El control de Dios sobre personas (buenas y malas):
“Y Dios me envió delante de vosotros para preservaros un remanente en la tierra, y para guardaros con vida mediante una gran liberación. Ahora pues, no fuisteis vosotros los que me enviasteis aquí, sino Dios; y El me ha puesto por padre de Faraón y señor de toda su casa y gobernador sobre toda la tierra de Egipto.” (Génesis 45:7–8, LBLA)
“Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que entren a perseguirlos; y me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería.” (Éxodo 14:17, LBLA)
“Porque fue la intención del Señor endurecer el corazón de ellos, para que se enfrentaran en batalla con Israel, a fin de que fueran destruidos por completo, sin que tuviera piedad de ellos y los exterminara, tal como el Señor había ordenado a Moisés.” (Josué 11:20, LBLA)
“Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. Pues el Señor había ordenado que se frustrara el buen consejo de Ahitofel para que el Señor trajera calamidad sobre Absalón.” (2 Samuel 17:14, LBLA)
“Pero Amasías no quiso escuchar, porque esto venía de Dios, para entregarlos en mano de Joás, pues ellos habían buscado los dioses de Edom.” (2 Crónicas 25:20, LBLA)
“Todas las cosas hechas por el Señor tienen su propio fin, aun el impío, para el día del mal.” (Proverbios 16:4, LBLA)
“Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo del Señor permanecerá.” (Proverbios 19:21, LBLA)
“Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor; El lo dirige donde le place.” (Proverbios 21:1, LBLA)
“...Pero al Dios que tiene en su mano tu propio aliento y es dueño de todos tus caminos, no has glorificado;” (Daniel 5:23, LBLA)
“Pero gracias a Dios que pone la misma solicitud por vosotros en el corazón de Tito.” (2 Corintios 8:16, LBLA)
“Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía.” (Hechos 16:14, LBLA)
“Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, juntamente con los gentiles y los pueblos de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, para hacer cuanto tu mano y tu propósito habían predestinado que sucediera.” (Hechos 4:27–28, LBLA)
La mano divina aun detrás de accidentes:
“El que hiera de muerte a otro, ciertamente morirá. Pero si no estaba al acecho, sino que Dios permitió que cayera en sus manos, entonces yo te señalaré un lugar donde pueda refugiarse.” (Éxodo 21:12–13, LBLA)
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