viernes, 20 de diciembre de 2013

Cómo elegir a un pastor

Por Curtis C. Thomas*

Determinar que uno ha sido llamado al ministerio es una de las decisiones más importantes que un hombre puede tomar. Implica toda una vida de servicio, llena con una mezcla de todas las emociones que nos podamos imaginar—desde la tristeza intensa hasta el gozo profundo—según el pastor intenta pastorear a personas de todo tipo y condiciones, a menudo con necesidades personales serias y continuamente cambiantes.
Lo siguiente en importancia a la decisión personal del hombre, es la decisión de la iglesia de que el hombre (o los hombres) en cuestión es el hombre (o los hombres) que debe conducir su cuerpo local. Es importante porque Dios ha dado los parámetros de su trabajo y las cualidades requeridas y necesarias para el hombre de Dios. Cuando una iglesia coloca su sello de aprobación sobre los hombres que la dirigen, está afirmando que la iglesia está de acuerdo en que estos hombres cumplen con todos los requerimientos que Dios ha estipulado y que son los hombres apropiados para ese cuerpo local particular. Esa decisión implica mucha responsabilidad y, por ende, elegir a un hombre nunca debe hacerse de manera descuidada.
Desafortunadamente, a menudo he visto ejemplos en los que hombres han sido escogidos simplemente sobre la base de su habilidad de oratoria. Sin embargo, el énfasis bíblico radica en el carácter personal del hombre y no en sus destrezas para predicar (ver 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9; 1 Tes. 2:7-12; 1 Pedro 5:1-4). Muchos predicadores tienen un “sermón para ser llamados”, que es un mensaje en el que han trabajado de manera incansable y que pueden predicar con excelente terminación. Este sermón particular es predicado a las iglesias candidatas con miras a un llamado al pastorado. Cuando eso es lo que básicamente conocen los miembros de una iglesia acerca del hombre, se están tomando grandes riesgos. Un sermón no es base suficiente para una decisión tan trascendental.
Son muchas las áreas que deben ser investigadas antes de que una iglesia llame a un hombre a su ministerio. El comité para el púlpito (o el comité de búsqueda pastoral) debe hacer su tarea con sumo cuidado, pero en última instancia la decisión de llamar a un pastor descansa en los miembros de la iglesia. Para tomar una decisión inteligente necesitarán tener las respuestas a muchas preguntas. Por ejemplo:
  • ¿Está el hombre moralmente calificado para ocupar el oficio de pastor? (Ver los pasajes de 1 Timoteo, Tito, 1 Tesalonicenses y 1 Pedro que citamos anteriormente.)
  • ¿Posee este hombre la educación, el entrenamiento o la experiencia para ocupar este trabajo?
  • ¿Cuáles han sido sus experiencias pasadas en las iglesias?
  • ¿Está este hombre calificado para ocupar el rol particular que la iglesia le asignará y estará satisfecho con el mismo?
  • ¿Conoce este hombre la Palabra de Dios?
  • ¿Está comprometido con la inspiración, inerrancia y autoridad de la Palabra de Dios?
  • ¿Es un hombre de oración?
  • ¿Sigue la teología de este hombre la teología de la iglesia?
  • ¿Será aceptable a la iglesia su estilo de predicación?
  • ¿Habrá algún esqueleto en su closet que pueda potencialmente hacer daño a él y a la iglesia?
  • ¿Es su estilo de vida personal un buen ejemplo a seguir en la comunidad?
  • ¿Es claro que ama a su esposa y que la trata con respeto?
  • ¿Será su esposa un saldo positivo para su ministerio?
  • ¿Son sus hijos obedientes y respetuosos?
  • ¿Trabajará bien con los demás líderes de la iglesia?
  • ¿Ha leído y está en conformidad con las declaraciones doctrinales, constitución, estatutos y filosofía ministerial de la iglesia?
  • ¿Encajará bien con la membresía y pastoreará activamente sus almas?
  • ¿Cuáles es su punto de vista con respecto al matrimonio, al divorcio y al nuevo matrimonio?
  • ¿Mantendrá un balance apropiado entre los diversos deberes del ministerio—predicar, enseñar, aconsejar, administrar, escribir, etc.?
  • ¿Asumirá el liderazgo en la aplicación del programa disciplinario de la iglesia?
  • ¿Está dejando su presente pastorado bajo alguna nube de duda?
  • ¿Están sus finanzas personales en orden?
  • ¿Aparenta ser un hombre de coraje y visión?
  • ¿Pueden este hombre y su familia vivir dentro del salario y los beneficios que se le han ofrecido?
  • ¿Es este un hombre que la iglesia puede respetar y seguir como ejemplo?
  • ¿Tiene este hombre un corazón de siervo?
  • ¿Planea este hombre desempeñar un ministerio de por vida aquí o será esta iglesia simplemente utilizada como trampolín hacia otro ministerio?
Esta lista no pretende ser exhaustiva. Cada iglesia tendrá sus propias preguntas particulares que necesitan ser respondidas.
Obviamente, para ser capaz de responder muchas de estas preguntas, la iglesia deberá pasar tiempo con este hombre y su familia. Es por esta razón que el mejor método es desarrollar a sus propios pastores justo en el seno de la familia de la iglesia. Cada vez más crece el número de centros de entrenamientos pastorales dentro de las iglesias mismas. Ofrecen cursos locales a nivel de seminario, al mismo tiempo que proveen de experiencia práctica dentro de la iglesia. De esta manera pueden comenzar a conocer al hombre y a su familia y están en una mucho mejor posición para juzgar sus cualificaciones para el oficio.
En muchos casos, sin embargo, esto no es posible. Cuando una iglesia tiene que buscar fuera de sí misma para encontrar a un pastor, la membresía debe pasar tiempo suficiente con el hombre para ser capaz de evaluar los requisitos y el carácter mencionados anteriormente. Se deben coordinar suficientes reuniones explicativas y sostener discusiones con el fin de que los miembros estén satisfechos con el conocimiento del hombre, su trasfondo, su familia, su teología, sus destrezas, su filosofía ministerial y otras áreas pertinentes de su vida. Hacerlo de otra manera sería como cortar en la oscuridad, con riesgo de causar un daño serio al hombre, a su familia y a la iglesia.
La iglesia también tiene la responsabilidad de ser perfectamente abierta y honesta con el candidato con respecto al cuerpo eclesiástico. ¿Tienen problemas en la actualidad? ¿Hay unidad en la membresía? ¿Cómo es el liderazgo actual? ¿Está la iglesia creciendo o está estancada? ¿Persisten problemas sostenidos con pastores anteriores? ¿Está la iglesia seriamente endeudada? ¿Estará la iglesia dispuesta a seguir a un nuevo hombre? ¿Quieren los miembros a alguien que será honesto con ellos al tratar con sus vidas? Debe haber apertura frontal completa para que el candidato pueda tomar una decisión inteligente en cuanto a si está interesado o capacitado para llenar la necesidad.
Es imposible cubrir todas las bases por adelantado, y aun cuando haya habido una investigación extensa, todavía habrá algunos errores. En algunos casos puede que se escoja al hombre incorrecto. No obstante, tales errores deben ser minimizados haciendo la debida investigación mencionada anteriormente.
Obviamente, el ingrediente más importante para la iglesia y para el candidato es la oración seria, pedir a Dios que supervise todo el proceso, guiando a ambas partes a la decisión correcta.
*Este material fue tomado del libro “Life in the Body of Christ” del autor Curtis C. Thomas, y ha sido traducido y reproducido aquí con permiso de la casa publicadora. ©Salvador Gómez Dickson, por la traducción al español.

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