de continuo aceite en el fuego —aunque secretamente—, y de esa manera le da cada vez más cuerpo. Esa persona es Cristo: que con el óleo de su gracia sostiene la obra comenzada en el corazón a pesar de los esfuerzos del diablo. Y el estar detrás de la pared te enseña que es difícil para los que son tentados ver cómo esta obra de la gracia se sostiene en el alma.
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